Apenas me acerco diviso el auto de Ethan estacionado frente a casa y una extraña sensación de ansiedad se apodera de mi cuerpo.
Estaciono y bajo del auto luego de soltar una gran bocanada de aire. Me apresuro en caminar hasta la puerta y siento los dedos temblorosos al agarrar la manija.
Me siento como una niña que tiene miedo a entrar a la casa porque la mamá lo va a regañar.
Me digno a abrir la puerta de una vez por todas y entro antes de que pueda arrepentirme nuevamente. Al entrar, me extraña ver que las luces están apagadas, solo hay un vela encendida sobre la mesa en la cocina.
Tengo miedo.
Avanzo hasta la mesa y al acercarme noto que hay un pedazo de papel a un costado de la vela. Tomo el papel y veo que es una nota que dice:
Es momento de recompensarte todo el mal que he hecho.
Sube a la habitación.
Frunzo al ceño al leer lo que dice y me desconcierta, ya que aunque sé que es una nota de Ethan, no entiendo porque tanto misterio.
Hago caso a lo que dice la nota y dejo mi cartera en el sofá para luego subir a la habitación. Antes me doy cuenta de que Rex no está aquí y me preocupo un poco, pero pienso en que tal vez Ethan lo ha llevado a su casa. Subo los peldaños y camino hasta la puerta para detenerme un momento antes de abrirla. No sé si este es un juego más, una broma de mal gusto, o un acto romántico de parte de Ethan.
De cualquier forma tengo el derecho a la duda.
Abro la puerta y noto que la luz está apagada pero la notebook está encendida sobre la cama y alumbra un poco la habitación. Cierro la puerta a mis espaldas y camino hasta la notebook para darme cuenta de que hay un vídeo que se ha puesto en pausa. Realmente todo esto es muy extraño pero mi curiosidad es más fuerte que mis miedos así que pongo el vídeo en Play y las imágenes de Ethan y Leila en la sala del hospital aparecen en la pantalla.
Él está caminando de un lado a otro acomodando los materiales que utilizan mientras ella está recostada por la camilla. Se nota que están charlando pero lastimosamente el vídeo no es con audio así que no me queda de otra que solo ver lo que sucede.
Acto seguido, Ethan se detiene frente a la mesada y comienza a juntar sus cosas en su maletín y ella camina hasta él para ponerse cerca, muy cerca suyo. Él la esquiva pero casi en un reflejo logra estampar sus labios en los de Ethan y lo besa. Mi corazón se acelera al ver esa imagen y siento un dolorcito en el pecho sin importar que en el vídeo Ethan la empuja y agarra sus cosas para salir de la sala.
El vídeo se termina y antes de poder siquiera moverme, otro vídeo aparece y puedo reconocer que es de la vez en que lo vi juntos. Ellos están charlando tranquilamente y riendo de vez en cuando hasta que de pronto ambos parecen ponerse muy serios y ella parece estar explicándole algo, él solo la mira y asiente cada tanto. Todo marcha bien hasta que ella se acerca y vuelve a besarla. Rápidamente él la aparta y a juzgar por la expresión en su rostro, él parece regañarla. Se quedan charlando unos minutos, ella baja la cabeza y parece un perrito mojado. Cuando terminan de charlar, ella abre los brazos como una invitación para que la abrace. Ethan niega con la cabeza y se mantiene con los brazos cruzados pero ella sigue hablando, enntonces él suspira y la abraza.
Y es ahí cuando llego yo.
Hecha una furia.
—Ella me pedía disculpas por haberme besado—lo escucho detrás de mí y la piel se me eriza—. Le dije que su actitud comenzaba a molestarme, y que si volvía a atreverse a eso me vería en la obligación de ser brusco con ella. Fue ahí cuando pidió que al menos la deje abrazarme una vez. No quise decirte que había pasado eso porque no le tomé mucha importancia. Había notado lo que Leila sentía, pero siempre le había dejado en claro las cosas. El primer beso no me lo esperé, le dije que no volviera a hacerlo, y no había vuelto a acercarse hasta ese día. El segundo bezo también me tomó por sorpresa porque se suponía que no tenía que hacer algo así de nuevo, pero decidí ponerle punto final a la situación.
Me quedo en silencio un momento, sin saber muy bien que decir.
—Te faltaron los pétalos de rosas—bromeo antes de dar la vuelta para encararlo.
Está frente a la puerta, con el torso descubierto y una mirada asombrosamente penetrante. Es interesante observar como tiene la respiración agitada y sus pectorales se elevan en cada latido, tiene un cuerpo demasiado atlético.
Y excitante.
—Los pétalos están mejor en las rosas, y lo único que quiero poner en la cama es a ti.
Trago saliva e intento buscar algún pretexto para cambiar de tema o al menos para no tener que mirarlo a los ojos.
—Entonces...—pongo una mano sobre mi brazo y lo froto en un gesto de nerviosismo.—Supongo que decías la verdad...
—Entonces, ¿puedes perdonarme?—pregunta—. Sé que fallé en no decirte, pero nunca te fui infiel con ella, y ahí puedes ver como la apartaba cada vez que se alejaba de mi.
Dudo antes de responder.
Ahí estaban las pruebas. Pero en mi mente había un lío terrible. Me había ocultado el beso, si me lo decía y me explicaba tal vez iba a evitarse todo esto, pero también están las pruebas de que él aparentemente no le seguía el juego.
En mi mente se disputa una decisión difícil.
¿Debía seguir rechazandolo o era momento de darle una oportunidad?
Suspiro.
—¿Por qué estás tan nerviosa?—pregunta, sacándome de mi dilema mental.
—Yo no estoy nerviosa—respondo rápidamente.
—Sí que lo estás.
Editado: 17.03.2021