Martes 04 de noviembre de 2014.
Hoy fue mi primera cita con una psicóloga. Mi abuela decidió buscar ayuda profesional y no dejar pasar más tiempo para tratar mi caso. Se siente bonito que ella siga preocupándose por mí, pero a la vez me desanima más de lo que ya estoy, porque no me gusta que ella se desvele y sufra por mí.
—Ahora resulta que debo tomar medicamentos antidepresivos, me niego, no los necesito. —dije cuando mi abuela me ofreció un par de píldoras.
No dijo nada, pero su mirada de angustia habló por ella. Finalmente las tomé con tal de evitarle estrés.
Mis hermanos y mi padre siguen sin importarles mi estado, no me han buscado ni han preguntado por mí. Hoy he perdido el mínimo de esperanza que quedaba en mí. No siento que tenga algo por lo cual deba luchar y vivir. Es desmotivador, porque mi familia siempre me seguirá odiando, haga lo que haga no dejará de ser así Si lo pienso bien, están en lo correcto, no merezco el amor de nadie, lo único que debo recibir es odio, burlas, indiferencia y sufrimiento.
Diversas ideas han estado abundando mi cabeza con frecuencia, pero la verdad no me atrevo a intentarlas, solamente pensarlas me llenan de terror, Aunque, sé que tarde o temprano acabaré haciéndolo. ¿Podré recuperar la voluntad nuevamente? La verdad no creo que suceda, no si ya he perdido la batalla, ni siquiera tengo un motivo por el cual poder renacer como un fénix. ¿Cómo levantarse de esto? Sólo quiero acostarme a dormir y no despertarme nunca más.