Por siempre, Andersen.

Capítulo 28.

—¿Estás bien Paula?

Alzo la vista y observo a Joel. Me había quedado absorta en mis pensamientos y ni siquiera me había dado cuenta.

—Si, lo estoy.

Me levanto de la silla y salgo al pasillo para observar un poco.

Hace cuestión de minutos llegamos al hospital donde trasladaron a Joel, y me siento un poco extraña aquí. Bueno, nos sentimos extraños.

El hospital es casi tan grande como el otro, y aunque es más lujoso y parece tener mejor calidad en atención, las personas aquí no se ven amables ni nada por el estilo.

Suspiro y entro de nuevo a la sala para sentarme en la cama con Joel. Lo bueno es que al menos la cama es más amplia y el sofá más cómodo.

—El atardecer se asoma—informo observando el amplio ventanal que da una pequeña vista de la ciudad.

—Deberías descansar Pau.

—Creo que estaré mejor aquí-lo miro y sonrío.

—Rex también te necesita.

Miro su rostro un momento y me doy cuenta de lo demacrado que está. Cada día está más pálido, y lo único que le da color a su rostro son sus oscuras ojeras que hunden sus párpados. Siento una tristeza inmensa por verlo de esta forma, tan apagado, cuando él era el hombre más alegre.

—Mañana empezaré la quimio—dice de pronto—, me asignaran una enfermera que me cuidará estos días. De verdad no quiero que estés conmigo todo el tiempo. Te adoro Paula, y agradezco todo lo que haces por mí, pero tú ya prácticamente vives en el hospital, y no quiero que te contagies nada.

—¿Como sabré si la enfermera te cuidará bien?—hago pucheros con los labios.

—Vendrás a visitarme una vez por semana—me sonríe y se levanta un poco para darme un beso en la frente—Continúa con tu vida Pau, saber que sigues ayudando a los animales y al planeta a mí me hará mucho mejor, créeme.

—No estaré tranquila sabiendo que tu estás aquí solo—lágrimas se juntan en mis ojos y la voz se me quiebra.

—No estaré solo Pau—pone su dedo bajo mi ojo y seca mi piel—Quiero que lleves la felicidad al mundo, no que te dejes derrotar por mí. Eres jóven, bella, inteligente. Por favor, has de todo eso algo bueno.

—Entonces...—froto mis ojos para quitar las lágrimas—¿Quieres que venga a verte solo una vez por semana?

—O cada vez que puedas.

Le doy un fuerte abrazo y luego le prometo que trataré de seguir con mi vida cómo antes, al menos seguiré con nuestra organización en su nombre.

Le doy un último abrazo antes de tomar mis cosas y salir del hospital ya que prácticamente me echó, con la excusa de que quiere dormir.

Voy hasta mi auto y empiezo a conducir con la canción "Us" a todo volumen mientras observo la carretera al pasar. Mi casa queda un poco lejos de aquí así que conduzco sin prisa.

Abro las ventanillas y dejo que el aire mueva mis cabellos mientras me pierdo en la letra de la preciosa canción.

Is there a secret?
Is there a code?
Can we make it better?
Because I'm losing hope
 


 

Canto mientras muevo mis dedos sobre el volante y en cierta forma todo lo que escucho en la canción me recuerda al puto Doctor que no ha hecho más que dañar mi vida desde que lo conocí.
 


 

Pero también me ha hecho conocer tantas cosas buenas.
 


 

Over the riots
Above all the noise
Through all the worry
I still hear your voice
 


 

Antes de que la canción siga afectándome aún más, cambio a otra y solo mantengo la vista al frente, sin prestarle mucha atención a lo que dice la otra canción.
 


 

Cuando llego a casa saludo a Kani y ella se despide amablemente para ir a su casa. Rex viene a recibirme con la misma alegría de siempre y yo lo abrazo como si no lo hubiese visto en años.
 


 

—Hoy empezamos de nuevo—susurro mientras me arrodillo frente a él y acaricio su espalda. 
 


 

—¿Que empezará de nuevo?—escucho su voz detrás de mí y siento una corriente eléctrica en todo el cuerpo.
 


 

Me pongo de pie y Rex automáticamente va corriendo hasta él. Yo me doy la vuelta lo más lento posible para encararlo.
 


 

Cuando lo observo, veo que está acariciando a Rex, pero con la vista puesta en mí. Observándome de pie a cabeza.
 


 

Como si tramara algo.
 


 

—Vete de aquí.
 


 

—No sin que antes me respondas algo.
 


 

Se acerca hacia mí pero retrocedo, y él detiene sus pasos.
 


 

—¿Qué?—pregunto a la defensiva. 
 


 

—¿Qué tengo que hacer para que me creas?
 


 

Trago saliva cuando sus ojos se clavan en los míos y parece escudriñarme con la mirada.
 


 

—Lo único que quiero es que me dejes en paz. 
 


 

—Te demostraré que no te engañé.
 


 

—No me engañaste, solo te besaste con otra después de decirme toda esa mierda de que ya habías cambiado—digo con sarcasmo.
 


 

-No fui yo...
 


 

—¿Fue ella?—lo interrumpo—Pobrecito, ¿acaso fue quien te besó?, y tú pobre hombre víctima de la situación no pudiste hacer nada al respecto—me cruzo de brazos y ruedo los ojos.
 


 

—En realidad lo hice, pero tú viste solo el beso.
 


 

—Y si no hubiese sido así, que solo fué una trampa... ¿Fuiste tan imbécil como para no darte cuenta?
 


 

—La primera vez sí, la segunda vez pasó todo muy rápido...
 


 

—Ya no sigas—camino hasta la puerta y le señalo que salga—No tengo ni una mínima intención de seguir tolerando tus estupideces. 
 


 

—¿Por qué eres así conmigo?—suspira. 
 


 

—¿Por qué será?—pregunto sarcástica.
 


 




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