Amarme en silencio nunca fue suficiente.
Yo necesitaba presencia.
Yo necesitaba abrazos en madrugadas vacías.
Yo necesitaba saber que, aunque el mundo se derrumbara, al menos alguien iba a sostenerme.
Nunca fuiste ese alguien.
Miro los árboles cubiertos de nieve, los techos blancos, las luces apagadas de las casas aún dormidas.
Todo parece tan congelado, tan inmóvil...
Igual que mis sentimientos, atrapados entre el ayer y el nunca.
¿Qué sentido tiene quedarme en Noejin?
¿Qué sentido tiene quedarme donde cada rincón me recuerda lo que no fue?
Quizás debería irme.
Quizás esta ciudad ya no tiene nada para mí, excepto fantasmas y despedidas.
Me detengo frente al puente de madera.
El mismo puente donde una vez prometí que nunca olvidaría.
#5271 en Novela romántica
#1517 en Chick lit
drama amor adolescente dolor y perdida, amor imposible, amor juvenil rencuentros de la vida
Editado: 14.09.2025