Morgan
Al llegar a casa, descubrimos una nota escrita por mamá en la mesita de la entrada:
"Soy Stela, salimos a comer, ¡nos llevamos a Tamara! Dejó preparado algo en la cocina, no duerman tan tarde, los quiero... "
Isaac y yo la leímos al mismo tiempo.
— ¿No pudo simplemente haber enviado un mensaje de texto? — Preguntó mirando la nota.
— A mamá siempre le ha gustado dejar notas, dice que le hace recordar a los tiempos en los que la gente hacía cartas, siempre ha sido muy romántica. — Dije tomando la nota entre mis manos.
—¿Y a ti también le gusta? — preguntó mirándome a los ojos.
—¿El qué?
— Las cartas...
— ¡Por supuesto! Son muy lindas, lo que no puedas decir en persona ¡dilo con cartas! Supongo que a la mayoría de las personas les gustan...
No me dejó terminar cuando de repente se dió la vuelta y tomó una lapicera que estaba del otro lado de la mesita. Levantó la nota de mamá y empezó a escribir detrás de ella:
"Mi pequeña florecita, ¿le gustaría dormir conmigo esta noche?"
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Caliente.
El aire está demasiado caliente.
¿O soy yo la que está hirviendo?
Me tiemblan las piernas, y las manos y...
— Morgan, ¿puedo apagar el foco? — Preguntó desde la puerta mientras yo estaba acostada en la cama.
— Claro.
Lo apagó y se incorporó lentamente detrás de mi en la cama, estábamos en mi cuarto, y solo se podía escuchar el sonido de la cama rechinar lo que causó que me pusiera más nerviosa.
Puso sus manos en las mías estando en mi vientre y después se acercó a mi oído —descansa, cariño — susurró para después darme un beso tierno en la mejilla.
Podía sentir sus pechos pegados a mi espalda y la calurosa sensación de su respiración en mi cuello: con Isaac estando de esta manera al lado mío lo último que voy a poder hacer, es dormir.
Me di un poco la vuelta para ver si ya se había dormido, sin embargo no logré ver nada debido a que el foco estaba apagado.
— ¿No puedes dormir? — Preguntó de golpe.
— No, es solo... pensé que tú ya lo habías hecho. — solo escuché la risa que salía de su boca.
— Me encantaría hacer otras cosas, pero ahora lo único que me queda es dormir.
— ¿Otras cosas?
— Morgan Olson, tu sabes lo que me refiero.
— Yo...
— Me refería a jugar juegos de mesa, claro. — y siguió riendo.
— Ah, ¿entonces solo te gustaría jugar juegos de mesa conmigo?
— Claro que no...
— Claro que sí, lo acabas de decir.
— No sabes... lo, ah... no sabes que todas las noches solo imagino todo lo que podría hacer contigo... así que, no te atrevas a decir que solo quiero eso contigo. De igual manera, incluso jugar juegos de mesa sería lindo: porque lo estaría haciendo junto a ti. — Mi cara se puso roja y mis manos comenzaron a sudar todavía más, no entiendo como es que su voz puede ser tan sexy.
— Eres lindo, creo que no podría enojarme contigo.
— Si supieras todo lo que he imaginado, ¿lo harías?
— Mmm, no lo creo, ¿no me quieres platicar?
— No creo que podría...
— ¿Por qué no?
— Simplemente creo que es mi imaginación, quizá algún día logre hacer todo eso.
— ¿Y por qué no haz hecho nada para que se conviertan en realidad?
— Porque no sé si tu quisieras. No te obligaré a hacer nada que no quieras.
– ¿Y si sí quisiera?
— Entonces sería diferente.
Me di la vuelta y toqué su cara lentamente mientras él tenía las manos en mi cintura. Busqué sus labios con los míos y lo besé, lenta y dulcemente, como si se tratara de unos labios de cristal: frágiles. Él aceleró el ritmo cuando metió una de mis piernas dentro de la suya, sentía que me ahogaba del placer cuando su boca bajó hacia mis hombros.
— Tu piel, es tan...
Siguió besandome como un lobo feroz hambriento, tomaba mi cintura y me acercaba más a él. Solo se podían escuchar nuestras respiraciones.
— Suave... me encanta, me encantas.
Isaac dormía sin camisa, así que fue fácil tocar su pecho y pasar mi mano por su abdomen.
Me sentía en las nubes.
Sus manos tocando lentamente mi cuerpo me producía una sensación de estar volando.
Cuando su boca comenzó a bajar por mi abdomen, temblé.
En un instante paró de besarme y volteó a verme.
—Deberíamos parar ahora, ya no podré detenerme depués...
— No lo hagas.
Me miró fijamente y sacó la camisa de mi cuerpo.
Tomé todo de él; su vida, su cuerpo, su corazón, sus pensamientos, sus risas, su alma. No me importa ser la culpable, porque me encantaría seguir tomando de él por el resto de mi vida.
Isaac
A la mañana siguiente me desperté con Morgan entre mis brazos, estaba aferrada a mi.
Los rayos del sol cubrían su rostro y ella se veía hermosa... cada parte de su cuerpo se veía perfecta.
Me quedé viéndola un largo rato, hasta que despertó y sonrió al verme. Sabía que a ella también me encantaba que estuviera ahí.
— Buenos dias, dormilona. — Y le revolví un poco el cabello.
— Buenos días.. — y sonrió — ¿que hora es?
— Son las... — y miré mi celular — diez de la mañana.
Se levantó de golpé asustada.
— ¡¿Las diez?! ¡No puede ser ¿y la escuela?!
— Tranquila Morgan... hoy no hay clases.