Acaricio a Rex mientras observo como duerme plácidamente a mi lado. Decidí dormir esta noche en casa, he descuidado mucho a Rex y a la casa estos días, aunque Ethan se ha estado quedando aquí igual prefiero encargarme personalmente de todo.
Me levanto silenciosamente de la cama para no despertar a Rex y salgo de la habitación para ir a la sala y ver que puedo hacer mientras, ya que no tengo sueño apesar de que ya es un poco tarde.
Veo que ni siquiera hay cubiertos sucios y la sala se encuentra impecable. Al parecer Ethan se tomado muy en serio el papel de casero y ha dejado todo muy limpio antes de ir. Hasta ha ido de compras.
Qué eficiente.
Me siento en el sofá y decido llamarlo. Me había dicho que hoy sus "alumnos" tendrían guardia y tendría que quedarse con ellos, así que pasará la noche en el hospital.
Tomo el celular y busco su número entre mis contactos mientras me acomodo mejor en el sofá.
En el tercer timbrazo contesta la llamada.
—Hola cielo—lo saludo con mucha emoción.
—El Doctor está ocupado—una voz femenina me recibe y frunzo el ceño.
—¿Quien habla?
—Leila.
—Necesito hablar con Ethan, por favor.
—Dudo que quiera hablar contigo, estamos a solas ¿Sabes?. Creo que llamaste en un mal momento.
Me río con sarcasmo.
—No te creo—espeto.
—Como quieras—dice con cinismo.—Tendrás que hablar con él mañana, ahora estamos ocupados. Adiós.
Cuelga la llamada y me quedo con el celular pegado a la oreja tratando de asimilar la situación. Creo que ella está inventando esto, pero aún así no puedo estar tranquila.
Llamo rápidamente a Julián y por suerte me contesta al instante.
—Hola Pau—me saluda alegremente.
—Hola Doctor. ¿Estás en el hospital ahora?
—¿Si?—pregunta.
—¿Podrías hacerme un gran favor?
—Si claro, dime ¿Necesitas algún turno o cita?
—Necesito que hagas de espía.
—Vaya. Eso me interesa.
—Me gustaría que espies a Ethan en su consultorio y si es posible que lo fotografies si está con alguna mujer.
—Por supuesto que lo haré—responde con entusiasmo y una pizca de maldad en su voz.—Regreso pronto.
Cuelga la llamada y dejo el celular a un costado. Tengo una extraña sensación en el pecho y me desespera. Sé que Ethan sería incapaz de hacerme daño otra vez, de lastimarme. Sé que me ama, sé que soy la única. ¿Por qué habría de mentirme?
Conmigo lo tiene todo, al menos lo esencial. Ni siquiera podría decirse que no llevamos una relación íntima estable, ya que en cada oportunidad...
Ahuyento mis pensamientos y poso mi vista al suelo, no tengo nada que hacer, más que esperar a que Julián se comunique y me quite las dudas de una vez por todas.
Tarareo una canción cualquiera mientras jugueteo con mis dedos.
Pasan varios minutos, casi 10, y es cuando me decido a ir a dormir que escucho el celular vibrar y cuando lo reviso, veo que Julián me ha enviado una imágen.
Ingreso al chat y descargo la imágen.
Pero me arrepiento de haberlo hecho.
Es una foto de Ethan, con Leila. Claramente se ve que están besándose. Él está recostado por la mesada y ella está pegada a él descaradamente.
Siento un nudo en el pecho y las lágrimas se acumulan en mis ojos sin previo aviso.
Me quedo mirando el celular absorta, sin poder gesticular palabras ni nada parecido.
De pronto el nombre de Julián aparece en la pantalla y contesto la llamada.
—Deberías venir a verlo por tus propios ojos.
Sin decir nada, dejo el celular sobre el sofá y me levanto para ir a cambiarme. No me quedaré esperando toda la noche a que sea de día para poder ir hasta él, o ellos. Tampoco me quedaré a martirizarme.
Subo a la habitación y me cambio lo más rápido posible. Le doy un beso a Rex y luego salgo.
Agarro mi celular y salgo de la casa para ir hasta mi auto. Intento despejar de mi mente la imágen, de lo contrario me pondré a llorar como una Magdalena y no deseo hacerlo.
Conduzco a toda velocidad y en cuestión de minutos ya estoy frente al hospital. Estaciono el auto y bajo para encaminarme apresuradamente hasta el consultorio donde se encuentra Ethan. No me importa chocar con nadie, ni siquiera escucho el llamado de las enfermeras que preguntan si me encuentro bien.
Diviso a Julián esperándome cerca y aunque veo mover sus labios, no escucho lo que dice.
Cuando estoy frente a la sala, me quedo estupefacta.
Él está ahí, con ella, abrazados.
—Bonita escena—espeto en cuánto entro.
Ethan se aparta rápidamente de Leila y me mira con preocupación.
—Paula—dice mi nombre como si pronunciarla fuera a iniciar el fin del mundo.—Mira esto...
—¿No es lo que parece?
Busco la imágen en mi celular y se lo muestro. De pronto palidece y su respiración se acelera.
—Paula...—se acerca y trata de apoyar sus manos a mi hombro pero lo empujo.
—Jamás vuelvas a tocarme—gruño, mirándolo fijamente y con mucho enfado—. Me mentiste otra vez, y te advertí que no te lo perdonaría.
—Mi amor, de verdad no es lo que parece, por favor déjame explicártelo—me suplica, y sus ojos por un momento parecen llenarse de lágrimas.
Me río a carcajadas, pero mi risa es sarcástica, irónica.
—Fuí tan estúpida por volver a creer en ti—el pecho me arde y la garganta se me desgarra por las ganas que tengo de llorar.
Pero no puedo permitirme eso.
Me engañó, una vez más lo hizo.
—No es la primera vez—dice Julián de pronto, ni siquiera sé en qué momento entró a la habitación.
—Cállate maldito—interfiere Ethan, con un tono de rabia.
—¿De qué hablas?—pregunto, atrayendo su atención.
Saca su celular y teclea algunas cosas antes de mostrarme la pantalla. Veo una foto, una de la sala donde estamos ahora y ahí están Ethan y Leila, besándose. Ethan tiene sus manos en sus brazos y ella en el cuello de él. La foto es de hace una semana aproximadamente, y reconozco la vestimenta de Ethan.
Editado: 17.03.2021