Bianca
Después de que el señor Montero cambiara de planes abruptamente me dijera que ya quería besarme y acariciarme salimos apresuradamente del restaurante.
Casi corrimos a la camioneta, no sé quién le llamaría a mi jefe, pero al parecer era alguien con quien no quería hablar, pues, no dejaban de insistir.
Su celular no dejaba de sonar, él solo lo veía con una cara de tristeza y rabia.
Con eso supe qué tal vez quien le estaba llamando era su exnovia.
Pensaba esto cuando nos subimos a la camioneta y mi celular sonó, me había llegado un mensaje de Héctor, estaba por verlo y responderle cuando de repente sentí cómo unas fuertes manos me tomaron por la cintura.
Obviamente, eran las manos de mi jefe quien me había tomado de la cintura y me había acercado a él.
Acto seguido de esto me sentó sobre sus piernas y comenzó a besarme apasionadamente.
Eran unos besos que juro por Dios, no quería que terminaran definitivamente, él era el hombre que besaba más rico en el mundo.
Bueno o por lo menos a mi criterio si era él, pues, todo el camino a casa de los Monteros nos la pasamos prácticamente besándonos hasta se me había olvidado por completo que estábamos en una camioneta y que además no estábamos solos.
Estaban el chofer y uno de los guardaespaldas en los asientos de adelante de nosotros.
Y aunque mi jefe subió el vidrio polarizado para tener más privacidad, no se fue extraño, pero no me importo para ser sincera, pues, me perdí por completo en los besos de Máximo.
Besos y caricias que él repartió con delicadeza por todo mi cuerpo, debo ser sincera, nunca nadie me había besado, acariciado de la manera en la que él lo estaba haciendo.
Debo ser sincera, no quería que parara, sin embargo, paro, pues, la camioneta se detuvo, eso era señal de que habíamos llegado a nuestro destino y solo así fue que él abrió sus ojos.
Y lentamente despegó sus labios de los míos, me regaló una sonrisa.
Después se dispuso a acariciar mi cabello y me dijo
—Bianca de verdad gracias por esto tú eres lo único que me hace olvidar aunque sea por un minuto todo.
—no tiene nada que agradecer, señor Montero, para eso estoy es mi trabajo, en eso quedamos en que lo ayudaría.
—lo sé, pero de verdad lo agradezco, pues, de verdad no sé por qué, pero sé que puedo confiar en ti plenamente a pesar de que no tengo mucho de conocerte, sé que así es.
—y así es señor Montero, yo no dire nada de esto que está pasando a nadie ni siquiera a su hermana no se preocupe.
—eso lo sé, pero vamos Bianca déjame de decirme señor Montero y de hablarme de usted, creo que después de lo que acaba de pasar está más que claro, tú puedes dejarte de formalidades y hablarme de tú.
—está bien Máximo te hablaré de tú, pero solo cuando estemos solos, al menos por ahora, pues, creo que a la gente se le hará raro si te hablo de tu ya vez como es la sociedad y no queremos que sospechen nada ni que inventen que tenemos una relación.
—está bien, Bianca está bien en eso, quedamos ahora, creo que quiero seguirte besando, ¿te parece?
—sí, claro que sí.
—muy bien, entonces vayamos rápido porque de verdad me gusto besarte y acariciar tu bonito cuerpo.
No le conteste nada a Máximo, pues, la verdad sé que todo esto que está haciendo lo hace por despecho, pero la verdad me está encantando esto que está pasando esta aventura.
Cuando bajamos de la camioneta mi jefe me abrió la puerta, sin embargo, noté que había una camioneta negra idéntica a la de Máximo.
En cuanto mi jefe vio la camioneta, dijo.
—no puede ser Bianca mis padres están aquí.
En cuanto Máximo termino de decir esto, la silueta de sus padres se apareció enfrente de nosotros.
La señora Sara corrió a abrazar a su hijo, el señor Leonardo por su parte se dirigió a saludarme a mí.
Después intercambiaron los abrazos, la señora Sara me saludo y abrazo a mí y el señor Leonardo a su hijo.
Después de los abrazos y saludos, la señora Sara comenzó a decirle a su hijo.
—mi niño de verdad hijo, me disculpo si vine a interrumpir tu trabajo, pero de verdad estaba muy preocupada por ti y más porque no contestabas mis llamadas.
—así es hijo tu madre y yo estábamos muy preocupados por ti, tu hermana también ni se diga solo que ella no pudo venir, pues, aún no termina su guardia, pero ya mañana te verá.
—si lo sé papá y mamá que no les conteste las llamadas, pero de verdad no quería hablar con nadie salvo con Bianca ella me ha ayudado bastante y respondiendo a su pregunta estoy bien perdón por preocuparlos.
—no hay problema Max lo importante es que estés bien hijo ahora en cuanto a ti Bianca muchas gracias por ayudar a mi campeón.
-no, señor Montero, no tiene nada que agradecer, no se preocupe, yo solo escuché a mi jefe, deje que se desahogara.
—si hay mucho que agradecer hija, pues, tú estuviste con mi bebé cuando lo necesito, no sé cómo agradecerte, bueno para empezar ven mi cielo un abrazo te daré.
Después de decir esto, la señora Montero me acerco a ella y me dio un fuerte abrazo.
Un abrazo que se sintió muy cálido y maternal, tenía muchísimo tiempo que no me abrazaban así.
Y de verdad fue agradable sentir esa sensación, pero fue como si mi madre me hubiera abrazado nuevamente.
Pensaba esto cuando de repente la voz del señor Leonardo me sacó de ese mundo de irrealidad cuando dijo.
—y bien entonces hijo dime qué explicación te dio esa mujer traidora.
—ninguna, papá ni siquiera he hablado con ella, pues, no me contestó las llamadas cuando yo le llame y después de todo esto ella es la que apenas está intentando comunicarse conmigo, pero ya tengo bloqueado su número, así que no me molestará más.
—de verdad eso espero hijo mío porque te juro que si la veo le voy a dar unas bofetadas a esa mala mujer.