Abby
—¿A dónde vas?—consultó mi padre cuando yo estaba a punto de fugarme de manera poco sigilosa por la puerta principal mientras él y Bárbara continuaban viendo televisión en la sala.
—Voy donde Matthew—esta vez no le estaba mintiendo a mi padre. Luego de todo lo que había ocurrido esa tarde y luego de haberme pasado al menos una hora completa dándole vueltas al asunto en mi habitación, me había terminado por decidir e ir a enfrentarlo. Le exigiría explicaciones, le pediría que me contara la verdad. Quizá yo estuviera en un completo error, de verdad quería aferrarme a esa idea, porque de no ser así yo no sabría cómo reaccionar.
—Es muy tarde. No te daré permiso—sospechaba que la hora no era el principal inconveniente, quizá mi padre temiera a que yo fuera con Hunter e intentara algo. La verdad era que apenas le prestaba atención a ese asunto, porque sabía que de ello me libraría fácil si Hunter ayudaba.
—¿Y si me vas a dejar?—solté como último recurso. De ese modo él confiaría en que yo no tenía otras intenciones más que ver a Matt, y ciertamente esa era la verdad.
—De acuerdo, pero ponte algo que te abrigue. Te esperaré en el auto.
Le sonreí a papá mostrándome agradecida y luego subí rapidísimo a mi cuarto, y hubiera bajado igual de veloz de no haberme pillado a Hunter allí.
—Hun...—Él me abrazó y me apegó contra su duro pecho. Alcancé a tener cuidado de no golpear mi muñeca lastimada, pero de todos modos esta había quedado apoyada contra su cuerpo.
—Perdón, perdón por lo de esta tarde—sin soltarme, él me separó un poco para que nuestros rostros se observaran. Alcé mi barbilla haciéndole entender que me tenía que ayudar a volverme menos chiquita para lograr besarlo. Con mi mano buena me ayudé, atrayéndolo por la nuca hacia mí.
—Tengo que contarte algunas cosas, Hunter—dije una vez había acabado de comerlo a besos—, pero primero necesito resolver algo. ¿Puedes quedarte esta noche?
—Sí, sí...—él parecía distraído. Volvió a buscar mis labios, pero lo alejé. Deseaba dejar pronto en claro el tema de Matthew—¿Qué pasa?
—Tengo algo importante que hacer ahora—mi respuesta no parecía agradarle mucho, pero no dijo nada. Me moví por la habitación buscando una chaqueta y apenas la encontré me volví hacia Hunter para despedirme.
—Quiero preguntar a dónde vas tan tarde, pero quizá lo vayas a tomar mal—con que era eso. Me decidí a calmarme, él sólo se estaba preocupando por mí, tenía que entenderlo o al menos intentar entenderlo.
—Mi papá me va a dejar, ¿de acuerdo? Y voy a...—El tono de mi móvil comenzó sonar desde el bolsillo trasero de mi pantalón. Era Matthew. Le había avisado que iría a verle, pero de eso hacia un buen rato. Contesté.
—Tu mensaje me dejó un poco... ¿Qué digo un poco? Muy preocupado. Tienes razón. Tenemos que hablar. Te debo explicaciones ¿Paso por ti o ya vienes en camino?
Durante toda esa hora en que estuve dándole vueltas al asunto, también terminé enviándole un mensaje a Matthew aludiendo al asunto, y aparte de ese mensaje un mensaje de voz de casi diez minutos. Entré en pánico. Él no lo negó. Ni si quiera se esforzó en hacerlo. "Te debo explicaciones", esa frase había respondido a mucho.
—Voy en camino—respondí y corté al instante. Hunter quedó viéndome con aires de sospecha, pero no dijo nada. Decidí obviarlo, más tarde trataría el tema con él, a pesar de que no tenía ánimos de contárselo, pero conociéndolo era mejor hablarlo y así evitar malos entendidos.
Estaba en extremo nerviosa. De un momento a otro mi universo había sido invadido por conflictos. Todo estaba tan bien, ¿Por qué la paz no podía ser eterna? ¿Por qué de repente tenían que pasar cosas que lo desequilibraran todo y lo transformaran en una completa locura? Tenía que afrontarlo, aceptarlo y buscar una solución. No esperaría a que las cosas se complicaran todavía más para actuar.
—Gracias, pa. Le pediré a Matthew que me deje en casa—Claro, eso en caso de que todo resultara bien. Papá asintió y se marchó al poco rato de que bajé del coche frente a la residencia de edificios donde Matthew vivía. Quizá debí haberle pedido que se quedara un rato aguardándome en caso de que las cosas no fluyeran según lo tenía esperado.
—Hola—Matt estaba esperándome afuera del edificio. Hacía un frio terrible. Noté que él vestía un pijama y encima de este traía puesta una chaqueta enorme que le cubría casi todo, las pantuflas eran lo único que no lograba pasar desapercibido.
—Fiesta de pijamas—comenté. Hablar idioteces para aligerar el ambiente era una actitud a la que recurría a menudo—, olvidé traer el mío. Rayos.