CAPITULO 15
La mañana era fría, nublada amenazaba con caer una fuerte lluvia matinal que no impedía que el día comenzara con bullicio dentro de la casa familiar.
-Nana por favor llama a Amelia, que me vea en el cuarto de costura.
-Si niña Catalina.
Amelia la joven de 16 años, era rubia, ojos verdes, alta con un cuerpo bien desarrollado para su edad, pero de carácter fuerte e independiente, quizás un poco adelantada para esa época, corría el año de 1918.
-Niña Amelia, su mamá quiere verla en el cuarto de costura. –Entro la mujer a la alcoba de la joven que seguía arropada tratando de seguir durmiendo.
-Gracias nana, enseguida voy, nada más que me vista y peine.
-Niña por favor deje que la doncella le ayude a vestirse, si lo hace sola de nuevo su mamá va a regañar a la muchacha la pude despedir, usted sabe que ella necesita ayudar a su familia.
-Está bien nana me portare bien, no te preocupes por favor le dices a Rita que venga para que me ayude. –Amelia era independiente pero de buen corazón y no le gustaba la idea de que por su culpa la doncella fuera regañada, no le gustaba que la ayudaran a vestirse pero como era por una buena causa lo permitía-. ¡HAA! Nana por favor despierta a mis hermanos de una vez, de todas maneras ya deben de levantarse ellos también.
-Mi niña sus hermanos ya se levantaron desde que rato, usted era la última en levantarse.
Un rato después Amelia llego corriendo a ver a su madre.
-Amelia las damas no deben andar corriendo por todos lados. –Catalina hizo a un lado su bordado cuando vio entrar a su hija.
-Discúlpame mamá, pero como se me estaba haciendo tarde para venir a verte, tuve que correr.
-Te mande a llamar porque tenemos que hablar, ya se acerca la fiesta de compromiso de tu hermana debemos de visitar a la modista para que nos confecciones los vestidos que usaremos en la fiesta. Además quiero que ese día te comporte como una dama, no quiero que andes corriendo por ahí o jugando. Ya es hora que encuentres algún pretendiente, esa noche van a venir algunos jóvenes apropiados para ti. Y debemos escoger a tu futuro esposo. Ahora llama a Ana María para que podamos irnos.
-Si mamá yo la llamo, -Amelia salió del cuarto de costura pensando algo distinto a lo que le había dicho su madre- Esposo ¡yo! No me voy a casar, yo quiero ser libre hacer lo que yo quiera no solo hacer lo que mi esposo quiera que yo haga, no quiero vivir encerrada en una casa.
-¡¡Ernesto me voy a casar!! –Anunciaba Luis Torres a su amigo más cercano.
-¿Cómo que te vas a casar?, pero no me habías dicho que pensabas casarte Luis.
-Sí, me voy a casar con Ana María De la vega y por supuesto que serás mi invitado. Sus Padres van a ofrecer una fiesta de compromiso, tú iras para acompañarme. La fiesta de compromiso será pronto así que prepárate, será en el viñedo “La Cascada”.
-Claro que te acompañare, pero no creo que a mis padres les guste que vaya a una fiesta con gente que “no es de mi condición social” –añadió con sarcasmo-. Ya sabes se preocupan de que conozca a un joven rica que no pueda casarse conmigo y yo sufra por ese amor. Parece que mis padres no me conocen, no me gustan esas niñas caprichosas y remilgosas.
-Ernesto es mejor no hablar antes de tiempo, -Le advirtió Luis con una sonrisa en los labios-, tú no sabes cuando y donde conocerás a la que será tu esposa o el amor de tu vida. Y cuando el amor nace no presta atención a las clases sociales.
-Luis, tú hablas de esa forma porque seguramente tú y ella son de la misma clase social, frecuentan los mismos circulo sociales y seguramente sus cuentas bancarias son parecidas.
-Ernesto cuando te enamores quiero verlo. Entonces me darás la razón, con el carácter que tienes harás hasta lo imposible por estar con ella. Ya lo veraz.
-Estas loco Luis, yo no me voy a enamorar –La plática era amena que no se dieron cuenta que camino llevaban-. Y si eso pasa será de alguien que se parezca a mí que valore mi carrera, quiera ayudar a los demás y no tema ensuciarse las manos.
-Solo estoy esperando a que te enamores yo te voy a recordar todo lo que dices ahora. –le respondió con una sonrisa, sus pasos los detuvieron enfrente de una boutique en donde estaban paradas unas elegantes y hermosas jovencitas que robaron aliento a los caballeros, Luis no pudo disimular su sonrisa al reconocer a su futura esposa y su hermana menor. Mientras Ernesto se perdía en los verdes ojos de la dama que no conocía-. Mira esa es mi prometida y su hermana. –En ese momento ellas entraron a la tienda acompañadas de su madre-. ¿Verdad que es preciosa?