Me dirijo a la farmacia a comprar unos medicamentos aprovechando que el doctor está examinando a Joel. Me pidió que llevara unas pastillas y bolsas de suero. Aún nadie sabe con exactitud qué es lo que tiene, solo sé que está en un estado bastante delicado.
Saludo a la farmacéutica y le paso la receta de los medicamentos, ella agarra el papel brindándome una sonrisa. Aprovecho también para pedirle unos anticonceptivos, ahora sí debo cuidarme porque no deseo en lo más mínimo volver a probar suerte. La primera vez no quedé embarazada de milagro, no creo que la segunda vez corra con la misma gracia.
Me trae los medicamentos y los tomo para regresar de nuevo a la sala de espera. Tuve que dejar a Rex en la veterinaria mientras la ambulancia traía a Joel para acá, no me permitirán traerlo a menos que tenga un permiso. Le di un beso en la cabeza y le prometí que regresaría pronto, aunque me dolió un poco escuchar sus aullidos cuando iba al auto.
Me dirijo a la sala donde está internado Joel y le paso al doctor lo que me pidió. Éste sale de la habitación y me deja sola con Joel.
Me acerco a su cama y me siento en la butaca que está al lado, para luego agarrar su mano y acariciar su piel con la yema de mi dedo.
Me duele verlo así, y más aún sabiendo que no hay un diagnóstico seguro para su enfermedad, o lo que sea que tenga. Ha estado sintiéndose muy mal en estos últimos días, pero los análisis no mostraron nada que anemia, aunque no creo que la anemia le cause tanto malestar, y lo lleve a convulsionar.
Observo como han puesto vías en varias partes de su cuerpo, y como su pecho sube y baja muy despacio, tanto que me preocupa que deje de respirar en algún momento.
Salgo nuevamente a la sala de espera y me siento en uno de los bancos a esperar que el doctor aparezca con uno de los tantos análisis que le hicieron a Joel. Observo los pasillos mientras zapateo el suelo. Creo que Ethan está en este hospital y espero no encontrarme con él, porque después de lo que le dije esta mañana, probablemente esté odiándome, o ya no ha de querer saber nada de mí.
Puede que ya haya conseguido a otra mujer.
Entrelazo mis manos y observo al frente cuando veo a dos chicas pasar cerca mío, llevan batas y veo que por sus prendas dice "Aspirante a cardiología".
—Juro que cada día estoy más enamorada del Doctor—escucho decir a una de las chicas.
Una pelirroja de tez muy blanca y pecas en las mejillas. Es muy bonita.
—Es muy mayor para ti Leila—dice la morena que la acompaña, haciendo un gesto con los labios—Además probablemente esté casado.
—No lleva ni una sortija, y nunca lo hemos visto con una mujer.
Se acercan al bebedero que está a un costado de la puerta donde está Joel, es decir, frente a mí.
—Entonces puede que sea gay.
De gay no tiene nada, pienso.
Me observan y parecen darse cuenta de que las escuché, así que me dan la espalda y hablan bajito, haciendo que sea imposible escucharlas.
Ethan sigue atrayendo a muchas mujeres, pero ya no me sorprende. Se nota a leguas que las chicas han de tener máximo unos 20 años, y él ya tiene 30. Aunque no es mucha edad de diferencia. No me sorprendería que al final la muchacha termine enamorandolo, además es muy bonita, tal vez un poco más que yo.
Ambas voltean de pronto hacia la derecha, y sigo su mirada para encontrarme con un doctor que está observando fijamente hacia nosotras. O más bien hacia mí.
Un cardiólogo muy apuesto llamado Ethan, alias dolor de cabeza.
Me mira fijamente y me levanto de la silla para entrar junto a Joel. Siento como la mirada de Ethan y de las chicas me siguen cuando entro, pero no me importa mucho. Creo que ambas se han dado cuenta de cómo me miró, y eso alza un poco mi ego. Puedo no ser tan bonita como la tal Leila, pero sé cómo cautivar a Ethan y sé cómo volverlo loco de alguna u otra forma.
El doctor entra a la habitación y revisa la máquina de electro (o como sea que se llama), para observar que sus latidos estén bien. Luego de examinarlo algunos minutos, me dice que los análisis no dieron nada más que anemia nuevamente, y que debe seguir hospitalizado hasta que se encuentre un diagnóstico seguro. Lo más preocupante es que aún no despierta, por más de que el doctor diga que no hay de que preocuparse yo no puedo evitarlo.
Me siento en la butaca nuevamente, ya que si salgo al pasillo corro el riesgo de cruzarme con Ethan. El doctor se retira y yo entrelazo mis dedos con los de Joel. Lo aprecio tanto, se ha vuelto muy importante para mí.
Esconderme aquí de nada sirve, ya que la puerta no tarda en abrirse y Ethan entra a la habitación, con su bata puesta y una planilla en sus manos.
Nos miramos un momento, pero nadie dice nada, entonces vuelvo mi mirada a Joel. Ethan se acerca y observa la máquina esa y anota algunas cosas en la planilla. Luego revisa el pulso en su cuello y en su muñeca.
—¿Alguna vez tuvo problemas de respiración?—pregunta con mucha seriedad y con la voz firme, como si yo fuera solo una persona más.
—No, al menos que yo sepa—hago una mueca con los labios—. Algunas veces se agita cuando corre o camina mucho pero nunca he visto que se haya puesto tan mal por eso.
Pone su dedo bajo su mentón y se queda pensativo.
—Su respiración es muy lenta, más de lo normal—se acerca a la máquina de oxígeno y aprieta algunos botones—, así que no debemos descartar la posibilidad de que tenga algún problema de circulación y que eso afecte tanto a su sistema respiratorio como a otras partes de su cuerpo, lo que le genera fatiga, dolor entre otras cosas.
—¿Es eso lo que pudo hacer que se desmaye?
—Es probable—deja de observar la máquina y se da la vuelta para mirarme—. La mala circulación hace que la sangre no llegue a todo el cuerpo como debería, causando diferentes síntomas, y entre ellos, el desmayo. Es por eso que pienso que pudo haber sido por eso, pero no me explico la espuma en su boca.
Editado: 17.03.2021