Meto apresuradamente a Ancar en su jaula ya que hace rato olvidé cerrarlo y ahora está intentando morder a Sandra.
—Se nota que me quiere mucho—bromea.
—Es muy dulce, solo hay que tenerle paciencia.
—Sì, dulcemente quiere comerme el dedo—hace una mueca.
Me río y acaricio a Ancar una vez más antes de encerrarlo. Susan ha llevado a Rex a pasear así que no tengo de otra que esperar a que ella regrese para poder irme. Mientras espero decido pasear por el lugar para ver si hay algunas necesidades o falencias.
Muchos aquí me han preguntado por Joel, él se ha hecho querer demasiado y lo extrañan mucho. Les he dicho que está hospitalizado a causa de su enfermedad pero que debemos esperar a que pronto mejore.
Y ojalá sea así.
Camino hasta el patio y me detengo a observar como juegan los perros. Algunos perros se deprimen estando encerrados así que nos encargamos de entrenarlos para que no peleen entre ellos y así para que puedan estar juntos jugando como si fueran niños. Aunque claro, hay algunos perros que no dan tregua y ya han mordido a otros perros y a los voluntarios en más de una ocasión. Hay como 4 perros que son sumamente bravos: Dalton, Rambo, Ares y Krugger.
Los tres primero son pitbulls que han estado en peleas de perros, los han entrenado para ser salvajes y muy peligrosos. Los trajimos porque sus entrenadores los maltrataban sin compasión si ellos perdían las peleas, y bueno, no merecían seguir sufriendo.
Krugger es un Rottweiler al que realmente temo. Es un perro tenebroso y más peligroso que los otros. Lo mantienen aislado por el momento porque ya ha matado a algunos perros y mientras no encontremos a un entrenador experto en esa raza, no lo podemos dejar salir al exterior.
Juego con los perros un rato y cuando ya me encuentro cansada regreso adentro. Voy a la sala de adopción y charlo con los voluntarios un rato. Muchos animales han sido adoptados en este tiempo que estuve ausente, así que hay muchos lugares libres, y mucho espacio para poder traer más animales.
—A partir de mañana necesito que empiecen a rescatar animales de nuevo, lastimosamente no podré acompañarlos porque estaré con Joel cuidándolo y también debo ir al otro centro. Pero cualquier cosa que necesiten, no duden en decírmelo.
Ellos asienten amablemente y se retiran a hacer sus labores. Yo mientras me dispongo a organizar algunos papeles.
—Yo también te amo—de pronto siento su respiración en mi cuello y sus brazos alrededor de mi cintura.
—¿Ah?—pregunto confundida, quedándome tiesa.
—Fui hasta el hospital para preguntarle a Joel que significa aquello que me dijiste.
—¿Fuiste hasta allí solo para eso?
—Así es—me da un beso en el cuello.
—No me toques—lo empujo con mi trasero hacia atrás y lo aparto.
—Pero me amas, eso es lo importante—me sonríe.
Ruedo los ojos.
Me arrepiento de haberle dicho eso. Mierda.
Él se ríe y se acerca para darme un beso pero me cruzo de brazos y alzo el mentón.
—Te he dicho que no te me acerques.
—Bueno.
Se da la vuelta para irse y me deja confusa su comportamiento, pero antes de poder preguntarle o decir algo, voltea de nuevo y viene hasta mí y se detiene muy cerca, con su rostro casi pegado al mío. Acerca sus labios y como tonta espero un beso, pero nunca llega. Se aparta y se va, riéndose como un imbécil.
—¡Maldito!—grito con enfado.
Escucho su risa desde aquí y siento que la cólera se apodera de mí cuerpo.
Esto no se lo voy a perdonar.
Editado: 17.03.2021