Por Siempre

Capítulo 9: Charlas incómodas

Capítulo 9 Charlas incómodas

Thomas sale el viernes de la casa y queda sorprendido con lo que ve frente a su casa, mejor dicho, a quienes ve esperándolo. Max está al volante de su auto negro con la ventanilla baja y mirando en su dirección, por lo que Thomas observa de primera mano como la sonrisa de Max se vuelve más sincera y resplandeciente cuando lo ve, Lucio y Laila están atrás y parece que están discutiendo de algo por como se están moviendo. Ángel sale de la casa y se para al lado de él, al observar la misma escena que Thomas se ríe y simplemente lo empuja en dirección al auto.

—Ve, tus nuevos amigos esperan. Le avisaré a papá que vas con ellos. —Le dice Ángel, quien ve avanzar a su querido hermano un poco temeroso.

—Ya voy, nos vemos más tarde. —Thomas se aleja de la entrada bajo la mirada de Ángel, cuando está lo suficientemente lejos de su hermano y por subir al auto ve a Max tensarse y asentir, mira atrás extrañado y ve a Ángel saludando con una sonrisa un tanto sospechosa.

Ángel sonríe como un tiburón cuando Thomas vuelve a desviar la vista, parándose en toda su altura y con la frente bien en alto. Nadie va a jugar con los sentimientos de su hermano ni con su seguridad, ya va a tener la oportunidad de dejarle bien en claro a Max y a cualquier interesado en Thomas. Al menos Max tuvo el coraje de no apartar la mirada y asentir en su dirección.

Sean almas gemelas o no, Ángel va a destruir a quién se atreva a dañar a su familia. Es todo lo que le importa. Además sabe que Thomas le hará la misma amenaza a Mike.

—Apresúrate o llegaremos tarde. —Demanda Lucio, haciendo que Max le gruña por atreverse a ordenarle a su pareja en su presencia y Laila se ría ante la estupidez que acaba de hacer su hermano.

—Ven, sube. —Le pide Max más amablemente abriendo la puerta del copiloto.

—Buenos días —saluda Thomas, a lo que ellos responden igual.

—Thomas, necesito tu ayuda. —Le dice Lucio con una mirada esperanzada apenas el auto arranca rumbo a la universidad.

—Dime y veré si puedo ser de ayuda. —Thomas se está terminando de abrochar el cinturón de seguridad cuando siente como le sacuden el cabello por un momento hasta que un gruñido y una risa hace que ese acto se detenga.

—Max no quiere festejar su cumpleaños el domingo, pídele que lo haga. —Demanda, haciendo que Max de un pequeño volantazo y Laila le de un golpe en la cabeza a su gemelo por su descaro.

Thomas ve sorprendido a Max al enterarse que su cumpleaños está tan cerca, Max se está sonrojando profundamente y no aparta la mirada del camino. ¿Pasó algo que no quiere festejar? ¿Por qué él podría hacerle cambiar de opinión?

—¿Por qué no quieres festejar tu cumpleaños? —Thomas no entiende, sus cumpleaños siempre son especiales, su abuela cocina sus comidas favoritas, todos pasan el día afuera haciendo una actividad divertida en familia, allí no eran cazadores, solo familia. Esas fechas podría pensar que era un chico normal, alguien más del montón y disfrutar de que se tenían uno al otro.

Su cumpleaños también está cerca y Thomas quiere festejarlo, quiere honrar la memoria de su abuela y las tradiciones de su familia, no tiene mucho de eso últimamente, pero la poca que tiene merece que de lo mejor de sí y pasar tiempo de calidad con ellos es tiempo excelente invertido.

No sabe lo que pasó, pero una mano cálida agarra la suya mientras lo acaricia con suavidad, Thomas levanta la vista y ve a Max mirándolo con preocupación.

—Lo siento, me acordé de algo. —Es todo lo que comparte, pero Max parece entender.

Por suerte ya habían llegado al estacionamiento de la universidad, por lo que no corrieron ningún otro riesgo.

—¿Por qué no quieres festejar tu cumpleaños? —Thomas trata de retomar la conversación, viendo que aún no ha sonado la campana para ingresar a clases.

Max se queda callado unos momentos pensando en que decir, no puede revelar todo, sus instintos y su razón luchan en su interior, una parte de él quiere darle todas las respuestas que Thomas parece tener, pero su razón le dice que vaya despacio, que no conoce realmente quién es Thomas y de lo que es capaz de hacer. Aunque debe ceder parte de la información, eso también ayudará a que sus amigos entiendan por qué canceló su fiesta de cumpleaños y su ceremonia.

—Porque cumplo veintiuno. —Thomas escucha eso y no comprende, está a punto de preguntar qué tiene esa edad para querer cancelar el cumpleaños, por lo que Laila se apiada de él y le contesta ella.

—Por la ceremonia de la Cacería de Plata. Max ya no lo necesita ya que eres su pareja destinada. —Thomas no sabe mucho sobre las tradiciones de los hombres lobos, y con lo que dijo Laila solo reafirma ese hecho.

Thomas sabe que plantas debilitan, ralentizan o confunden a un hombre lobo, que armas usar para luchar contra ellos y los lugares donde hacer más daños para aniquilarlos, sabe usar hechizos para detenerlos o capturarlos, sabe mucho pero no como cazador.

—Sea lo que sea que te haya poseído ayer adelantó la ceremonia y ya forjó el primer lazo entre nosotros —responde con timidez Max, mirando a la cara a Thomas mientras le cuenta—. No veo necesario pasar por todo eso si ya te encontré.

Un sentimiento cálido recorre su pecho, siente a Max apretar un poco más fuerte sus manos aún entrelazadas y el sonrojo del pelinegro ahora parece surgir en él. Lucio y Laila solo miran asombrados desde atrás, viendo la importancia de este momento para ambos.




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