Un extraño movimiento en mi brazo hace que abra los ojos lentamente.
Nuevamente una sensación de escozor se apodera de mi piel y entonces me levanto de golpe. Observo a Rex, quien está sentado en la cama mirándome con la cabeza ladeada y la lengua afuera. Intercambio mi mirada de él a mi brazo izquierdo y veo que mi piel está roja, con pequeños puntos.
¿Que carajos?
—Hasta que por fin te despiertas—escucho la voz de Ethan proveniente de la puerta.
Alzo la vista hacia él y lo veo entrar a la habitación llevando puesto una camisa celeste y un pantalón azul marino, al parecer se ha dado una ducha recientemente.
—¿Que hora es?—pregunto un tanto somnolienta mientras palpo mi frente y noto que estoy pegajosa.
—Son las 5 de la tarde.
Abro los ojos de par en par.
—¿QUE?—digo, casi gritando—.¡No puede ser!—me alarmo—. Se suponía que regresaría al hospital al medio día.
—Pues yo vine aquí al medio día con la intención de llevarte pero te encontré durmiendo—se acerca a la cama y se sienta en la orilla, cerca de Rex. Le acaricia la cabeza y le sonríe.—Ni siquiera había luz, pensé que estarías quejándote por eso pero cuando subí aquí, te encontré durmiendo profundamente, empapada en sudor y con los mosquitos rondándote como si fueras carne muerta y ellos buitres.
Frunzo el ceño y lo miro incrédula al escucharlo decir todo eso. Ahora entiendo porque tengo la piel roja. El sudor me viene de lo peor.
—No entiendo como pude haberme quedado dormida tan profundamente—suspiro y dejo caer la cabeza hacia atrás.
—Estabas cansada cariño, es normal.
Sube por completo a la cama para acostarse a mi lado y me sonríe haciendo que mi día, o mejor dicho mi tarde, mejore inmediatamente.
Me recuesto en su pecho y acaricio su brazo. Se que debo estar oliendo fatal por el sudor pero no me importa mucho, como diría mi madre: si me quiere, tendrá que aceptarme como soy.
Y en este momento soy una mujer que apesta a sudor y tiene ronchas por picaduras de mosquitos.
Muy sutil.
—¿Sabes si Joel está mejor?—pregunto.
—No, no pude hablar con él porque estaba Alejandro en la sala.
—Tenias que saludarlo y ya—bromeo—,total son muy buenos amigos.
—Tan buenos que me dan ganas de cargarlo a palos cada vez que lo veo—bufa.
Me río y me levanto de la cama para ir al baño, me urge una ducha y un cambio de ropa.
Para cuando salgo del baño, limpia y bien vestida, veo que Ethan está observando su celular en la misma posición que antes. Observo la habitación y no veo a Rex por ninguna parte, por lo que deduzco que Ethan lo habrá sacado a la sala. Me gustaría acostarme a su lado y pasar lo que queda del día con él, abrazados y agarrados de las manos mientras nos damos besitos o acaricio su abdomen para descender hasta su...
—¿En qué piensas?—habla Ethan, sacándome de mis pensamientos.
—En que tengo que regresar al hospital—miento.
Me acerco al armario y abro la puerta para mirarme al espejo. Creo que opté muy bien al ponerme el jeans negro y la camisa violeta. Recojo mi cabello en una coleta alta y me pongo un poco de labial mientras Ethan habla, aunque no le presto mucha atención.
—¿Estás prestándome atención?—lo escucho quejarse.
—Uhum.
—Paula, tienes que alejarte del hospital por un tiempo—me regaña—. No eres una chica que se alimenta bien, puedes contagiarte de cualquier enfermedad en ese lugar.
—¿Te gusta el color?—pregunto mostrándole mis labios como si fuera a darle un beso, ignorando por completo sus quejas.
—No.
Ruedo los ojos y cierro la puerta para luego caminar hasta él y darle un beso en los labios.
—No me pasará nada—sonrío y acaricio su cabeza.
Niega con la cabeza, dándose por vencido. Sin poder evitarlo me devuelve el beso. Antes de poder alejarme, me toma de la cintura y hace que me siente en su regazo.
—Ethan, ya tengo que irme—susurro cerca de sus labios.
Ignora mis palabras y no me deja rechistar. En un movimiento brusco me coloca debajo suyo y me apresa con su cuerpo.
—Creo que la única manera de hacer que te quedes es atraparte aquí—musita frente a mi rostro mientras sus manos bajan lentamente por mi cuerpo.
—Ethan...—susurro.
Intento decirle que se aparte para poder irme pero ni siquiera tengo fuerza de voluntad cuando lo tengo así, tan cerca. Me mira fijamente y luego me besa, pero no se concentra solo en mis labios, sino en todo mi cuerpo, acariciando cada rincón con sus manos. Me obligo mentalmente a subir mis manos hasta su pecho para empujarlo pero no logro mi objetivo, al darse cuenta de que quiero apartarlo entreabre mis piernas y empuja su pelvis contra la mía.
—¿De verdad quieres irte?—pregunta, su voz se ha vuelto ronca.
Obviamente no... Pienso.
Claramente no deseo levantarme, si fuera por mí ya me estaría quitando la ropa para él, pero no puedo dejar de lado a Joel aunque me muera de ganas por tener a Ethan.
—Te deseo Ethan, pero Joel me necesita.
Me levanto a duras penas y escucho como se queja pero no tengo de otra, Joel me necesita.
Evito mirarlo cuando me levanto de la cama, siento que me mirará con molestia y me da pena. Agarro mi bolso y salgo de la habitación, sin mirar atrás. Cuando bajo la escalera me aseguro de ver que Rex tenga purina y agua, luego acaricio su cabeza y salgo del dúplex.
Camino hasta el auto y en cuánto subo conduzco hasta el hospital. El atardecer se asoma así que es probable que me quede a dormir en el hospital, amenos que ya le den de alta. Dios quiera que sí.
Prendo la radio y escucho una canción cualquiera mientras conduzco.
Cuando llego al hospital estaciono el auto y agarro mi bolso para luego bajar. Me siento un poco decaída extrañamente y no sé por qué. Ciertamente el hospital hace que mi ánimo decaiga rápidamente, es un lugar deprimente.
Editado: 17.03.2021