A veces el amor no termina con un “y vivieron felices para siempre”.
A veces termina con una mirada, un suspiro, o una despedida que no grita, pero duele.
Y justo ahí, en ese silencio, en esa separación… hay algo que se queda para siempre.
Ese fue el caso con Twenty Five Twenty One.
Yo pensé que iban a quedarse juntos. Lo juro. Lo sentí con cada capítulo, con cada escena entre los dos.
Ella, tan joven, tan valiente, tan llena de sueños… y él, ese chico que parecía tener el corazón en pedazos, pero que igual se enamoró de su fuerza, de su sonrisa, de su alma.
Ella amaba la esgrima.
Él amaba su trabajo, y amaba verla brillar.
Y aún así… no terminaron juntos.
¿Sabes lo que eso causa en alguien que está viendo la historia con todo el corazón?
Es como si alguien te apretara el pecho suavemente. No con odio, no con maldad… solo con realidad. Porque la vida no siempre se acomoda como queremos. Porque no todos los amores son para quedarse, pero sí para marcarte.
Lloré. Reí. Me frustré. Me pregunté mil veces:
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Editado: 26.08.2025