Para mi padre Federico:
¿Recuerdas aquel día que llegaste temprano a casa acompañado de esa señora? Déjame decirte que ese día sufrí mucho. Siempre he sabido que no me tomas en cuenta cuando hablas de tus hijos, mis hermanos han sido tu todo, pero a mí me dejas por fuera. No te importa el cómo me he sentido por ello, y lo comprendo. ¿Por qué interesarte por la escoria que dejó sin madre a tus hijos favoritos? Escuchar de tu propia boca decir que yo no soy importante, eso destrozó mi corazón más de lo que ya estaba. Ya sospechaba que no me quieres, lo demuestras día a día con tus acciones y rechazos, pero papá quiero que sepas algo. Tú sí me importas y mucho. Tu indiferencia conmigo nunca ha sido motivo para desear tener otro papá, nunca habrá justificación alguna para desearlo, lo único que pido es verte tratarme como tu hijo, sólo eso. Lamento si ese día te causé problemas con la mujer que te acompañaba, sé que ella me defendió, te reclamó el que no le hablaste de mí. Sé que hice mal al escucharlos hablar, pero fue inevitable hacerlo, espero puedas perdonarme por ello, y no sólo por eso sino también por ser el hijo que no deseaste tener. A pesar de ello, le agradezco a Dios haberte concebido como mi padre.
Tu hijo, Mathias.