Martes 23 de diciembre de 2014.
Hoy me encontré a mi abuela llorando en su habitación así que le di un abrazo y besé su mejilla. Pasamos toda la tarde comiendo helado y hablando, puede ver en rostro la felicidad, estaba contenta de verme actuar con normalidad.
—Extrañaba verte sonreír Mathias. —musitó ansiosa.
Me entristecí al escucharla hablar entusiasmada por el aproximamiento de nochebuena y navidad. Me contó sobre los regalos que compró para mí. Yo no podré darle nada ese día, ni siquiera compartiremos juntos. Hace unos minutos terminé de escribir unas cartas especialmente para mi familia y también unas para Marcos, mi mejor amigo, me demoré varias horas, pero logré terminarlas. Ya no seguiré más con esto, hoy es el fin, esta es mi última nota. Pero no, este no es el inicio de una etapa de felicidad, o quizás sí, después de todo ya no habrá dolor, ni rechazo. He decidido dejar todo aquí y descansar en paz, sólo espero poder ver a mi mamita en el cielo. ¡Claro! Si es que entro al cielo, aunque no lo creo, después de todo soy un asesino y por eso todos me odian. Tengo miedo, pero prefiero sentir esto por unos segundos ya que después todo acabará, a continuar sufriendo por la misma rutina. Espero y Diosito me conceda el perdón, he sido débil y no puedo seguir luchando en esta guerra.