CAPITULO 3
Alexander la había rescatado. Xiomara estaba agradecida con él, ya en la orilla se arrojó en sus brazos agradeciéndole que la hubiera salvado, aun con la grosera manera en que lo había tratado.
-¿Xiomara estas bien?
-¡Si, muchas gracias! ¡Creí que me ahogaría! –las lágrimas inundaron sus verdes ojos, derramándose por sus mejillas, comenzó a pensar en su familia y que sentirían si ella hubiera perecido-. ¡Gracias!
Alexander la conforto con un amigable abrazo.
-¿Ya te sientes mejor? –Pregunto Alexander al ver que ella trataba de ya no llorar e intentaba controlarse- Vámonos debes cambiarte rápidamente, para que no te enfermes.
Camino con ella pasándole un brazo por sus hombros para que no tropezara, al llegar a la casa la ayudo a llegar a la habitación dejándola frente a la puerta.
-Esta habitación me trae tantos recuerdos, ¿sabías que era la habitación de mis padres?
-No, no lo sabía, esta fue la que más me gusto, tanto que no altere el decorado.
-Cuando era niño y tenía pesadillas venía a dormir con ellos o cuando había tormentas eléctricas, pero ahora entra para que te bañes y te cambies, me voy te espero en la biblioteca.
-Gracias Alexander.
Al quedarse sola comenzó a llorar de nuevo, necesitaba desprenderse del miedo y una forma para lograrlo era llorar, se había asustado, estaba segura que no volvería a ver a su familia y que tampoco volvería a ver los bellos ojos de Alexander Webber. En el biblioteca ya la estaba esperando Alexander, Xiomara ya se encontraba bien, no se notaba que hubiera estado en peligro, ambos platicaban sobre la próxima temporada de cosecha.
-Las uvas se tienen que cortar en el tiempo exacto, para garantizar un buen vino con un color magnifico, robusto y un exquisito sabor.
-¿Las uvas no se almacenan?
-No, al momento que se cortan se le quitan los tallos y se llevan a la prensa para que las exprima y poder ponerlas a fermentar incluso con las cascaras en taques de acero, después de que fermentaron se ponen en barricas de madera, algunos se dejan 6 meses pero otros se dejan hasta 2 años, claro según el tipo de vino.
-Es muy interesante, pero no he visto el lugar donde se fabrica, además pensaba que las uvas se pisaban con los pies. -comento Xiomara con una sonrisa en los labios-.
-Antes se prensaban de esa manera, -decía Alexander riendo- pero ahora somos más prácticos, tenemos maquinas que lo hacen por nosotros nos ahorran tiempo y el desmanchado de los pies -ambos rieron-.
Xiomara disfrutaba platicando con Alexander, olvidándose de los problemas, entraba a otra dimensión donde solo se encontraban ella y él, se sentía tan bien a su lado que no se lo podía explicar pero se justificaba diciéndose que ahora que lo conocía mejor no era tan patán. Al lado de Alexander Webber el día transcurría rápidamente. En cambio para Alexander platicar con Xiomara era el mejor momento de su vida, nunca había conocido a una mujer como ella, que escondía su verdadero yo tras una máscara de indiferencia, altanería y cautela, lo que lo intrigaba, esperaba descubrir cómo era ella realmente, quería saber a qué le temía, que la enfurecía y que la hacía feliz. Y por qué no su color favorito, que comida era la que más le gustaba y cuál era su bebida favorita. Pero aun así no ninguno de los dos reconocía que entre ellos algo estaba naciendo. Alexander comenzaba a enamorarse de ella.
- Vamos a la cava -Alexander al pasar a su lado la tomo de la mano y comenzó a caminar arrastrándola con él. Xiomara sentía temblar su cuerpo al sentir su contacto pero trato de disimularlo, no quiso soltarse y permitió que la llevara.
-¿Tienen una cava?
-Claro que sí, ¿No lo decía en el contrato? –contesto volteando a verla sin dejar de caminar.
-No, o quizás no lo recuerdo, eran varias cosas en la lista anexa. –Pero en realidad el nerviosismo no le ayudaba a su memoria, solo rogaba que el oído de él no fuera tan fina para que no escuchara como latía de rápido su corazón.
-Siempre hay una cava en un viñedo –le informo con una sonrisa en los labios.
-¡Vaya! –Exclamo Xiomara impresionada al mirar la cava.
En la cava había unos cuantos estantes con botellas de varias cosechas, era amplia, en una pared se encontraba una pequeña barra, los bancos eran altos, de una madera oscura brillante, que hacia juego con la barra, sobre esta permanecían varias copas, en una esquina un fregador con agua potable en el que Alexander lavo unas copas que posteriormente seco con toallas de papel que tomo de debajo de la barra.
-Tomemos una copa de vino para que lo pruebes y me digas que te parece, -Alexander se acercó a un estante para tomar una botella de vino de la cosecha 2012, sirvió el vino en las copas y ofreció una a Xiomara.
-Gracias –dijo ella tomando la copa- pero no conozco de vinos, no te podría dar una buena cata.