Morgan
Es todo un imbécil. ¿Qué estaré pagando?
— ¿Yo?
— Es lo que dije, ayúdala a desempacar, y le muestras su habitación — su mirada me decía que era simplemente aburrido hacer eso.
— Está bien, Andrew, no hace falta. No tengo tantas cosas.
— Ni hablar, Isaac te ayudará. Cuando acaben, bajan a comer. Tenemos muchos puntos que hablar.
Ellos se alejaron y comenzaron a platicar cosas de trabajo dejándome sola con él. Me quedé parada, sin saber que hacer. En un momento a otro él empezó a caminar.
— Oye..., ¿a dónde vas? ¿Vas a dejarme aquí sola? — no quiero cometer otro error y meterme de nuevo a una habitación equivocada.
Se detuvo y volteó a verme.
— Tú misma dijiste que no hacía falta.
— P-pero...
— Además, debes conocer la casa inlcuso mejor que yo. En tu primer día aquí ya sabías incluso en dónde estába mi habitación. Déjame decirte que no quiero vivir con una acosadora en mi propia casa.
Es todo un hijo de...
— ¿Disculpa? — estába realmente indignada — ¿De qué crees que hablas? ¿Acosadora?
— Déjame darte un consejo niña, si vas a meterte así a la habitación de un chico, solo procura saber su nombre antes, ¿quieres?
— Eres un grosero. ¿Qué te sucede? No actúes como un niño pequeño, nisiquiera me conoces y ya estás suponiendo cosas de mi.
— Bueno, tampoco digo nada que no sea verdad.
Estábamos frente a frente, no planeaba bajar la guardia.
— Simplemente dime en dónde está mi habitación. No estoy de humor para discutir. Nisiquiera te conozco.
— ¿Y tenemos que conocer a una persona para discutir con ella? — levantó una ceja y se cruzó de brazos.
Respiré profundo y traté de mantener la calma. Creo que no es muy listo.
— Bien, no me ayudes. Iré a buscarla yo sola.
— No podrás adivinar en dónde es.
— ¿Y qué hago entonces? Si no quieres ayudarme.
— Nunca dije que no quisuera,tu fuiste quien dijo que podías sola. — es un completo imrpudente. Estoy comenzando a impacientarme realmente.
— ¡Bien! Ayúdame, ¿quieres? — puede que haya levantado un poco la voz.
— Eso era todo lo que tenías que hacer, no te costaba nada. — sonrió falsamente y tomó varias maletas que estában detrás de nosotros.
Caminó hacia las escaleras y comenzó a subir, así que empecé a seguirlo.
— ¿A dónde vamos? — pregunté.
— A tu habitación.
¡¿ARRIBA?!
— ¿Qué?
— Ya escuchaste, a tu habitación. ¿Tienes problemas auditivos?
— ¿Tienes problemas de empatía?
Nos detuvimos frente a la misma puerta café de hace rato.
— ¿Qué hacemos aquí? — sonrió ampliamente y dió un paso hacia mi.
— Bueno, mi padre dijo que te enseñara todos los lugares necesarios. Así que aquí estamos: mi habitación.
— ¿Y por qué quisiera conocer tu habitación? — éste chico es demasiado raro, no entiendo nada.
— Quién sabe... puede que sea necesario que entres en el futuro...
Abrí mis ojos enormes y en ese preciso momento entendí todo. Me estaba tomando del pelo.
— Ni en tus sueños más húmedos.
— Quieres decir: en mis pesadillas.
— TÚ....
En ese momento comenzó a reír a carcajadas.
— ¡Por supuesto era broma! ¿Pues qué creías? ¡Hubieras visto tu cara! — no parada de reír. Tanto que tuvo que apoyar sus manos en sus rodillas.
Me sentí, de nuevo, apenada y podría decir que incluso humillada.
Estúpido.
— ¿Entonces por qué me trajiste aquí?
— Ah... es verdad — empezó a limpiarse las lágrimas de la risa. — Pues, señorita Olson — acto seguido abrió una puerta que estaba justo detrás de mi — ésta es su habitación.
Pero el problema era...
— Tiene que ser una broma.
— No, no lo es. Tu habitación está justo a un lado de la mía. ¡Sorpresa!
Esta casa tenía mil habitaciones, ¿de qué me está hablando?
Me di la vuelta y estaba decorada con flores rosas y blancas. Había un estante de libros para colorear, incluso había varias muñecas en una esquina de la habitación.
¿Pero qué?...
— Pero si este es un cuarto para una niña...
— Pues verás, querida Morgan. Al parecer a mi tampoco me avisaron que mi hermanastra sería una adolescente. Así que simplemente supuse lo que quise.
— ¿A qué te refieres?
— Pues... creí que serías una niña de preescolar.
— ¿Tú decoraste ésta habitación? — se encogió de hombros desinteresado.
— Eso explíca por qué no sabías quién era...
— ¡Bingo! Vaya, eres más inteligente de lo que creía.
— Y, no soy una adolescente.
— ¿Entonces cuántos años tienes? Pareces de 15.
— Tengo 17. Este año 18.
— Pero que gran diferencia.
— ¿Y tú qué? Desde que llegué aquí lo único que has hecho es hablar como si fueras superior a mí. ¿Qué edad tienes?
Se quedó callado varios segundos, solo me observaba, pero no decía nada. No había notado el detalle de que estaba recrgado en el marco de la puerta.
Nisiquiera me había detenido a mirarlo bien...
Nisiquiera había visto que tenía un mechón de su cabello café que le estaba tapando la cara.
O que tenía un tatuaje en su brazo izquierdo.
O que puede que tuviera más tetas de las que yo tenía.
O que su...
— La vista arriba. — habló sacándome de mis pensamientos. — Como imaginaba. Una acosadora.
Mierda.
Salió de la habitación y abró la puerta para ir a la suya.
— ¡Oye! ¿No me ayudarás a desempacar?
No respondió y se metió a su habitación.
— Imbécil. — dije en voz baja.
— ¡Puedo escucharte! — se escuchó del otro lado de la pared.
Pero si tan solo lo dije susurrando...
— ¡No dije nada!
— ¡La pared es delgada, puedo escucharte!
Me dediqué a mirar la habitación. Era simplemente hermosa, con una gigantesca ventana blanca que dejaba ver los alrededores, un hermoso escritorio color blanco por igual, y una enorme cama que parece que estaba hecha por los mismos dioses por lo suave que estaba.