Joel se despertó hace aproximadamente una hora.
Yo sigo aquí sentada a su lado, la noche cayó hace rato y el hospital se encuentra un poco más vacío. Un poco más deprimente que de costumbre.
Ethan se ha ido a casa para ver a Rex y prometió regresar de nuevo cuando pueda, pero le pedí que no lo hiciera, ya que tiene que descansar. He recibido muchos mensajes de gente que ni siquiera conozco, diciendo que extrañan nuestras actividades y que esperan vernos pronto.
Joel sigue mirando el techo desde hace un momento. Creo que está pensando en algo, no sé en qué, pero no ha dicho más que Hola. Le he dicho muchas cosas pero no se ha inmutado en lo absoluto. Llegué a hablarle de cómo lo encontré, de lo que ha pasado mientras dormía, le hablé de Ethan, de Rex y de muchas cosas más pero nada. Al parecer prefiere observar el techo.
—¿Estás bien?—vuelvo a preguntar.
Gira la cabeza hacia mí y se queda mirándome.
—Volvió la enfermedad—susurra—¿Cierto?
—¿Ya lo sabías?—pregunto asombrada.
Cierra los ojos con pesar y asiente.
—Me lo diagnosticaron cuando tenía 5 años—suspira—. Se suponía que habían hecho que la enfermedad durmiera, que con mucho tratamiento y cuidado no regresaría. Pero dejé de cuidar hasta mi alimentación y...
Una lágrima cae por su mejilla y acerco mi mano para secarla.
—Todo estará bien—digo, intentando hacerlo sentir mejor, aunque sea un poco difícil.
—¿Desde hace cuánto estás aquí realmente?
—Desde que te internaron.
—Deberías ir a descansar...
—No te dejaré solo—lo interrumpo—. No tienes a nadie más que a mí en este lugar, y no pienso irme hasta saber que estás bien.
—Estaré bien el día en que mi corazón deje de latir.
Sus palabras hacen que siento un pinchazo de dolor en el pecho. No puedo decir nada, sé que nada de lo que diga ahora hará que él se sienta mejor. Solo me queda recostarme a su lado y decirle que no lo dejaré solo. No me importa que alguien piense que somos algo más que amigos, en estos momentos pienso darle todo mi aprecio y cariño para que no se sienta solo o despreciado en ninguna ocasión.
Siento que mi celular vibra y él me dice que atienda la llamada. Antes de salir de la habitación, veo como vuelve a dormir y entonces aprovecho para ir al pasillo a distraerme un poco.
—¿Hola?
—Hola mi amor, ¿Como estás?
Una sonrisa se forma en mis labios cuando escucho su voz.
—Bien, en lo que cabe—me recuesto por la pared y observo a los lados. No hay casi nadie, solo los enfermeros que deambulan de un lado a otro.—¿Tú cómo estás cariño?
—Pues digamos que bien. Rex y yo te extrañamos.
Suelto una leve risita y niego con la cabeza.
—Yo también los extraño, pero no quedará de otra que verlos mañana.
—¿En verdad vas a quedarte toda la noche en el hospital?
—No me queda de otra, sabes que no puedo dejarlo solo.
—Sé que lo quieres, pero sabes que tienes que pensar también en tí. Te hará mal estar todo el tiempo en el hospital. Estás expuesta a muchas enfermedades.
—Pero tú siempre estás en el hospital y no tienes nada—me quejo.
—La diferencia cariño es que yo me alimento y me cuido muy bien, tú sin embargo tienes las defensas bajas.
—¿Me estás diciendo inútil?—alzo una ceja.
—Solo te digo que no te alimentas lo suficiente.
—Eres cruel.
—Este hombre cruel te ama.
—Ajá.
Hablamos un poco más sobre temas triviales hasta que empiezo a sentir mucho sueño y regreso a la sala para sacar algunas sábanas del armario y acostarme en el sofá. Gracias al cielo no tendré que dormir en el pasillo.
Me despido de Ethan y cuelgo la llamada para luego desearle buenas noches a Joel, quién me responde en un tono muy bajo. Se siente muy triste y me hace sentir impotente no poder decirle nada para cambiar su estado de ánimo.
Me acuesto en el sofá y me quedo observando el techo ya que no puedo dormir. De pronto el sueño que sentís se esfumó, y no me queda de otro que ponerme a pensar en todo lo que está en mi vida hasta el momento. Nunca pensé que venir a este país me traería tantas cosas buenas, como malas.
Y creo que ahora solo me queda aceptar que todo no siempre va a resultar como uno lo espera.
Editado: 17.03.2021