Por qué tú?

Capítulo 36: Porque es contigo.

Morgan

Al llegar a casa, descubrimos una nota escrita por mamá en la mesita de la entrada:

 

"Soy Stela, salimos a comer, ¡nos llevamos a Tamara! Dejó preparado algo en la cocina, no duerman tan tarde, los quiero... "

 

Isaac y yo la leímos al mismo tiempo. 

 

— ¿No pudo simplemente haber enviado un mensaje de texto? — Preguntó mirando la nota. 

 

— A mamá siempre le ha gustado dejar notas, dice que le hace recordar a los tiempos en los que la gente hacía cartas, siempre ha sido muy romántica. — Dije tomando la nota entre mis manos. 

 

—¿Y a ti también le gusta? — preguntó mirándome a los ojos. 

 

—¿El qué? 

 

— Las cartas... 

 

— ¡Por supuesto! Son muy lindas, lo que no puedas decir en persona ¡dilo con cartas! Supongo que a la mayoría de las personas les gustan... 

 

No me dejó terminar cuando de repente se dió la vuelta y tomó una lapicera que estaba del otro lado de la mesita. Levantó la nota de mamá y empezó a escribir detrás de ella:

 

"Mi pequeña florecita, ¿le gustaría dormir conmigo esta noche?"

 

 

・゚・。~・゚・。~・゚・。~・゚・。~・゚・。~・゚・。~・゚・。

 

 

Caliente. 

El aire está demasiado caliente.

¿O soy yo la que está hirviendo? 

Me tiemblan las piernas, y las manos y... 

 

— Morgan, ¿puedo apagar el foco? — Preguntó desde la puerta mientras yo estaba acostada en la cama. 

 

— Claro. 

 

Lo apagó y se incorporó lentamente detrás de mi en la cama, estábamos en mi cuarto, y solo se podía escuchar el sonido de la cama rechinar lo que causó que me pusiera más nerviosa. 

 

Puso sus manos en las mías estando en mi vientre y después se acercó a mi oído —descansa, cariño — susurró para después darme un beso tierno en la mejilla. 

 

Podía sentir sus pechos pegados a mi espalda y la calurosa sensación de su respiración en mi cuello: con Isaac estando de esta manera al lado mío lo último que voy a poder hacer, es dormir. 

 

Me di un poco la vuelta para ver si ya se había dormido, sin embargo no logré ver nada debido a que el foco estaba apagado. 

 

— ¿No puedes dormir? — Preguntó de golpe. 

 

— No, es solo... pensé que tú ya lo habías hecho. — solo escuché la risa que salía de su boca. 

 

— Me encantaría hacer otras cosas, pero ahora lo único que me queda es dormir. 

 

— ¿Otras cosas? 

 

— Morgan Olson, tu sabes lo que me refiero. 

 

— Yo... 

 

— Me refería a jugar juegos de mesa, claro. — y siguió riendo. 

 

— Ah, ¿entonces solo te gustaría jugar juegos de mesa conmigo? 

 

— Claro que no...

 

— Claro que sí, lo acabas de decir. 

 

— No sabes... lo, ah... no sabes que todas las noches solo imagino todo lo que podría hacer contigo... así que, no te atrevas a decir que solo quiero eso contigo. De igual manera, incluso jugar juegos de mesa sería lindo: porque lo estaría haciendo junto a ti. — Mi cara se puso roja y mis manos comenzaron a sudar todavía más, no entiendo como es que su voz puede ser tan sexy. 

 

— Eres lindo, creo que no podría enojarme contigo. 

 

— Si supieras todo lo que he imaginado, ¿lo harías? 

 

— Mmm, no lo creo, ¿no me quieres platicar? 

 

— No creo que podría... 

 

— ¿Por qué no? 

 

— Simplemente creo que es mi imaginación, quizá algún día logre hacer todo eso. 

 

— ¿Y por qué no haz hecho nada para que se conviertan en realidad? 

 

— Porque no sé si tu quisieras. No te obligaré a hacer nada que no quieras. 

 

– ¿Y si sí quisiera? 

 

— Entonces sería diferente. 

 

Me di la vuelta y toqué su cara lentamente mientras él tenía las manos en mi cintura. Busqué sus labios con los míos y lo besé, lenta y dulcemente, como si se tratara de unos labios de cristal: frágiles. Él aceleró el ritmo cuando metió una de mis piernas dentro de la suya, sentía que me ahogaba del placer cuando su boca bajó hacia mis hombros. 

 

— Tu piel, es tan... 

 

Siguió besandome como un lobo feroz hambriento, tomaba mi cintura y me acercaba más a él. Solo se podían escuchar nuestras respiraciones. 

 

— Suave... me encanta, me encantas. 

 

Isaac dormía sin camisa, así que fue fácil tocar su pecho y pasar mi mano por su abdomen. 

 

Me sentía en las nubes. 

 

Sus manos tocando lentamente mi cuerpo me producía una sensación de estar volando. 

 

Cuando su boca comenzó a bajar por mi abdomen, temblé.

 

En un instante paró de besarme y volteó a verme. 

 

—Deberíamos parar ahora, ya no podré detenerme depués... 

 

— No lo hagas. 

 

Me miró fijamente y sacó la camisa de mi cuerpo. 

 

Tomé todo de él; su vida, su cuerpo, su corazón, sus pensamientos, sus risas, su alma. No me importa ser la culpable, porque me encantaría seguir tomando de él por el resto de mi vida. 

 

 

Isaac

 

A la mañana siguiente me desperté con Morgan entre mis brazos, estaba aferrada a mi. 

Los rayos del sol cubrían su rostro y ella se veía hermosa... cada parte de su cuerpo se veía perfecta. 

 

Me quedé viéndola un largo rato, hasta que despertó y sonrió al verme. Sabía que a ella también me encantaba que estuviera ahí. 

 

— Buenos dias, dormilona. — Y le revolví un poco el cabello. 

 

— Buenos días.. — y sonrió — ¿que hora es? 

 

— Son las... — y miré mi celular — diez de la mañana. 

 

Se levantó de golpé asustada. 

 

— ¡¿Las diez?! ¡No puede ser ¿y la escuela?! 

 

— Tranquila Morgan... hoy no hay clases. 



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En el texto hay: amorprohibido, novela juvenil, hermanastros

Editado: 01.05.2022

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