Por siempre mi señorita

3

Christopher

 

Paso gran parte de la noche sin dormir. Solo deseo ver pronto a mi prometida, para tratar de esclarecer lo sucedido.

Como las ansias me ganan, me levanto temprano y voy a la cocina a prepararme algo rápido para desayunar.

Tengo varias ideas sobre cómo llegar al corazón de mi amada, pero sé que con el detalle más simple lo lograré.

Cuando ya estoy listo, regreso a nuestro dormitorio y lo primero que se viene a la mente al ver la cama, es cambiarla por completo, pero conociendo a Ashlee no será suficiente para aliviar la pena que debe sentir. Creo que llego el momento de hacer lo que tenía previsto una vez nos casemos. Saco mi celular y hago la llamada que necesito. Ultimo detalles y la parte final la hago en la oficina la próxima semana.

Me dispongo a salir, por lo que me visto con ropa cómoda. Arreglado y listo, voy directo al subterráneo del edificio por mi auto.

Mi primera parada es la chocolatería que vende el chocolate que más le gusta a mi novia. La segunda que está a unas cuadras de distancia, es la florería. Allí compro sus favoritas.

En el camino, le marco a mi socio con mi manos libres y le aviso que voy para allá. Me contesta que guardará el secreto, así se asegura que mi prometida no se quiera arrancar antes de la casa.

Estoy nervioso. No sé cuál será la reacción de Ashlee al verme. Solo espero que me permita explicarle que todo fue un error. Por ahora me interesa poder hablar con ella y hacerle saber que no hay otra mujer en mi vida más que ella. Es mi todo, es imposible que me fije en otra.

Deseo todo se pueda normalizar entre nosotros, no me gusta ser yo el que le provoca tristeza, es lo último que deseo en la vida.

Enciendo la radio del vehículo y me sorprendo al escuchar nuestra canción. El escucharla en este momento me provoca más tristeza aún, sabiendo lo que Ashlee significa para mí.

Sin quererlo, recuerdos llegan de cuando llegué donde Ellen para decirle lo que sucedía con Ash. Si en ese momento lloré por ella, sabiendo que otro la tenía secuestrada. Ahora mi pena es aún mayor por ser yo quien le provoca dolor.

No sé que logró Ashlee hacer en mí, que no me importa parecer débil. Estoy enamorado de ella como jamás lo estuve de nadie. Si me tengo que poner a sus pies para pedirle perdón, lo haré, ni siquiera me importaría si otros me ven haciéndolo.

Dejo mis pensamientos de lado, porque estoy llegando a donde Michael. Cuento hasta diez, estoy nervioso. De hecho, más que la vez que reuní a nuestras familias y pedirle que se case conmigo.

Bajo del auto sin dejar olvidados los obsequios. Me acerco a la puerta y toco el timbre. Pasan unos minutos y es mi amigo el que me abre.

—¡Hola, Chris! —Saluda contento.

—Hola, Michael. ¿Qué tal todo?

—Todo bien por aquí. Ven, amigo, vamos a la sala a charlar un rato.

—De acuerdo.

Entramos a la casa y vamos a la sala. Me siento, dejando antes los regalos en la mesita ratona.

—¿Quieres algo?

—Un café estaría bien, gracias.

—Ya vuelvo. Ponte cómodo.

Mi amigo se aleja a la cocina por un momento. Mientras mi mente comienza a divagar sobre cómo enfrentar a Ashlee. Sé que está aquí y que lo más probable es que no desee verme. Pero necesito que sepa que nunca mi intención fue engañarla. Tendré que pedir a los administrativos del edificio y del restaurante donde cenamos, me permitan ver las cámaras de seguridad, esa la única forma que tengo de descubrir que sucedió.

—Aquí tienes, Chris. —Mike me entrega mi taza de café y se sienta a mi lado. Tomo un sorbo y ya siento como la cafeína me esta dando cierto relajo—. Y bien, ¿ya sabes qué le dirás a tu novia?

—No lo tengo claro. Solo sé que todo se trata de un error. Imagino Ashlee ya les contó... —Me interrumpe.

-Sí, amigo. Y la verdad es que no entiendo que pudo haber sucedido, pero conociéndote como lo hago, tiene que haber alguna explicación.

—¿Cómo ha estado ella? —Consulto porque necesito saber si se encuentra bien.

—La veo mal, muy triste. Esta confundida y sin entender nada. Rachel ha podido conversar más con ella y me cuenta que lo que vio es demasiado fuerte para asumirlo.

—Es que ese es el problema. No debe asumir nada, porque ¡nada pasó! —Elevo un poco la voz, pero me vuelvo a tranquilizar, luego de tomar otro sorbo del líquido humeante.

—Tranquilo. Si necesitas apoyo, sabes que cuentas conmigo.

—Gracias. Lo sé. Solo necesito hablar con Ashlee de momento. Que me escuche y sepa mi verdad. Estoy enamorado como nunca antes y no quiero que todo se termine por una estupidez.

—Tranquilo, ya llegará el momento.

Mi amigo me aconseja sobre cómo poder llegar a Ash y lo único que me preocupa es su reacción al verme.

De pronto, nuestra conversación se ve interrumpida, cuando se sienten risas bajando por las escaleras. Alzo la vista y mis ojos van directamente a mi prometida que al verme, se da media vuelta y vuelve a subir las escaleras. Rachel trata de detenerla mientras me pongo de pie, pero me indica que irá a hablar con ella. Me vuelvo a sentar resignado ante la situación. Claramente esta dolida y no puedo culparla por ello.
 




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