CAPITULO 11
Oscar salió a recibir a Xiomara y Marina.
-Bienvenida Lic. Murray.
-Gracias Oscar, ¿Cómo está todo?
-Todo está muy bien, Alexander aviso que llegaría esta semana.
-Bueno lo esperaremos para comenzar con la poda. Nos vemos. –y se alejó lo más rápido y discretamente a su habitación, no pudo evitar que su corazón comenzara a latir más rápido. –Volverá y se ira pronto su esposa lo va a estar esperando- se decía Xiomara a si misma preparándose para cuando llegara el momento de despedirse de él, rogando que esta despedida no fuera más dolorosa de lo que era en ese momento.
En la entrada Oscar espero a que Xiomara se fuera para poder saludar a su novia, con un beso inesperado y apasionado, un beso en que le entregaba su corazón. Ella no lo podía creer. ¡¿De verdad existía un hombre que se interesara en ella?!
-¿Cómo estás? –Pregunto Oscar-, mis padres te mandan saludos, te extrañe –Oscar la abrazo, entre sus brazos ella se sentía protegida.
-Yo también te extrañe, -Correspondiendo a su abrazo fuertemente-, agradece a tus papas por sus saludos y salúdalos de mi parte.
-¿Te acompaño a tu habitación?
-Gracias, te llevas esta maleta por favor. –le pidió con una dulce sonrisa.
Xiomara seguía con sus actividades, pero dentro de ella la zozobra no desaparecía, la llegada inminente de Alexander la perturbaba. Para tranquilizarse todas las tardes salía a caminar con sus perros cerca del rio. Esa tarde se salió sola, dejo a los perros, aprovecho para salir mientras estos estaban comiendo para escabullirse. Solo aviso a Lucy. En ese momento necesitaba la soledad más que otras veces. Volvería a ver a Alexander y necesitaba estar tranquila, relajada y liberada. No quería recibirlo con el corazón atronándole en el pecho, no debía sentir ansiedad, aun no podía liberarse de su mirada, sus abrazos y de sus besos. El caminar la ayudaba a calmarse, la noche comenzaba a caer y el canto de los grillos eran un bálsamo para calmar su nerviosismo, el respirar el aire limpio debían prepararla para su encuentro, a lo mejor regresara con Shannon. No podía saberlo.
Con los guardias vigilando el lugar era más seguro, al menos la casa, el viñedo no estaba protegido porque para entrar a este, tenían que pasar por la puerta donde estaba la vigilancia, era contada la gente que podía entrar sin una revisión, entre estas pocas personas estaba Martin.
Martin alcanzo a ver a Xiomara cuando salía de la casa, la siguió sin llamarla sigilosamente la observo. Cuando oscurecía ya las estrellas empezaron a ocupar su lugar una a una en lo alto, Xiomara decidió regresar a la casa, caminaba lentamente disfrutando de la noche.
-Buenas Noches, ¿Cómo estás?
Xiomara se sorprendió al escuchar una voz a su espalda, al girar descubrió que era Martin.
-Bien gracias. –Xiomara apresuro el paso, no imaginaba que llevaba a Martin a esperarla hasta esa hora y sobre todo en ese lugar, no sabía explicárselo pero no se sentía a gusto en esta situación.
-No te apresures Xiomara, ¿podemos platicar?
-Claro que sí, pero ya es tarde y aquí hay muchos mosquitos, vamos y platiquemos en la casa ¿es mejor no crees? –Donde no estemos solos- pensó Xiomara.
Martin casi corrió para alcanzarla, le tapó la boca con una mano, con la otra la pego a él y la arrastro rumbo al rio donde la tumbo debajo de un árbol que servía como pared, él se colocó sobre ella, poniendo una pierna a cada lado de ella, dejándola en medio de sus piernas arrodilladas y sujetándole las manos sobre la cabeza. Estaban escondidos a la vista de quien pasara cerca.
-Xiomara ¿Por qué siempre me has despreciado? Si te quedaras conmigo haría que tocaras el cielo y no querrías bajar de él, entonces nunca pensarías en dejarme. Por favor quiéreme aunque sea un poco –le decía mientras la besaba a fuerzas, ella apretaba los labios.
-¡Suéltame Martin! -hablo en cuanto el alejo su boca de la de ella.
-¡No! Todavía no, ¿me amaras? Por favor di que sí. –En sus ojos refulgía la pasión y el coraje, aun no la soltaba, no pensaba hacerlo hasta que no satisficiera sus bajos instintos.
-¿Estas enfermo? Cálmate, vamos a hablar en la casa. –Xiomara trataba de hacer tiempo para que él se tranquilizara.
-¡Respóndeme! ¿Sí o No? –Martin apretó más sus manos.