Por siempre, Andersen.

Capítulo 44.

Definitivamente cuando te sientes a gusto, el tiempo pasa muy rápido. Pareciera que tan solo ayer estábamos llegando de nuevo a este país, hoy sin embargo ya estamos casi a un mes de haber llegado.

Y como había prometido, me encargué de hacer que nuestra organización vaya como viento en popa. Ethan me ayudó mucho para poder reclutar voluntarios y así también para escoger terrenos donde podamos ampliar los centros de rescate.

Entre otras cosas, hemos estado viendo casas para comprar. No quiero seguir viviendo en un apartamento, necesito vivir en un lugar donde haya un patio considerablemente grande, no sólo porque me gustan los espacios verdes sino que Rex también necesita tener un espacio de recreación, este lugar ya es pequeño para el.

—Creo que ya debemos ver que hacer de este apartamento. No sé si lo vendemos o ponemos en renta.

Ethan acaricia mi cabeza mientras observa la notebook sobre su regazo. No sé muy bien que está haciendo, yo solo me concentro en apoyar mi cabeza en su cuello, cerrar los ojos y deleitarme con su delicioso perfume.

—¿Me estas haciendo caso?

—¿Hmm?

Se ríe y aparta mi cabeza para darme un beso en la frente.

—Me parece muy tierno que te quedes aspirando mi perfume, pero necesito que me ayudes a tomar esta decisión.

—Ash—me quejo y me acomodo en el sofá para observar lo que sea que ve en la notebook. Al parecer es una página de compra/renta de propiedades.—Humm—medito antes de hablar—, si lo vendes, tendrás mucho dinero en una vez y tal vez te sirva para comprar otra casa. Pero si lo rentas, tendrás un ingreso cada mes que podrá ayudarte para cubrir otros gastos.

—Ya tengo el dinero para comprar la casa, así que creo que es mejor rentarlo y así el dinero quedará para ti.

—¿Para mí?—me exalto—. No señor, esa plata será para ti. Yo empezaré a trabajar nuevamente, aceptaré la oferta del ministerio del ambiente así que no necesitaré el dinero.

—Me agrada que empieces a trabajar de nuevo, nunca te gustó depender de nadie así que te felicito.

Me acerco para darle un beso y él se apresura en llegar a mis labios. Me besa suavemente al principio, luego sus labios saborean con fuerza los míos. Llevo mis manos a su cuello y lo atraigo aún más a mi. Mi cuerpo comienza a arder.

Sin pensarlo dos veces me impulso hacia delante con la intención de sentarme en su regazo pero él me detiene.

—Me sobran ganas de continuar con el beso y quitarte la ropa—dice—pero quiero llevarte a un lugar—se levanta del sofá y deja la notebook sobre la mesita.

—¿A esta hora?—pregunto.

—¿Cómo qué a esta hora?—alza una ceja—apenas son las 3 de la tarde.

—Por eso—hago una mueca—, es domingo cariño, deberíamos quedarnos en casa.

—Deberiamos pero no lo haremos.

Me levanta del sofá y despierta a Rex para salir del apartamento. Nos dirigimos a la calle y subimos al auto. En cuanto estamos cómodos y asegurados enciende el motor para conducir hasta donde sea que nos quiere llevar.

—¿Estamos yendo a la casa de Gaby? —pregunto al reconocer las calles. Estamos cerca de su casa.

—Algo así—sonríe de lado y noto que está tramando algo.

—Ya dime a donde iremos—me cruzo de brazos.

—Aquí.

Volteo hacia la ventanilla y observo el lugar al que llegamos.

Es una hermosa casa que queda justo a una cuadra del duplex de Gaby.

Bajamos del auto y caminamos hasta la entrada del patio, que es casi tan grande como uno de los terrenos que compré para el centro. La casa es de color blanco, desde afuera se ve lo suficientemente grande como para tener al menos 3 habitaciones, y una enorme sala. Sin esperar más me dirijo al interior y me quedo estupefacta. La sala es más grande de lo que imaginaba, pero una amplio estante de libros divide el espacio, haciendo que parezcan dos salas en una. Al costado hay una pequeña escalera que dirije a las habitaciones, y como lo había pensado, hay 3, solo que una es más grande que las otras. Esta, a la que llamaré la habitación principal, cuenta con un amplio ventanal que da salida a un pequeño balcón. Camino hasta la puerta que está junto a la puerta de entrada y al abrirla me doy cuenta de que es el baño, muy lujoso por cierto.

Tardo como media hora en recorrer toda la casa y a cada paso que doy quedo fascinada con cada mueble, cada pasillo, cada espacio. Y ni hablar del patio, la cantidad de flores y pasto que tiene me deja encantada. Cuenta hasta con un quincho, por todos los cielos.

Hasta Rex queda fascinado, ya orinó en cada planta que hay por allí.

—¿Te gusta?—pregunta Ethan, quien no sé siquiera dónde se había metido.

—Este lugar es precioso Ethan, pero ha de costar una fortuna.

—No cuesta tan caro—se encoge de hombros y pone sus manos en sus bolsillos.

—De todas formas debemos esperar un poco más, no creo que cueste tampoco tan barato que digamos y no quiero que gastes tan...

—Ya lo compré.

Me quedo boquiabierta.

—¿Que hiciste qué?—me altero. Camino hasta él y le doy un manotazo en el brazo—Debiste consultarme.

—Calma fiera—se ríe—. Esta casa me encanta, y de todas formas la hubiese comprado. He estado ahorrando para comprar una así, y como sabia que te pondrías histérica si te lo consultaba, decidí simplemente comprarlo y darte la sorpresa.

—Te juro que no sé si darte un beso o una patada.

Se ríe a carcajadas y luego me toma de la cintura.

—Puedes darme una patada si quieres, pero sé que al final igual terminarás dándome un beso.

—Eso no es justo—hago pucheros.

Sonríe y me besa antes de que pueda arrepentirme de no darle una patada, aunque el tiene toda la razón, lo patee o no, al final terminaré dándole un beso.

—Pero compartiremos los gastos de la casa—susurro cuando me aparto un poco.

Él se ríe y asiente antes de volver a besarme. 




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