Por siempre, Andersen.

Capítulo 12.

Antes de poder continuar, siempre es necesario detenerse un momento, respirar, reaccionar, y luego seguir.

Cuando pensé que podría seguir con esto, no llevé en cuenta de que tenía muchos pros y contras. No me puse a pensar en los obstáculos que podría tener a lo largo de mi vida, porque cuando decidí expandir mi horizonte, creí que estaba bien, al menos sentimentalmente.

Ahora me encuentro sentada a un costado del sofá, pensando en qué carajos hacer con mi vida. Se supone que debería estar feliz, oh vamos, estoy en un país extraordinario, tengo la posibilidad de viajar a más países, ya tuve la oportunidad de cumplir mi mayor sueño, y lo seguiré haciendo. Pero mi situación sentimental en este momento me desestabiliza.

Alejandro me ha llamado más de 50 veces en estos días. Hemos hablado, pero cada vez que estamos por arreglar las cosas entre nosotros, menciona a Ethan y él mismo se altera, haciendo todo vaya a la borda nuevamente. Quiero a Alejandro, no puedo negar que lo aprecio demasiado, y podría simplemente decidir volver con él, ¿pero para qué?. El me ama, yo lo quiero, podría vivir con él, pero en vez de ser yo quien no logre apartarse del fantasma de Ethan, es él quien no puede hacerlo, y siempre lo interpone entre nosotros.

Antes de que Ethan regresara a nuestras vidas, Alejandro hablaba de él a menudo, y por más de que yo intentara olvidarlo, Alejandro hacía que lo recuerde aunque no quisiera. Y de esa forma es imposible vivir. Sé que ambos tienen una gran rivalidad entre ellos, pero no es para llevarlo al extremo.

Ni siquiera Nico se hubiese comportado de esa forma con Ethan.

Ethan por su parte, se encarga de hacerme la vida imposible de manera indirecta. Tomó muy en serio la idea de mudarse al lado, y ahora lo tengo como vecino. Casi no lo veo, pero al llegar la noche viene hasta aquí, golpea la puerta, y se excusa diciendo que desea ver a Rex. Ni que fuera su hijo.

No se cansa de decirme que me ama, y yo me canso de repetirlo que no deseo tener nada con él. De verdad llegué al punto de preferir estar soltera, porque así es la única manera que tengo de sentirme libre y en paz conmigo misma.

Escucho el tono de llamada de mi celular, pero lo ignoro. Necesito sentir el piso frío por un momento antes de continuar. Me acuesto y cierro mis ojos.

Debo detenerme un momento, respirar, y luego continuar.

Cierro mis ojos y pienso en las tantas posibilidades que tengo que de largarme. Podría decirle a Joel que nuestro trabajo aquí ya terminó, que es momento de regresar a Sudamérica, donde estuve desde un principio. De regresar a mi país natal, y luego ir a África. Pero sé que empezaría a sospechar, porque fui yo quien prefirió alargar nuestra estadía aquí.

Aunque nunca pensé que Ethan estaría aquí, y mucho menos se le diera por querer recuperarme de la noche a la mañana. Debo pensar con cautela que hacer, porque cualquier paso en falso podría llevarme a sufrir nuevamente, o sentirme insastifecha todo el tiempo.

Odio ser tan indecisa todo el tiempo, y para colmo, no siempre tomo buenas decisiones.

Extiendo mis brazos en el piso para sentir aún más el frío. Creo que ya es de noche, no lo sé, estoy acostada aquí desde las 2, pero por lo entumecido que están algunas partes de mi cuerpo, deduzco que ya pasaron muchas horas. Rex está durmiendo, oigo sus leves ronquidos desde aquí. El celular no deja de sonar, creo que es Joel, pero no me importa mucho. El piso frío se siente bien.

Pienso en Ethan un momento, probablemente llegue enseguida, viene todas las noches a perturbar mi existencia con sus palabras y mentiras. Ha intentado besarme más de una vez, y me ha costado horrores contenerme para no corresponderle. Creo que se ha a dado cuenta de que todavía lo quiero, y por eso no se da por vencido. Lo he tratado mal, pero cuando lo miro, sé que puede ver amor en mi mirada.

Si es que eso es posible.

Sea como sea, no se cansa. Y me hace difícil la tarea de ignorarlo.

Escucho el timbre, ya llegó. Escucho a Rex levantarse y ladrar cerca de la puerta, pero no me levanto. Solo extiendo mis piernas, y me quedo acostada por completo sobre el piso, sin abrir los ojos.

Siento que Rex viene a lamerme el brazo. Ya sabe que Ethan está aquí, ya se ha acostumbrado a verlo todas las noches. Aulla en mi oído pero no me inmuto. Va hasta la puerta y empieza a ladrar, pero sigo sin hacer nada.

Se que es cruel de mi parte hacerlo sufrir de esta manera, de todas formas el no tiene la culpa de que yo tenga problemas con su padre adoptivo. En este momento lo único que nos une es Rex, si se puede decir así. Pero de todas formas no deseo levantarme, el piso nunca se sintió tan bien.

Toca el timbre una y otra vez, Rex sigue ladrando con desesperación pero yo solo me limito a suspirar.

Unos golpes más y se detiene, hasta Rex deja de ladrar. Al parecer ambos se cansaron.

O eso creo, hasta que un golpe fuerte se oye por toda la casa y puedo escuchar como la puerta se abre de golpe. Dios, que dramático.

—¿Paula?–pregunta Ethan, suena preocupado.

Se pasea por la sala hasta que parece verme, porque siento que se acerca corriendo.

—¡Paula!—se altera, arrodillándose a mi lado—¿Cariño que tienes?

Me zarandea levemente pero sigo sin reaccionar. Se me hace gracioso escuchar como su respiración se altera cuando no abro los ojos. Rex no tarda en llegar a mi lado y empieza a lamer mi mano. No veo nada, pero puedo imaginar el rostro de preocupación que tiene Ethan en estos momentos.

Pone sus dedos en mi cuello y se da cuenta de que sigo viva al palpar mi pulso, ¿no es obvio?, estoy respirando. Alza mi cabeza y siento que sopla mi rostro.

—Cielo—susurra con la voz quebrada.

Siento que sus manos van hasta mi espalda, con la intención de levantarme, y es ahí cuando abro mis ojos lentamente para observarlo. Hay lágrimas en sus ojos.

—¿Ahora tampoco vas a dejarme dormir en paz?—musito con enfado.




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