Para mi padre Federico:
Papá… Una vez tuve un hermoso sueño, donde yo caminaba en medio de ti y mamá sujetando sus manos. La verdad se sintió muy lindo, nunca antes había sentido tanta felicidad y emoción por un sueño. Éramos la familia perfecta, incluso hasta mis hermanos compartían conmigo, me querían, me amaban. Pero al despertar viví a la cruda realidad, volví a un mundo donde no tengo a mi madre, a un mundo donde tú no me quieres, a un mundo donde sólo tengo a una persona que me ama y es mi Abuelita Nuria. Como quise que ese sueño se volviera realidad, pero jamás iba a suceder. No por el hecho de que mamá no esté, porque aun así podríamos ser felices tú, mis hermanos, abuela y yo, pero a nadie mas únicamente mi abuela se interesa por compartir conmigo. Después de esa noche me iba a dormir con la esperanza de tener ese mismo sueño u otro igual de hermoso, pero no sucedió. Era la única forma que encontraba posible para huir de mi realidad, aunque fuera breve el tiempo antes de despertar. Porque, a pesar de todo, tuve muy claro que jamás ibas a cambiar… Porque, a pesar de eso y más, mi corazón lloraba desesperado deseando ser correspondido por tu amor.
Tu hijo, Mathias.