— Este museo de cera es muy grande, ya hemos recorrido todo un piso y aun nos falta tres. — Ariadne se queja.
— Si, yo tengo hasta hambre, lo bueno es que traje unas papitas. — Dice Gilbert sacando de su maleta un paquete de papitas fritas. Las abre.
— Gilbert, creo que está prohibido comer aquí. — Le digo mirando a la pared donde se encuentra un pictograma de prohibición de alimentos.
— Ni modo si no se puede comer, pero yo lo hare porque tengo hambre. — Dice metiéndose una papita a la boca. — ¿Desean? — Nos preguntas.
— Yo sí, porque también muerdo de hambre. — Dice Ariadne, metiendo su mano al paquete de papitas.
— Aunque quiera papas, no puedo comer. — Digo haciendo un puchero. — Ayer pase vomitando todo el día. Mi hermano se asustó y me llevo al doctor, el señor doctor me prohibió comer todo tipo de comida chatarra y que no sea saludable, así que ahora por un mes solo puedo comer vegetales y verduras.
— Que fatal, pero lo importante es que no paso a mayores. — Me dice Ariadne.
— ¿Por qué no me avisaste? Te hubiera ido hacer compañía al hospital. — Me dice Gilbert.
— Ni siquiera me dio tiempo de llevar mi celular. — Menciono.
— Ya nada, lo importante es que estas bien. — Dice Gilbert depositando un beso en mi frente.
— Hoy te hubieras quedado en casa para que sigas descansando. — Me dice Ariadne.
— No, eso sí que no, prefiero estar aquí con ustedes que estar en casa aburrida y sola. — Les digo.
— ¡Oh, Elaine! Has hecho que mi corazón lata aceleradamente. — Dice Ariadne conmovida.
— Es que yo los quiero mucho y la paso muy bien estando con ustedes, pero bueno ahora cómanse sus papitas y continuemos con el recorrido porque todavía nos un sinnúmero de estatua de cera por ver.
— Pensé que esto sería más divertido, pero ha sido la cosa más aburrida del mundo. — Se queja Gilbert mientras caminamos hacia una estatua de cera del presidente del año de 1850. — ¿Y si nos vamos de aquí? — Gilbert mete a su boca una papita. — Igual nadie se dará cuenta que nos fuimos.
— Hippie al fin dices algo con sentido. Apoyo tu idea, larguemos de aquí. — Ariadne dice entusiasmada.
— Pero ¿Cómo haremos el informe? — Pregunto.
— Elaine eso es fácil, podemos sacar información de la internet, porque de seguro toda la historia y los personajes que se encuentran en el museo están en la internet. — Me dice Gilbert.
— Gilbert tiene toda la razón, solo debemos tomarnos algunas fotos más para ponerlas en nuestro informe. — Dice Ariadne.
— Okey, confiare en ustedes. — Les digo y ellos sonríen.
— Ariadne, tómame una foto con este señor estatua que desconozco su identidad. — Gilbert le dice extendiéndole su celular.
— Sonríe Gilbert. — Le dice Ariadne. — Listo, la foto quedo genial. — Ariadne le devuelve su celular, pero Gilbert no le acepta. — Hippie ya puedes moverte.
— ¿Cómo me veo siendo una estatua? — Pregunta Gilbert estando en una posición algo extraña. Su peso recae sobre su pierna derecha y la rodilla izquierda esta flexionada, su torso lo tiene un poco inclinado y sus manos están puestas en la quijada.
—Te ves espantoso, serias la estatua de cera más fea y menos vista del museo. — Ariadne se le burla.
— ¡Ash! Siempre sales con comentarios que no vienen al caso. — Le dice Gilbert arranchándole su celular de las manos.
— Yo solo estoy diciendo la verdad. — Ariadne se cruza de brazos. Mientras ellos discuten yo aprovecho a tomar varias fotos de las estatuas.
— Ariadne eres alguien insoportable. — Le dice Gilbert. — Mejor me iré con Elaine. — Él se acerca a mí. — ¿Nos sacamos una foto? — Me pregunta y yo asiento con mi cabeza. Gilbert y yo nos tomamos una selfie.
— Luego me la pasas para ponerle en mi informe. — Le digo a Gilbert.
— Oigan ya tenemos demasiadas fotos, creo que es momento de que nos vayamos. — Dice Ariadne. Caminos hacia la salida del museo de cera.
— Chicas ¿Les parece si nos vamos a divertir? — Nos pregunta Gilbert. — Unos amigos me invitaron a un lugar, pero no recuerdo la dirección. Les preguntare. Enseguida vuelvo. — Informa. Se aleja de nosotras para realizar una llamada.
— ¿Dónde quiere ir Gilbert? — Le pregunto a Ariadne.
— No lo sé, pero yo no podre acompañarlos. — Me dice escribiendo algo en su celular.
— ¿Por qué? ¿Qué tienes que hacer? — Le pregunto con mucha curiosidad.
— Como sabes ayer tenía que verme con Lorenzo, pero sin previo aviso me cancelo, así que no lo pude ver. Pues ahorita le acabo de escribir si nos podemos ver y dijo que si, que hoy si podía.
— Ariadne ¿Si vas a terminar con él? O ¿Ya te arrepentiste? — Le pregunto.
— Si lo hare, pero tengo algo de miedo.
— Animo. — Le sonrío. — Si cuando llegues a tu casa necesitas consuelo, tu solo llame que yo te hare reír para no te sientas desaminada, ni triste.