Por siempre, Andersen.

Capítulo 23.

Algo sacude mi brazo y abro los ojos lentamente, para encontrarme con una enfermera que está diciendo algo que no logro escuchar por tener los oídos entumecidos.

—Señorita por favor—dice.

Parpadeo y luego la observo fijamente, no sé que trata de decirme, solo sé que está tratando de hacer que me levante del sofá. Cuando logro reaccionar y me siento, ella se aparta, dejando una toalla a mi lado.

Cuando observo hacia donde se dirige, veo que están sacudiendo la cama en la que se encontraba Joel y rápidamente me levanto del sofá al ver que él ya no está ahí.

—¿Dónde está Joel?—pregunto alarmada.

—He tratado de decirle que lo mudaron a otra habitación—dice la enfermera mientras sigue acomodando la cama.

—¿Pero por qué?

—Porque hoy amaneció un poco mejor y el doctor decidió que era mejor llevarlo a una habitación donde hubiera más iluminación, para que no se sienta tan deprimido.

Respiro aliviada al escuchar eso. Le pido que me indique dónde lo llevaron y ella me da la dirección amablemente.

Tomo mis cosas y salgo de la habitación para ir en busca del cuarto a donde lo trasladaron. En el camino me topo con Ethan, quien viene a abrazarme y a tratar de besarme pero lo esquivo. Acabo de despertarme y ni siquiera me he cepillado los dientes. De hecho estoy en un estado desastroso.

Me acompaña a buscar la habitación, ya que sus alumnos no han llegado aún, y mientras caminamos me cuenta que ha dejado a Rex nuevamente en la veterinaria ya que anoche lo encontró un tanto cabizbajo y piensa que es por haberse quedado solo tanto tiempo. Así que dejarlo con la veterinaria será mejor. Y fuera de eso, charlamos sobre la importancia de la alimentación, en cómo no me alimento, y de paso me regaña por quedarme tanto tiempo en el hospital.

Sigo tratando de hacerle entender que no puedo dejar solo a Joel ya que soy la única persona que tiene en este país y no puedo abandonarlo. Creo que si yo estuviera en la misma situación que Joel no me dejaría sola ni aunque eso significaría poner en riesgo su salud, ya que está expuesto a enfermedades como dice Ethan. Puede que también está equivocado y que en otras circunstancias, Joel me haya dejado sola pero de todas formas, si decido ayudarlo es porque de verdad lo quiero y no me importa si no recibiría lo mismo de su parte. La amistad no solo se trata de dar y recibir, muchas veces sólo se da sin esperar nada a cambio.

Una vez que logro encontrar la habitación a donde lo llevaron, que por cierto queda en el segundo piso, le doy un abrazo a Ethan y me despido de él, con la promesa de que lo veré más tarde. Me da un beso en la frente y se va, mientras yo me deleito viéndolo marcharse. No puedo negar en lo absoluto que Ethan no ha perdido ni una pizca de su hermosa masculinidad.

El uniforme le sienta tan bien que hasta parecería que es un modelo y no un doctor exactamente. Y ni hablar de sus rasgos, tiene el rostro esculpido por los mismísimos Dioses.

Muerdo mis labios una vez más y cuando lo pierdo de vista al bajar las escaleras me doy la vuelta para ingresar a la habitación, donde veo a Joel sentado en la cama, comiendo al parecer un postre.

Me alegro demasiado al verlo sentado y un poco más vivaz, tanto que apenas cierro la puerta voy corriendo hasta él y lo abrazo.

—¡Adoro verte mejor!—chillo de emoción cuando me aparto.

—Yo te adoro a tí—me sonríe—. De verdad me siento un poco mejor.

—¿Ves?—alzo una ceja y sonrío—Te dije que todo estaría bien.

—La que no está bien ahora eres tú—frunce el ceño—. Tienes el cabello como si hubieses sobrevivido de un huracán.

—¿Tan mal me veo?—frunzo los labios.

—Fatal.

Hago puchero con los labios y de pronto nos empezamos a reír de mi bobada.

Ciertamente la habitación en la que está ahora es mucho más iluminada que la otra, de hecho hasta parece darle un poco más de vida a Joel. Prácticamente la cantidad de luz que filtra por la ventana, nos llena el alma de alegría y más ganas de vivir. Y me incluyo porque si veo a Joel desanimado, yo me desanimo igual o peor.

Como si estuviéramos conectados.

Seguimos charlando de muchas cosas hasta que me dice que es momento de que vaya a descansar, y esta vez le hago caso. Necesito darme una ducha, relajarme un poco, ver a Rex y dormir al menos unos minutos.

Además, tengo entendido que Alejandro quedó en venir a pasar la noche con Joel, así que sí él viene, aprovecharé para quedarme en casa.

Me despido de Joel y salgo de la habitación para ir hasta la salida. Lastimosamente no me topo de nuevo con Ethan, pero de todas formas le dejaré un mensaje haciéndole saber que voy de camino a casa, así no se preocupará ni nada por el estilo.

Voy hasta el auto y en cuánto subo pongo el motor en marcha para conducir a mi hogar, dulce hogar.

Pongo un poco de música para no quedarme dormida en el trayecto. Antes de ir a casa, recuerdo que Ethan había dicho que dejó a Rex en la veterinaria así que primero voy a buscarlo. Llego al local y le digo a la jóven que me lo llevaré por unas horas. Al menos me encuentro con la grata sorpresa de que lo han alimentado y le han dado una ducha.

Rex me salta y me llena de baba al llegar junto a mí. Yo no puedo evitar abrazarlo y llenar su cabeza de besos cuando lo veo, de verdad amo demasiado a mi perro, como si fuera mi hijo realmente. Cuando terminamos de darnos cariño, le indico que suba al auto y él lo hace gustosamente, mientras yo me despido de la muchacha.

Subo al auto y empiezo a conducir para ir a casa, al menos queda cerca y no tendré que manejar mucho. Rex ladra pidiéndome que ponga música y cumplo su petición, ya que si no lo pongo corro el riesgo de quedarme dormida.

En cuanto llegamos, estaciono en frente bajamos del auto. Rex se adelanta en ir hasta la puerta y yo lo sigo mientras saco las llaves de mi cartera. Al entrar, voy directamente hasta arriba para entrar a la habitación.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.