¿por qué te elegí a ti?

Capítulo II .- “El chico con bronceado perfecto”

Narra Elaine

— Gilbert por fin llegaste. — Digo con alivio.

— Estas no son horas de llegar, ya es demasiado tarde, por tu culpa no nos van a recibir la tarea. — Dice Ariadne alterada.

— Lo lamento. — Dice agitado. — había demasiado tráfico, eso se debe a que hay un accidente en la carretera. — Dice sacando la tarea y me la entrega.

— Tenías que haber salido más temprano de tu casa. — Se queja Ariadne. — ¿Tú la vas a entregar? — Me pregunta mirándome y yo asiento con la cabeza. — Excelente, entonces anda rápido antes de que se haga más tarde. — Me dice mientras me empuja hacia la puerta.

Salgo del salón y camino a paso apresurado por los pasillos.

Espero que el Doctor Alberto García nos recoja la tarea porque debíamos haberla entregado a las 7:15am y lamentablemente ya son a las 7:25am. Solo ruego que me reciba y entienda el motivo de los 10 minutos de retraso.

Al girar a la izquierda para bajar las escaleras choco contra alguien pegándome la frente.

— Auch. — Digo sobándome la frente.

Ojalá que no se me haga una contusión en la frente porque luego pareceré una cabra con un solo cuerno.

— Lo lamento. — Me dice y yo levanto mi mirada. Me encuentro con un joven muy simpático de ojos pequeños y color avellanas. Su cabello castaño, está demasiado peinado, como si hubiese estado pasándose el peine por horas. — ¿Estás bien? — Me pregunta.

— e-h-h-h es-t-t-toy b-b-bien. — Digo tartamudeando.

— ¿Seguro? — Su mira es de preocupación. Asiento con mi cabeza.

Aquel joven lleva puesto unos pantalones sencillos, una camiseta conchevino y unas zapatillas deportivas.

Debo dejarlo de mirar porque luego creerá que me gusta o que soy una acosadora.

— Bueno, me tengo que ir. — Le digo pasando por su lado izquierdo para bajar por las escaleras.

Bajo el último escalón y me doy cuenta de que el chico está detrás de mí.

— ¿Qué haces? — Pregunto, pero no recibo respuesta alguna. — ¿Me estas siguiendo? — Hago una nueva pregunta.

— No exactamente, pero lo que pasa es que debo llegar a mi salón de clases y no se en que parte de la facultad se encuentra. Entonces me pregunta si tú me podrías ayudar buscando mi salón.

— Claro, pero primero debo ir a entregar mi tarea — indico con mi mirada la carpeta azul que cargo en mis manos — espérame aquí y yo enseguida regreso. — Le digo dándome la vuelta, pero él me detiene sujetando mi brazo izquierdo.

— Yo te acompaño. — Me dice.

— Esta bien. — Continuamos caminando. —¿Y qué número es tu salón? — Pregunto luego de un par de segundos.

— Es el 503 — Responde y mis ojos se agrandan de la sorpresa. — ¿Qué sucede? ¿Por qué esa expresión en tu rostro?

— Pues se también es mi salón de clases.

— ¡Vaya! No me lo esperaba. — Me sonríe — Si que estoy de suerte el día de hoy, pensé que me demoraría más tiempo buscando el salón. — No le hago ningún comentario porque no tengo nada que decir.

Luego de unos minutos por fin llegamos a la sala de docentes. Ojalá el profesor me quiere recibir la tarea.

— Ahora si espérame aquí. — Le digo y él asiente.

Entro a la sala de docentes y recorro con mi mirada el lugar e inmediatamente ubico al Dr. Alberto García en el cubículo tres. Camino hacia el lugar donde esta.

— Buenos días, Dr. García. — Digo y el doctor levanta su cabeza para mirarme. — Disculpe que lo interrumpa, pero vengo a entregar el trabajo grupal, y lamento la demora, pero el integrante que tenía el trabajo estuvo un inconveniente al llegar a la Universidad. — Me justifico y sus ojos negros continúan mirándome. Su mirada es muy perturbadora.

— Si no me equivoco usted es la estudiante Elaine Collins. — Me dice mientras mira su reloj que se encuentra en la muñeca de su brazo derecho.

— Si doctor soy Elaine Collins. — Digo poniéndome algo nerviosa. Creo que ya no me va recibir la tarea.

— Señorita Elaine. — De nuevo me mira. — Como el día de hoy me he levantado de maravilla le aceptare su trabajo.

— Muchas gracias doctor. — Dejo la carpeta azul encima de su escritorio.

— Pero no se le haga costumbre entregar trabajos fuera de tiempo porque si vuelve a pasar, aunque me haya levantado de maravilla no le aceptare. ¿Entendido?

— Si doctor, no volverá a pasar. — Le digo. — Doctor ya no le interrumpo más, me retiro.

— Espere señorita Elaine, por favor puede informarles a sus compañeros que el día de hoy no tendremos la materia.

— Claro doctor, yo les informo. — Me doy la vuelta para dirigirme hacia la salida, pero el doctor me detiene.

— Señorita Elaine ¿no me preguntara por qué no voy a dar clases el día de hoy? — Me mira.

— No creo que sea necesario preguntarle aquello doctor. — Le contesto.

¡Quiero salir corriendo de aquí! La próxima vez que Ariadne o Gilbert venga a dejar el trabajo, porque yo me niego a venir de nuevo a la sala de docentes.




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