Morgan
Al llegar a casa, después de la escuela, la casa estaba sola, como de costumbre.
Día tras día que pasa se sentía más la ausencia de mamá y de Andrew. Y aunque gracias a que se iban Isaac y yo podíamos pasar tiempo juntos, seguía deseando pasar más tiempo con mi mamá.
— Que sorpresa qué no haya nadie, de nuevo. — dijo Isaac mientras caminábamos a nuestras habitaciones.
— ¿Por qué lo dices? ¿Te sientes triste de que no esté aquí tu padre?
— Bueno, a decir verdad su trabajo siempre ha sido así. No pasa conmigo mucho tiempo, pero solo a veces si quisiera que estuviera un poco más aquí... — dijo mirando hacia enfrente. — Pero está bien, así podemos estar tu y yo más tiempo juntos, ¿no? — dijo tocando mi mejilla.
— Por supuesto. — Respondí sonriendo.
Nos paramos afuera de nuestras habitaciones mientras nos mirábamos.
Amaba esas miradas que nos dábamos constantemente... sus ojos me reflejaban su alma, sus ganas de esto, de nosotros.
Seguido, Isaac se recargó de lado en la puerta de su cuarto. Se veía tan guapo...
— Y entonces... Olson — me miró pícaramente — ¿Qué quieres hacer hoy?
— Discúlpeme señor Ford. Hoy no puedo. Tengo demasiado trabajo qué hacer, no se le olvide que soy una universitaria. — dije dando un paso hacía él.
— Por supuesto, perdóneme señorita Morgan-universitaria. Solamente quería tener un tiempo a solas con la chica que no saco de mi cabeza. — Su mirada se volvió intensa.
— ¿Ya aceptaste qué estás obsesionado conmigo? Eso es nuevo — dije riendo.
— ¿Cómo? — respondió indignado —¿No lo sabías? Pensé que si. — dijo metiendo sus manos a los bolsillos delanteros de sus pantalones.
¿Definición de guapo? Definitivamente Isaac Ford.
— Oh... ¿entones lo estas?
— Por supuesto que sí. ¿Crees que es solo coincidencia qué me encuentres siempre en los pasillos de la Universidad?
— Bueno, pensé que quizá buscabas algo, o...
— Sí, estaba buscando algo. A mi chica con hermosas piernas y trasero perfecto.
Oh, no, no acababa de decir eso.
— ¿C-cómo? — me roburicé al instante.
— No te hagas la boba, escuchaste muy bien, dulzura.
— Pero, ¿cómo me lo dices así?
— "Así" ¿cómo? — respondió curiosos mientras daba un paso hacía mi.
— Así de descarado — y lo miré a los ojos.
— Oh, ¿eso te parece descarado? — agachó ligeramente tu cuerpo hasta quedar a la altura de mis ojos — Puedo ser mucho más descarado aún.
Sentí mi corazón pararse de golpe. No estaba respirando.
— ¿Quieres averiguar qué tan descarado puedo ser? — siguió.
— Lo estás siendo justo en este preciso momento.
— ¿Eso crees? A veces se te olvida todo lo que hemos hecho juntos, Olson. — una sonrisa maliciosa se formó en su rostro.
— Bueno, a decir verdad, no eres nada bueno disimulando.
A veces vuelve el mismo de antes, y eso me encanta.
— Nunca estuvo en mis planes disimular, ¿creíste qué sí? — y se alejó lentamente de mi. — A veces, eres un poco lenta, preciosa.
— ¿Yo? ¿LENTA?
— Eso no es lo único que me encanta de ti — dijo alejándose lentamente de mi.
— Créeme, soy muy consciente de eso. — respondí cruzando los brazos.
— Aún te pongo nerviosa, ¿verdad?
— Ni un poquito.
— Tú cara absolutamente roja miente.
— ¿Te molesta?
— Todo lo contrario. Me fascinas, mujer.
No pude evitar sonreír ante su comentario.
Este chico me va a volver loca.
— Basta de charla, tengo que ir a estudiar. Deberías hacer lo mismo.
— Oye, soy muy inteligente, no soy solo una cara bonita. — y puso su cara entre sus manos mientras me hacía ojitos.
— Demuéstralo entonces. Nos vemos después, tengo cosas que hacer.
— Suerte, te voy a extrañar. — me guiñó el ojo y me metí a mi habitación sintiéndome feliz.
Isaac me hacia feliz, muy feliz.
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Después de largas horas de concentración y de estudiar hasta el cansancio, Tamara nos llamó para comer y cuando bajé se encontraban todos en la mesa.
Estaba usando una pijama mucho más ridícula qué la anterior. Esta vez se trataba de las chicas superpoderosas.
— Hola bellota, buenas noches. — dijo mamá al verme mientras esbozaba una sonrisa.
— No te burles de mi, hace años no compro pijama nueva. Esta es de cuando tenía 15, no tienes derecho a juzgarme. — respondí indignada al mismo tiempo que me sentaba en la mesa.
Frente a mi se encontraba Isaac, que me miraba con una sonrisa divertida.
— ¡Imposible! ¿No has ido a comprar ropa desde los 15? — preguntó Andrew.
Bueno, quizá había exagerado un poquitín.
— Bueno a decir verdad...
— ¡De eso nada! Les daré algo de dinero para que tú y tu madre vayan de compras, ¿sí? Habérmelo dicho antes... — dijo Andrew mientras miraba a mamá sorprendido.
Mamá lo miraba con ojos tranquilos, de amor.
Realmente se notaba qué se amaban.
— Oh cariño, no tienes por qué — respondió mamá.
— Por supuesto que tengo por qué, somos familia, no me trates como a un extraño querida, simplemente quiero consentir a mis chicas. — Se paró un poco de su asiento para sostener un cachete y apretarlo. — Sigues siendo una bebé. Y te voy a consentir como tal.
Andrew era tan lindo conmigo. No pude evitar sonreír.
— Eso es ridículo papá, a mi jamás me has hecho eso. — Dijo Isaac indignado.
— Una vez te enojaste porque lo hice, según tú "te avergonzaba" ¡¿no lo recuerdas?!
— Ah, creo que, ya me acordé. Tienes razón. — y se desataron las risas en la mesa.
Eramos una familia feliz, realmente lo éramos.
Tiempo después Tamara nos sirvió una pasta exquisita. Nadie en el mundo cocinaba como ella.
Justo cuando iba a empezar a comer me llegó un mensaje.
Mensaje de: Isaac el más guapo de todos ♡ :
Es literalmente imposible que tengas esa pijama desde los 15. ¡No seas una mentirosa! 🫵