Para mi abuelita Nuria:
Héroe mío, después de tanto vivir el sufrimiento conmigo, al ver que yo no salía de ese camino de desgracias y que, al contrario, sólo me hundía cada vez más, tu mundo comenzó a derrumbarse y fue cuando comencé a escucharte llorar cada noche en tu habitación. Oírte angustiada cada vez que pasaba frente a tu habitación era otro par de puñaladas en mi corazón. ¿Por qué sufriste por mi desgracia? No te correspondía, pero a tu noble corazoncito se le hacía inevitable. Pocas veces mostraste debilidad ante mí, siempre trataste de contenerte, pero siempre fui consciente de tu dolor, un dolor el cual fue causado por mi desgracia, por mi alma en agonía, por mi destino marcado a sufrir sin el amor de mi familia. Siempre sufriste conmigo y por mí, también cargaste mi dolor desde una perspectiva diferente. Porque fuiste mi abuela, un hermoso ser que me mostró cómo ser fuerte Porque a pesar de todo de ti aprendí que hasta las personas pueden llorar y eso no les demerita valentía ni fuerza.
Porque me entregaste todo cuando yo sólo te causé dolor, justo por eso desde mi nuevo destino oraré para que sigas manteniendo todo eso que te hizo fuerte.
Tu nieto, Mathias.