Por siempre, Andersen.

Capítulo 27.

Froto mis ojos y bostezo por enésima vez. 

No he podido dormir casi nada, no cuando Ethan por poco y echa la puerta de tantos golpes que dió.

Estuvo casi una hora pidiendo que abriera la puerta, pero ni siquiera le había dicho una sola palabra. Me mantuve callada en el sofá, escuchando sus lamentos mientras las lágrimas caían por mis mejillas y yo intentaba ahogarme con el agua.

Cuando no dije nada y tampoco abrí la puerta, al parecer se cansó y se fue.

Desde ese entonces creo que he dormido máximo una hora, y probablemente tenga la cara de muerta, pero eso ya no es lo importante ahora. Lo primordial en este momento es ir junto a Joel y ver la manera de sacarlo de ese hospital. No deseo tener que ver a Ethan todo el tiempo.

Me dirijo al baño y me doy una ducha para tratar de sacar la pereza de mi cuerpo.

Cuando salgo, me visto con lo primero que encuentro y voy hasta la cocina para dar de comer a Rex, quien de seguro tampoco ha podido dormir.

Apenas me ve viene corriendo moviendo la cola y se asegura de demostrarme su amor llenándome de baba la mano. Le sonrío dulcemente y él me ladra. Una vez que le pongo la comida en el plato, el disfruta de su desayuno y yo me dispongo a salir de casa, no sin antes llamar a Kani, la veterinaria que cuidará a Rex de ahora en más.

Le doy un beso en la cabeza y tomo mis llaves para ir hasta mi auto. Mientras conduzco, me preparo mentalmente para ver a Ethan, o al menos para no hacer nada cuando lo vea.

Conduzco rápidamente, aunque esta vez no es para ver a Ethan antes de ir junto a Joel, sino para ver a Joel antes de que el man aparezca.

Llego al hospital y estaciono el auto.

Cuando ingreso y camino hasta la sala donde está Joel, me topo con desagradable sorpresa de que Ethan está frente a la puerta con las manos en los bolsillos, al parecer esperando a alguien.

Te espera a ti dice mi subconsciente, pero decido ignorar a mi voz interior.

Me ve y su rostro parece iluminarse, o algo parecido. Pero me da igual. Simplemente lo ignoro y paso a su lado como si no lo hubiese visto.

O al menos lo intento.

Cuando paso en dirección a la puerta, el Me agarra del brazo e instintivamente clavo mis uñas en su piel, haciendo que se aparte bruscamente.

—No te me acerques—espeto bruscamente.

Me retiene la mirada, y pienso que se dará por vencido pero hace todo lo contrario.

Sin esperarlo, me toma bruscamente de la cintura y me apoya por completo a él, acercando su rostro tan cerca del mío que puedo sentir su respiración.

—Sé que no me odias—susurra.— Y también sé que de verdad no quieres que deje de acercarme.

Sin pensarlo dos veces, le propino una patada entre las piernas a la sala, dejándolo solo en el pasillo, quejándose.

No puedo evitar notar como la piel se me ha erizado por completo y mi respiración se aceleró sin darme cuenta.

Joel me observa confundido cuando me ve entrar a la sala, como si hablara conmigo misma.

—¿Pasó algo?—pregunta mientras trata de acomodarse en la camilla.

Asiento y me acerco a él para ayudarlo a poner bien la almohada mientras empiezo a contarle lo sucedido en estas últimas hora mientras él descansa plácidamente.

—¿Qué piensas hacer?—me pregunta, observándome fijamente.

—Sacarte de este hospital, llevarte a uno mejor y seguir a tu lado hasta que mejores—digo, agarrando su mano.

—Me refiero a Ethan.

—Salir de este hospital incluye a Ethan. No quiero volver a verlo, sinceramente.

—¿Estás segura de que no fue una trampa de la tal Leila?

Lo observo fijamente y analizo su pregunta en mi mente.

—Si así fuera, ¿por qué hay dos fotos de ambos besándose? Y, ¿por qué no me dijo que se habían besado en una ocasión?—alzo una ceja—Además, yo los encontré en una actitud sospechosa, y eso no lo puede negar nadie.

—Ethan no se ve tan mal hombre a pesar de todo, tal vez deberías escucharlo—dice, mientras acaricia mis dedos.

—Ya volví a caer en su trampa, en serio no quiero tener que hacer por tercera vez—suspiro—. He sufrido demasiado por culpa suya y ya no quiero que me diga cosas que luego no va a cumplir.

—Tienes razón.

Le sonrío una vez más antes de salir de la sala para ir a hablar con algún encargado general o algo así. Necesito pedir su traslado cuanto antes.

Mientras busco al médico cabecera de Joel para preguntarle dónde puedo pedir el traslado, veo a lo lejos que Ethan me observa fijamente y le mantengo la mirada, hasta que Leila aparece en mi campo visual y entonces miro a otra parte.

Suspiro y miro una última vez en dirección a Ethan, quien viene caminando hacia mí y sin poder evitarlo, camino rápidamente para continuar con mi búsqueda.

Se que en estos momentos me veo como una niña inmadura corriendo del problema. Pero el problema es un hombre muy apuesto que aunque sea un jodido imbécil, sabe como alborotar mis hormonas y descolocarme por completo en cuestión de segundos.

Así que en mi defensa puedo decir que lo hago por mí salud mental.

Y emocional.

Y hormonal.




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