Bianca
Tenía tanto, pero tanto miedo y estaba tan nerviosa porque nunca en mi vida me había subido en un avión que termine haciendo algo de lo que la verdad me voy a arrepentir toda mi vida.
Pues tome la mano de mi jefe y le dije que por favor no me soltara.
Juro que lo hice sin pensar, simplemente cuando termine de decir que no me soltara, fue cuando me di cuenta de mi error.
Estaba por remediarlo más, sin embargo, pasó algo que yo no me esperaba para ser sincera, pues, el señor Montero me dijo de acuerdo, señorita Durarte, no la soltaré.
Acto seguido tomó con más fuerza mi mano y así tomados de la mano subimos al avión.
Saludamos a todo el personal de dicho avión, quienes sorprendidos nos observaron, pues, entregamos tomados de la mano y como supongo que han de haber visto las revistas, saben que yo no soy su prometida, así que espero que no hagan un chisme por esto que paso.
Espero que el señor Montero no tenga problemas por mi culpa, pensaba para mí misma.
Estaba pensando estas cosas cuando el señor Montero comenzó a decir.
—buenos días, señorita Carrasco.
—buenos días, señor Montero, es un placer verlo.
—para mí también es un placer verla de nuevo, mire le presento a la señorita Bianca Sofía Durarte, mi asistente personal, a quien por cierto podrías traerle un té porque está muy nerviosa, ya que es su primera vez volando.
—mucho gusto señorita Durarte, yo soy Zendaya Carrasco Martínez y soy sobre cargo de la familia Montero, para mí es placer conocerla.
Después de que la señorita Zendaya dijo esto estiro su mano para saludarme, yo por mi parte hice lo mismo, le estiré muy mano temblorosa a la joven.
Ella tomó mi mano y me dijo en un tono muy dulce, tranquila señorita Durarte, no pasa nada, todo estará bien, además el señor Montero y todos nosotros la cuidaremos.
De repente, un hombre joven de la edad de Máximo salió de la cabina del piloto y nos dijo.
—buenos días, señor Montero, señorita Durarte.
—buenos días, señor Ponciano, mire le presento a mi asistente la señorita Bianca Durarte.
—señorita Durarte, para mí es un placer conocerla, yo seré su piloto, mi nombre es Lorenzo Ponciano.
—el placer es mío señor Lorenzo.
Luego de decir esto, el joven Lorenzo se acercó a mí, me extendió su mano y yo la mía fue así como los dos nos saludamos.
Lo qué pasó después de las Presentaciones y los saludos era lo que me aterraba, pues, había llegado el momento de despegar mientras yo rezaba internamente.
Pasó lo impensable tan y como lo había prometido, el señor Montero tomó mi mano con fuerza y me dijo que durante todo el vuelo no la soltaría.
Cosa que cumplió, pues, durante todo el vuelo no soltó mi mano, no fue hasta que bajamos del avión y tocamos tierra firme que la soltó, no sin antes decirme.
—muy bien señorita Durarte, misión cumplida, ya está en tierra firme.
—muchas gracias señor Montero, estoy en deuda con usted.
—no hay nada que agradecer y en cuanto así está en deuda conmigo, pues, no lo considero para tanto.
—pues yo si señor Montero, de verdad lo que hizo por mí no tengo como pagárselo.
—le repito, señorita Durarte, no es para tanto.
—pues para mí si lo es señor, siento que estoy en deuda con usted.
—no es así, señorita Durarte, pero si usted quiere pagarme con algo, entonces haga un buen trabajo hoy en la exposición y haga qué tal vez cerremos un buen trato.
—claro que si señor Montero prometo que daré mi mejor esfuerzo para que podamos cerrar un buen trato y así pagar mi deuda.
—me parece perfecto, señorita Durarte, espero que eso sea verdad.
—le aseguro que si señor Montero.
—muy bien, entonces vamos, hay que ir al hotel para registrarnos que nos den habitación, instalarnos e ir a la exposición.
—está bien, señor Montero, vamos.
Después de que dije esto, el señor Montero comenzó a caminar acompañado de dos de sus guardaespaldas, uno a cada lado, yo caminaba detrás de él y 3 de sus guardaespaldas iban.
Detrás de mí sentía raro que pasara esto, pero en fin supongo que todos los viajes que haga con el señor Montero serán así.
Así que debía acostumbrarme, pues, también con Lauren pasaba lo mismo, aunque con ella era un poco más tranquila la situación, pues, ella solo tiene 1 guardaespaldas y se mantienen más alejados de ella que los de mi jefe.
En fin era algo a lo que tenía que acostumbrarme, pues, como ya lo mencioné pasaría, siempre pensaba esta y mil cosas mientras estábamos en el auto camino al hotel.
Mi jefe puso toda su atención en su teléfono celular, se estaba mensajeando con alguien, pues, su celular no dejaba de sonar.
No sé con quién está mensajeándose, pero quien quiera que fuera, creo que lo había hecho enojar, pues, se veía en sus expresiones faciales.
Cuando llegamos al hotel pude confirmar qué evidentemente esos mensajes habían hecho enojar a mi jefe, pues.
Tenía un humor totalmente diferente al que tenía cuando bajamos del avión, pues, ahora se veía enojado y con cara de pocos amigos.
Cuando bajamos de la camioneta ni siquiera se esperó a que bajara yo, pues, se adelantó y se metió en el hotel.
Sus guardaespaldas se fueron detrás de él, solo uno de ellos me espero, aunque no lo creía necesario, pues, soy una simple asistente y a mí quien me querría hacer daño pero en fin.
Cuando entre en el hotel busque con la mirada a mi jefe, sin embargo, no lo encontré por ninguna parte.
Así que sin más opción decidí adelantarme a recepción para arreglar todo y que nos dieran la habitación, pues, con el humor.
Que mi jefe tenía era capaz de matarme si algo salía mal, así que sin más me acerque a recepción y justo cuando la recepcionista estaba por atenderme escuché la voz de alguien que decía.