Para mi hermanito:
Jamás olvidaré el brillo de entusiasmo en tus hermosos ojos azules Mathias. Siempre fuiste optimista, tratabas de hacer bueno lo malo, pero en tus últimos y miserables días fuiste lo contrario, dejaste de ser aquel niño alegre y sonriente para volverte un niño en agonía. Si hoy no estás aquí es mi culpa, sólo mía y de nadie más, soy responsable de tus actos.
Más de una vez llegaste a buscarme, a pedirme una explicación de mi actitud contigo, pero yo sólo sabía gritarte, incluso, incluso te deseé la muerte en más de una ocasión y eso te llevó a un final lleno de desgracias.
Tus ojos apagados me siguen a donde voy, esa mirada llena de tristeza al ver que ya lo habías dado todo, pero nunca recibiste lo que de verdad merecías. ¿Qué clase de hermana fui? No merezco decir que fui tu hermana, no después de todos los descaros que te hice, no después de todo el dolor que te causé, no después de robarte la libertad. Me arrepiento de todo, pero ya es tarde. Jamás volveré a sentir paz en mi corazón, no después de que fui envenenando tu inocente corazón con patrañas.
Tu hermana, Katia.