Por siempre mi señorita

4

Escucho como la puerta se abre lentamente. No quiero voltear, porque si lo hago, sé que lo que haré es golpearlo por engañarme hasta el cansancio. Y llorar hasta que no me salgan más lágrimas por el dolor.

—Hola, cariño. —Saluda Chris. Su voz denota tristeza. Me da pena. Pero debo ser fuerte por mi hijo. Sin que Chris lo note, me doy cariño en el vientre antes de responderle.

—Hola. —Digo sin más.

—¿Cómo estás?

¿Qué cómo estoy? ¿Qué pregunta es esa? Estoy dolida, me siento engañada. Además de estar embarazada del hombre que amo, me siento defraudada, porque teníamos planes a futuro. Casarnos, tener hijos, tener una casa. Todo se fue. Solo me queda el saberme buena madre del hijo que llevo dentro de mí.

No respondo. No me siento capaz de hacerlo.

—Ash, cariño... —Le interrumpo.

—No me llames más así.

—Lo siento. Sé que estás molesta y te entiendo. Pero solo necesito que me escuches.

Noto que da unos pasos y deja algo sobre la cama. Mientras tanto, sigo de espaldas a él. No quiero enfrentarlo. Vuelve a dar unos pasos. Ahora si lo siento muy cerca de mí. No me atrevo a mirarlo. No puedo.

—Ashlee, no sé cómo explicar lo que viste. Solo sé que estoy seguro de que no me acosté con esa mujer. No podría engañarte así ni de ninguna forma. Eres tú la mujer que amo. —Al decir esto, siento como toma mis brazos con sus manos y ante este mínimo contacto, cierro los ojos—. Sé que hay una explicación para esto y voy a encontrarla, no importa cuánto me cueste. No quiero perderte, te amo a ti, solo a ti.

Suavemente me da vuelta y me dejo llevar, sin embargo no soy capaz de mirarlo. Al notarlo, su mano derecha sube hasta mi barbilla y me levanta la cabeza para que nuestras miradas por fin puedan reencontrarse.

—Te amo a ti, amor. Perdóname. No quise de ninguna forma hacerte daño. Te prometo que eres mi todo, no podría estar sin ti.

Dice esto y las lágrimas comienzan a salir. Lágrimas que no quisiera derramar, porque sé que me ama, porque sé que lo amo, porque sé que sería incapaz de hacerme daño. Sin embargo, quiera o no, lo hizo. No puedo borrar esa imagen de mi mente.

—Por favor, dime algo. Lo que sea, pero háblame.

Un nudo se forma en mi garganta, que es como si las palabras quisieran salir pero mi boca no es capaz de pronunciarlas.

—Yo también te amo, pero... es doloroso. Al cerrar mis ojos, es lo único que veo. A ti y a Angelique en la cama, en nuestra cama.

—Perdóname, amor. Haré lo imposible para saber que pasó realmente. Sabes que nunca te engañaría.

—Es difícil perdonar. Solo sé que por ahora no quiero volver allí. No puedo, por favor, entiéndeme.

—Créeme que lo hago. Ven. Tengo algo para ti.

Me lleva consigo a la cama y nos sentamos. Me entrega unas flores —mis favoritas— y unos chocolates —que también lo son.

—Sé que tal vez esto no aminora tu dolor, pero... —le interrumpo.

—Gracias.

—Necesito saber que estamos bien. Que puedes confiar en mí. Te amo como nunca amé antes. Solo eres tú a quien quiero.

—Dame tiempo.

—Todo el que necesites, pero vuelve conmigo. Te necesito junto a mí. Somos un equipo.

—No quiero volver a ese departamento. Todo lo que hay en él, de nosotros... se fue, se derrumbó.

—Te entiendo.

—Tampoco quiero que lo tomes como un capricho, porque no lo es.

—Ni lo he pensado.

—De momento, aquí estoy bien. Espero me entiendas.

—Cariño, te daré el tiempo que necesites para volver a mi lado. Pero por favor, no dejes de ir a la empresa. Te necesito allí. No podría estar más lejos de ti de lo que ya lo hago.

—No lo haré, tranquilo. Hay demasiadas cosas por hacer todavía.

Christopher da un suspiro de alivio. Lo veo más calmado.

En todo este tiempo que llevamos charlando, no ha dejado de tocarme. Haciéndome saber que está aquí, conmigo. De a poco, se va acercando a mí y me abraza, lo que permito. Necesito sentirlo conmigo.

—¿Puedo besarte? —Consulta dudoso. No puedo decir nada, solo asiento con la cabeza.

Se acerca a mí de forma lenta. Como si fuera a besarme por primera vez. Sus labios le dan un leve toque a los míos y ya siento que me derrito. Sus labios son mi perdición. Permito que profundice el beso, finalmente dejándome llevar.

¡Oh, Dios, cuánto lo extrañaba! Estos días sin él fueron eternos. Lo extrañaba por completo.

En su beso puedo notar sus deseos, su amor y también el perdón. Amo que me bese. Es capaz de hacer muchas cosas conmigo y mis sentidos con tan solo tocarme la boca.

No me doy cuenta cuando me hace tocar la cama con la espalda. Su mano derecha, comienza a buscar mi piel por debajo de la camiseta que llevo puesta. Apenas con el más mínimo toque mi piel se eriza.

Aunque deseo ir más allá, no puedo borrar esa maldita imagen de mi mente y muy despacio me separo de Christopher.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.