Bianca
ayúdame a olvidarla, esas palabras resonaron en mi alma y antes de que yo pudiera siquiera responderle algo pasó lo inesperado, el señor Montero me dio un beso en los labios.
Un beso que aunque al principio no correspondí, pues, estaba en estado de confusión, terminé respondiendo.
Un beso fuerte, apasionado, que debo ser sincera, me encanto y no quería que terminara, sin embargo, termino porque el aire nos empezó a faltar a los dos.
Y cuando termino fue cuando caí en cuenta de que acaba de besarme con mi jefe, quien recién termino su compromiso con la mujer que ama.
A quien le prometí a mi amiga que cuidaría se supone que lo iba a ayudar no.
Que iba a terminar besándolo menos aprovechándome de él, del estado en el que se encuentra borracho y dolido, en pocas palabras siento que me aproveche de él.
Pensaba estas cosas culposas cuando de repente escuché la voz del señor Montero que me trajo a la realidad cuando me dijo.
—y bien Bianca si me ayudaras a sacar a esa mala mujer de mi corazón, por favor te lo suplico ayúdame, necesito olvidar a esa Briseida que todo este tiempo me estuvo viendo la cara, por favor ayúdame.
—señor Montero mejor después hablamos por ahora es mejor que lo lleve a la cama para que duerma.
—Bianca no estoy tan borracho como para no acordarme mañana se lo aseguro.
—está bien, señor Montero, le creo, pero por ahora ya vamos a recostarlo, usted debe descansar.
Después de que le dije esto el señor Montero me sonrió y me dijo esta bien, Bianca tú ganas.
Con mi ayuda se levantó del piso y se recostó en su cama, estaba listo para dormir.
De hecho ya tenía sus ojos cerrados, sin embargo, justo cuando estaba por salir de la habitación él tomó mi mano y me jalo para que fuera a su lado y entonces me dijo.
—Bianca señorita Durarte, no te vayas, quédate aquí conmigo haciéndome compañía hasta que amanezca.
—está seguro que es buena idea, señor.
—completamente seguro, Bianca no quiero estar solo porque de lo contrario no se dé que sería capaz.
—bueno, está bien señor Montero.
Después de decirle esto me recosté alado de Máximo quedando frente a frente, él sostuvo mi mano con fuerza, cerro sus ojos y al parecer se quedó dormido, pues, ya no dijo nada más, yo también cerré los ojos y me quede dormida.
Sin embargo, alrededor de las 4 de la mañana desperté para ir al baño y cuando intenté liberar mi mano de la de Máximo, este comenzó a hablar dormido diciendo.
Porque mi amor porque me hiciste esto, no puedo con este dolor.
Luego de esto me quede mirando por un minuto su hermoso rostro, el cual mostraba mucho dolor.
Como de verdad necesitaba ir al baño, luego de mucho cuidado dedicación logré separar mi mano de la suya.
Así que fui al baño a hacer mis necesidades y pensaba En si quedarme en el cuarto de mi jefe más no en la misma cama sino en el sillón.
Finalmente, decidí que me quedaría con el señor Montero en su cuarto, pero esta vez en un pequeño sillón que tenía.
Sin embargo, cuando entre al cuarto, mi jefe al parecer estaba teniendo una pesadilla, pues, estaba sudando mucho y gritaba.
Me, acerque a él para calmarlo y fue donde nuevamente tomó mi mano con fuerza.
Me acercó a él y comenzó a decir entre sueños, ayúdame Bianca ayúdame te daré lo que quieras si aceptas.
Cuando lo escuché decir esto sentí nuevamente la misma sensación rara que sentí cuando me dio el beso en los labios.
Yo no dije nada, pues, sabía que estaba dormido y no era consciente de lo que decía en esos momentos, yo pensaba para mí misma.
Que tal vez mañana todo se le olvidaría y ya no diría nada, todo sería como antes.
Todo como que mi jefe me ignoraba y todas esas cosas en fin, luego de esas palabras no deje de pensar estás y mil cosas más durante toda la noche, pensé que no podría dormir, sin embargo.
De repente perdí la noción del tiempo y de todo, pues, cuando los rayos del sol se posaron en mi rostro, fue ay donde entonces me di cuenta de que me había quedado dormida.
De manera abrupta abrí mis ojos y rápidamente pude ver que mi jefe ya no estaba conmigo en la cama.
Mire el reloj y vi que ya era supertarde, pues, ya eran las 10 de la mañana, apresuradamente después de ver esto me paré de la cama, estaba poniéndome mis lentes cuando de repente la puerta del baño se abrió.
Y apareció en mi campo visual mi jefe recién bañado luciendo su escultural cuerpo.
Me quedé como tonta observando, al parecer, pues, él me sacó de mi trance cuando me dijo.
—buenos días, señorita Durarte, ¿se encuentra usted bien?.
—buenos días, señor Montero, si claro que si es más le pregunto más bien yo a usted, ¿cómo está?.
—yo, pues, estoy bien porque no he de estarlo.
—pues por lo que pasó señor.
—si, pues, eso es algo que señorita, me duele mucho la verdad, pero tengo que seguir con mi vida, tenemos una comida de negocios pactada y debo estar en perfectas condiciones, al menos fingiendo.
—en eso tiene usted razón.
—verdad que sí.
—si señor, ahora bueno hablando de la comida, debo de ir a arreglarme, pues, ya es tarde y yo sigo en pijama.
—si está bien señorita, pero antes quisiera preguntarle algo, ¿puedo?.
—si claro señor lo que guste dígame.
Después de que dije esto, mi jefe se acercó a mí y sorpresivamente me dio un apasionado beso en los labios.
Beso que correspondí, pues, para mi desgracia me gusto demasiado.
El beso terminó, pues, por falta de aliento, pero para ser sincera si fue un beso como de aproximadamente 5 minutos.
Cuando termino mi jefe me miro a los ojos y me dijo.
—y bien señorita Durarte Bianca que dice me ayudará a sacarme a Briseida del corazón claro, debo ser sincero ponerle todo sobre la mesa.