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Había sido tan malditamente preocupado en ocuparme de un montón de cosas para nuestra breve estadía y aun así no había procurado traer unos benditos preservativos.
No podía coger con Abby así. No era seguro.
Sabía que tenía que decírselo, pero en lugar de eso me estaba haciendo el desentendido y la distraía con otros asuntos, como ver las estrellas, por ejemplo. No podía ser más idiota todavía.
A pesar de que eso era algo que yo deseaba mostrarle, las ganas de continuar deleitándome con su cuerpo eran enormes, pero no podía ser irresponsable, no era justo ni para ella ni para mí. Tenía que enfriar mi mente y ser más racional. Concentrarme e intentar dejar la atracción de lado, aunque con ella cerca fuera una tarea tan compleja.
Hace un rato, cuando habíamos escuchado un ruido, no conseguí saber qué diablos lo había provocado, porque cuando llegué al lugar de donde provino, sólo noté un pequeño desastre que se había creado en la sala de pinturas. Examiné el lugar para encontrar la causa, pero no conseguí hacerlo, además no tenía muchos ánimos de continuar ahí y dejar a Abby tan sola y expuesta en la otra habitación. Verla con mi chaleco puesto me había parecido de lo más erótico, ni idea de por qué, sólo lo había sentido así.
Después de que ella comiera, le pedí que cerrara los ojos y tomándole de la mano, la conduje hasta fuera de la casa. No era necesario ir demasiado lejos para ver las estrellas estando en el desierto.
Cuando decidí que estábamos en la posición correcta, la hice detener, y antes de indicarle que abriera los ojos la abracé por detrás.
ᅳYa estáᅳavisé. Estuve atento a cada gesto de ella apenas sus ojos empezaron a observarlo todo. En un principio me buscó con la mirada, pero fue inevitable que sus ojos dieran con el maravilloso brillo de las estrellas.
ᅳ¡Es precioso!ᅳElla sonreía. Agradecía que nuestra diferencia de estatura fuera tan grande, ya que así podía ver cada detalle que su expresión irradiaba ante lo que veía. Hacer a Abby feliz era una actividad que se había vuelto de mis favoritas.
En fin, éramos una humana y un Vampiro disfrazados de oso que observaban las estrellas en medio del desierto.
ᅳTú eres preciosa.
Ella giró entre mis brazos y quedó viéndome frente a frente, aunque tuvo que elevar mucho la barbilla para eso.
ᅳ¿Cuánto mides?ᅳle consulté sin poder evitar soltar una vaga risa.
ᅳMi estatura se quedó estancada al cumplir los quince añosᅳadmitió. Luego hizo un gesto inflando sus mejillas por un segundo, un gesto que ya le había visto hacer otras vecesᅳ.Mido 1 metro y 57 centímetros.
Ella era muy pequeña. Yo le pasaba por poco menos de 40 centímetros.
Le sonreí y pasé de abrazarla a tomarla en brazos. Ella atinó a rodearme, entrelazando sus piernas tras de mí. De ese modo conseguía quedar más o menos a mi altura.
ᅳAhora mides 1 metro y 90 centímetrosᅳAbby soltó una risa adorable ante mis palabras.
ᅳEn realidad nuestra diferencia es enorme.
"No tienes idea de cuánto", pensé. No sólo era la estatura.
ᅳ¿Solías venir mucho a este lugar con tu familia?ᅳSu cabeza reposaba sobre mi hombro izquierdo. Podía sentir su cuerpo caliente a pesar del frío de la noche. Al parecer el traje de oso resultaba bastante efectivo.
ᅳCuando era un niño sí, veníamos a menudoᅳcomencé a contarleᅳ.Derek también visitó algunas veces este lugar. A mis padres les gustaba pasar algunas temporadas largas acá, sobre todo cuando había desierto florido.
ᅳEs comprensible por qué, ¡es precioso!ᅳElla parecía estar tan feliz. Quería verla así todo el tiempo. Compensar todo el daño que alguna vez llegué a hacerle.
ᅳKilómetros más allá hay un observatorio enormeᅳdije mientras con cuidado me acomodaba en el suelo, procurando no mover su cuerpo, para que se mantuviera sobre el mío mientras yo me echaba de espaldas sobre la tierra dura cubierta por algunas escasas flores a nuestro rededorᅳ. Una vez mi hermano y yo nos infiltramos en él, pero nos terminaron por descubrir... Mi padre nos tuvo que salvar aquella vez.
ᅳAsí que solías meterte en problemas, ¿eh?
ᅳNo realmente. Luc, mi hermano, a veces era difícil de persuadir. Él era muy pequeño y yo aunque le pasaba por trece años no sabía cómo hacer para controlarlo. Así que solía hacer cualquier cosa que se le ocurriera, por mucho que pudiera meterme en problemas.
ᅳ¿Tú eras el mayor?ᅳAbby jugaba con el cierre de mi traje de oso que estaba en la parte frontal. Su regalo había sido algo que me había desconcertado por completo, hace mucho tiempo que no recibía uno.
ᅳNo. Además de Luc, tenía a mis tres hermanas. Yo fui el cuarto en nacer.
ᅳVaya... Las familias de Vampiros suelen ser numerosas, ¿verdad?ᅳSu pregunta me causó intriga. Abigail sabía que yo tenía hijos y siendo honesto no es algo de lo que me pueda sentir orgulloso, o si quiera bien. No es lo mismo cuando eres obligado a traer al mundo a alguien que no deseabas con una pareja que no te ama y que tampoco amas.