Por Siempre

CAPITULO 5

CAPITULO 5

 

Muy temprano los recolectores comenzaron a llegar, Xiomara estaba levantada desde temprano para salir a recibir a los recolectores, observo a Alexander en el viñedo junto con los recolectores cortando la uva.

¡La cosecha comenzó oficialmente! Xiomara se reunió con Alexander quien estaba al pie de una parra.

-Alexander se ve que es fácil, ¿Me puedes enseñar cómo se corta la uva?

-Claro que sí, tomas las tijeras con una mano y con la otra toma el racimo de uvas, simplemente las cortas, cuidando que no se caiga para que no se ensucie, y la pones en la caja.

Xiomara empezó a cortar las uvas, comenzó torpemente, pero como dice el dicho: La práctica hace al maestro. Para Xiomara a quien le gustaba conocer y aprender cosas nuevas, la practica la ayudo a hacerlo más rápido y limpiamente. En Conservas “El Campo” se había acostumbrado a tratar las frutas con cuidado para no maltratarlas. Sus mejillas comenzaban a sonrojarse por el calor y el trabajo, estaba muy entretenida que no supo que Alexander la observaba incrédulo, él no creyó que ella pudiera hacerlo y muy bien para ser su primera vez.

De pronto algo llamo la atención de Xiomara: Unos niños estaban llorando y rogando a sus padres quienes se negaban a aceptar sus demandas, en Xiomara gano la curiosidad cuando vio en los brazos de los niños dos pequeños cachorros, entonces se acercó al grupo.

-¿Qué está pasando? –Pregunto Xiomara amablemente a los padres.

-Estos niños encontraron los perros y quieren quedárselos, nosotros le dijimos que los devolvieran –Contesto el padre de los niños.

-Hay que quedárnoslos papá -respondió el niño llorando -, no tienen mamá.

-¿Cómo que no tienen mamá? –Xiomara pregunto inclinándose hacia los niños, con la mirada enternecida por los pequeños perritos.

-No tienen, su mamá estaba muerta, ellos estaban a su lado solos y con hambre –contesto la niña que era menor que él niño que lloraba.

-Pero nosotros no los podemos cuidar, no estamos en casa casi nunca, -Contesto el papá molesto por que los niños los estaban haciendo perder el tiempo y por supuesto dinero.

-Vamos a hacer una cosa, si me dan los perritos yo los voy a cuidar y ustedes pueden venir a verlos en la casa, así ellos tendrán una casa y ustedes podrán jugar con ellos, cuando quieran, ¿Qué les parece? –Propuso Xiomara a los niños con una sonrisa, los niños aceptaron de buen grado, así podrían ver a los perros y sus papas no los regañarían por los cachorritos.

 

Xiomara estaba entusiasmada con la llegada de los cachorros, le serian de ayuda y la acompañarían, cuidarlos no era un sacrificio para ella, siempre le habían encantado los animales, antes vivía en un departamento, vivía sola y no les permitían tener mascotas, pero aquí nadie le podía impedir nada, la propiedad era suya y podía tener perros o elefantes si quería, ahí iban a ser libres, tendrían espacio para correr, brincar y jugar, también los llevaría de paseo por el viñedo y por toda la propiedad. Alexander y Marina la observaban desde lejos con sorpresa, esta era una faceta de ella que no conocían, Xiomara se dirigió hacia la casa con un animal a cada brazo y una sonrisa en la cara, Marina detrás de ella, entraron a la casa directo a la cocina, por suerte los perritos ya tenían dientes y podían comer sólidos, todavía debían tomar leche, Xiomara se puso a buscar entre los trastes de la cocina hasta que encontró dos platos viejos, que le servirían muy bien de platos a los perritos, después les preparó un poco de arroz con caldo de pollo, para que comieran mientras les compraba comida adecuada, los perritos comieron como desesperados Xiomara se sentó a su lado viéndolos se preguntaba ¿Cuánto tiempo tendrían sin comer? Marina reía mirando los tiernos animales, Alexander también los veía y no podía apartar la vista de los entusiasmados ojos de Xiomara.

-Son muy lindos, ¿Qué nombre les pondrá? Lic. Murray.

-Aun no lo sé Marina tengo que pensarlo. Por el momento los voy a llevar a mi recamara para que se duerman un rato y no se vayan a perder.

Cuando los cachorros se durmieron Xiomara aprovecho para salir al pueblo a comprarles comida adecuada, solo esperaba que en el pueblo hubiera croquetas, por suerte en la tienda encontró y le hizo un pedido el tendero de más alimento para perros.

Los días pasaban rápido, Xiomara trabajaba en su oficina, cortaba uvas ocasionalmente y paseaba con los cachorros, Marina siempre estaba a su lado, aunque le gustaba su trabajo, también le estaba tomando afecto a Xiomara, sentía como si la conociera de mucho tiempo atrás y no solo unas semanas, pero sin olvidar que ella era su jefa. Todas las tardes salían a pasear con los perros. La cosecha iba muy bien, conforme se cortaba la uva Marina tomaba nota de la cantidad de uva recolectada por cada recolector, mientras Alexander verificaba que la uva se pusiera el molino para separar la uva de los tallos, después pasaban la uva a la prensa y comenzar la elaboración de los vinos.




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