Por Siempre

Capítulo 40|"Despertar" (Parte 2)

Hunter

La realidad me estaba torturando. Lo que menos deseaba era estar en ese lugar. Añoraba encontrar el modo de salir de ese problema con el menor número de secuelas posibles.

Estaba metido en ese lío por mis actos del pasado, al menos eso tenía claro entonces. Era mi culpa. Había actuado mal y por mis errores otras personas terminaron siendo lastimadas. Quizá yo no merecía que me ocurriera nada bueno. Aún así, podía vivir con eso, la culpa era gigante, pero yo no sufría tanto. Sólo lo necesario para recordar mis fallos y no volver a cometerlos.

—Necesito que te ocupes de todo mientras yo no estoy—Luxfero hablaba con Amber. Estábamos sólo los tres en un enorme salón. Había demasiado silencio—Nadie debe enterarse de que estoy fuera, ni tampoco de lo qué voy a hacer, ni con quién lo haré.

Todavía no conseguía reunirme con Luc. Quería confiar en que estaba bien. Que le dejarían en paz y que sólo yo cargaría con lo que fuera necesario.

—¿Lo has preparado todo?—ellos permanecían distantes a mí. Yo fingía no escucharles, y en lo posible evitaba verles. No odiaba a Amber, pero sí me había decepcionado. Aunque tampoco tenía mucho juicio para juzgarla. 

—Sí. Nadie se enterará.

En la sala había un enorme y viejo reloj de arena que absorvía mi concentración. Podía detener el tiempo y huir ¿Por qué no lo hacía? Porque estaría siendo un egoísta. Definitivamente huir no era lo correcto.

—Revisaré que todo esté en orden, ya regreso—Observé a Amber salir del salón. No tenía idea de en qué me estaba metiendo. Todavía no asimilaba nada.

—No va a volver—Brutus miró en mi dirección y se acercó hasta quedar frente a mí—. De alguna manera siempre supe que mi seguridad correría peligro cuando te perdiera. Eres mi último recurso, Hunter.

—¿De qué estás hablando?

—Ella me ha preparado una trampa—dijo a modo tranquilo. No podía tomar en serio sus palabras—. Seguramente cuando salga seré capturado. Ella me habrá delatado por quién sabe cuántas cosas que he hecho. Entre ellas, por acabar con gran parte de la dinastía Reynolds. Irónico. La manera en que he resultado atarme a esa familia... debí haber acabado con eso cuando aún tenía tiempo.

—En lo absoluto. Ella no parece tener planes contra ti, aunque no me molestaría que así fuera.

—Iluso... tan iluso como siempre, Hunter. ¿Tú recuerdas cómo fue que nos conocimos?—Mi memoria pocas veces fallaba. En este contexto sí recordaba aquello... Recuerdo que mi madre nos había presentado. Yo era joven e influenciable. Mi padre apenas ponía atención en mí, siempre estaba cualquiera antes que yo, o sus trabajos en el laboratorio, cualquier cosa. Luxfero se convirtió poco a poco en mi nuevo pilar, y a medida que eso ocurría, yo me alejaba de mi verdadera familia—. Tu madre, Lissa, ¿Qué oportuna en presentarnos, no crees? La verdad es que no, yo no creo en las simples coincidencias.

—No tiene sentido que hables de mi madre ahora. Sólo harás que te odie más.

—Ese odio es equivocado. Ella fue la que te presentó a mí, tus padres acordaron esto de alguna manera. Te usaron.

—¿A qué estás jugando, Brutus? ¿Qué intentas? No va a funcionar.

—Admito que fueron inteligentes. Utilizar a su propio hijo para tener acceso a información privilegiada, la verdad es que cuando lo descubrí pensé en matarte, pero después me di cuenta de que tú no tenías la menor idea sobre algo. Sentí... que podía aprovecharme de eso también, y no sólo eso, te tomé cariño—No me creía ninguna de sus palabras, y mantenía a raya mi cordura para no perderla. En algún momento llegué a confiar en él, es verdad, pero después de lo que le hizo a mi familia mi visión cambió totalmente—.Luego me di cuenta de otro motivo que tenían tus padres para no tenerte tanto aprecio, tú genética... tú sí podías continuar la desendencia, y eso sumado a tu actitud significaba un caos para sus planes.

—Tienes tanto tiempo libre para imaginar toda clase de historias, ¿no? Deberías escribir un libro. 

—Me conoces mejor que nadie. Sabes que soy bueno para mentir, y sabes que ahora no lo estoy haciendo—admito que su seriedad resultaba inquietante, pero no iba a caer. No confiaba en él.

—¿Ya acabaste tu discurso? Quiero ver a Luc antes de que nos pongamos en marcha.

—La arpía de cabello celeste no me lo hará sencillo. Congela el tiempo, hablaremos con Luc y verás que tengo razón.

—¿Razón en qué? ¿Qué intentas demostrar?

—Que en todo este tiempo no has sido otra cosa más que una marioneta. La marioneta de tus padres, mi marioneta, la marioneta de Amber... ¿Quién controla tu vida en realidad?—No entendía de dónde sacaba fuerzas para no perder el control. Estaba harto. Escuchar hablar a ese idiota me volvía loco, y lo peor era que en ciertos momentos lograban convencerme sus disparates, pero de ninguna manera. No le daría esa victoria.



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En el texto hay: vampiros

Editado: 12.04.2018

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