Para mi Hermano Martin:
Hermano… ¿Realmente me odias? Había una pequeña esperanza en mí la cual deseaba que no fuese así. Pero, cuando estuve enfermo, cuando supe que nunca preguntaste por mí, y que, ni siquiera te importó que estuviera al borde de la muerte, después de eso aquella pequeña esperanza agonizó, se esfumó con todas las posibilidades de poner sentir tu amor. Pero no tengas ni sientas pena ya es cosa del pasado, además no resolverá nada. Ahora, sólo quiero que sepas algo, yo sí te quise, todo este tiempo me preocupó que algo malo pudiera sucederte, siempre te tuve en cuenta para mis oraciones antes de dormir, pedí a Dios lo mejor para ti. Podrías hacerme sufrir toda la eternidad que ni así dejaría de preocuparme por ti. Sólo quiero que sepas que yo jamás te daría la espalda, aunque ya eso no importa porque para cuando leas esto ya no estaré en nuestra casa, en mi antiguo hogar, aun así, te cuidaré desde donde me toque vivir mi nueva vida. Ni porque me has dicho en cara que no te intereso en lo más mínimo, no puedo ni podré odiarte porque somos fruto del amor que existió entre mamá y papá.
Tu hermano, Mathias.