No hubo cartas para mí.
No hubo llamadas que me rescataran de mis noches en blanco.
No hubo promesas cumplidas cuando más las supliqué en silencio.
Me culpé.
Me rompí.
Me reconstruí a medias, con pedazos de sueños rotos que ya no sabían dónde encajar.
¿De qué sirve esta carta ahora?
¿De qué sirven tus palabras tarde, cuando mis heridas ya aprendieron a cerrarse solas?
Yo no soy la misma.
Ya no espero milagros frente a ventanas vacías.
Ya no creo en las promesas que no vienen acompañadas de acciones.
Mis lágrimas no son tuyas.
Mis cicatrices tampoco.
No sé si pueda perdonarte.
No sé si quiera perdonarme a mí misma por aún temblar al recordar tu nombre.
Quizás amar de verdad es saber irse.
Quizás el mayor acto de amor hacia mí misma es elegirme primero, aunque duela.
La nieve sigue cayendo afuera, como si el mundo intentara borrar mi historia.
Pero no puede.
Mi historia sigue viva, tatuada en cada grieta que logré cerrar sola.
#5293 en Novela romántica
#1514 en Chick lit
drama amor adolescente dolor y perdida, amor imposible, amor juvenil rencuentros de la vida
Editado: 14.09.2025