Por siempre nuestro secreto

Capítulo 70 Una triste perdida.

Leonardo 

Observe cómo Megan salió disparada por aquel ventanal con algo de tristeza, pues, a pesar de todo lo qué pasó.

Hubo un tiempo en el que yo pensé que la amaba, pero eso fue hasta que conocí a Sara el amor de mi vida.

Así que era inevitable sentir cierta tristeza al ver esa imagen, pues, sabía que probablemente después de esa caída las probabilidades.

De que sobreviviera eran casi nulas, así que prácticamente estaba presenciando la muerte de la mujer que algún tiempo pensé era el amor de mi vida y eso era triste.

Cuando Andrés observó caer por el ventanal, a Megan gritó su nombre desesperadamente.

Y comenzó a forcejear con los policías que lo estaban sosteniendo.

Yo por mi parte en cuanto salí del trance de ver cómo Megan caía por el ventanal, inmediatamente corrí asía donde estaba mi esposa y me coloqué a su lado.

Abrazándola por la espalda, sostuve sus manos, las cuales, sostenían, estaban entrelazadas con las de su abuela, la señora Mariana.

Quien estaba gravemente herida, mi esposa lloraba desconsoladamente y no paraba de decirle.

—abuelita por favor no me dejes tú no te lo ruego por favor tú no.

La señora Mariana estaba inconsciente, pero de repente hubo un momento en el que abrió los ojos y con mucho esfuerzo vio a mí, esposa y le dijo.

—hijita mía no llores y menos por mí, pues, si lloras, le va a ser daño a mis bebés.

-no te preocupes por mi abuelita, yo estoy bien, no hables guarda fuerzas la ambulancia ya viene por ti para ayudarte.

—no mi niña a mí ya nadie puede ayudarme mi tiempo en este mundo término, sin embargo, me voy tranquila porque te dejo en buenas manos, no estarás solo, pues, estarás con este buen hombre y tus bebés

—abuelita por favor no digas eso tú vivirás mucho más tiempo aún te falta tanto tienes que conocer a tus bisnietos abue.

—no, mi vida es tiempo de partir, pero antes Leonardo te encargo a mí, hija a tus bebes, cuida y protege a tu familia siempre.

—sé lo prometo, señora Mariana, siempre los voy a cuidar hasta con mi vida.

—qué bueno me voy tranquila y feliz de que al menos en mis últimos momentos puedo estar consciente sin que mis recuerdos se borren.

Después de decir esto, la señora Mariana sonrió y cerró sus ojos.

Cuando mi preciosa Sara observó esto, empezó a entrar en desesperación, pues, inmediatamente, intentó buscarle el pulso a la abuela, pero al no encontrárselo comenzó a llorar desesperadamente.

Por mi parte, trataba de consolarla y calmarla, pues, sabía que todo esto les estaba haciendo mal a los 3.

Cuando los paramédicos llegaron para atender a la abuela me Costo mucho trabajo separar a mi esposa de su lado Pues se aferraba al cuerpo y no dejaba que la tocaran.

Cuando por fin logre separarla de la abuela, fue así como los paramédicos se acercaron para revisar a la señora Mariana.

Mientras la revisaban, la policía prosiguió a llevarse al gobernador, quien evidentemente estaba destrozado por lo sucedido con Megan.

Pues forcejeaba, no dejaba de llorar y gritar que todos nosotros nos íbamos a arrepentir de lo que habíamos causado.

Cuando Andrés pasó esposado acompañado de los policías al lado nuestro, comenzó a gritarnos.

—te juró Leonardo Montero que esto no se va a quedar así voy a vengarme de toda tu estúpida familia donde más te duele ay es donde te pegaré en tu esposa y en esos bastardos a quienes prometo destruir en especial si son niños los are sufrir para así matarte poco a poco tal vez no hoy ni mañana, pero sucederá te lo prometo.

Estaba por contestarle lo que se merecía cuando se lo llevaron de la habitación.

Quería contestarle, pero no podía salir de la habitación, mi deber era estar con mi esposa.

Quien no paraba de llorar y observaba angustiada a los paramédicos mientras intentaban reanimar a la señora Mariana.

Estaba tan preocupada y desorientada que por suerte no se percató de lo que dijo Andrés, si no hubiera empeorado las cosas ya han sido demasiadas emociones para mi esposa. Estaba Pensando esto cuando de repente una de las para medio dijo.

—lo siento mucho señores Montero, lamento tener que informarles que lamentablemente no pudimos salvar a la señora Mariana y desgraciadamente ha fallecido.

Cuando mi esposa escuchó esto soltó un grito desgarrador, decía que no era cierto.

Comenzó a llorar más y más, yo trataba de calmarla, pero no lograba hacerlo, mis padres al ver esto se acercaron a nosotros para intentar consolar a mi mujer.

Pero tampoco lograron nada, mi Sara no dejaba de llorar y gritar.

No sabía qué hacer, mi mujer estaba desconsolada, la situación estaba hecha un caos y yo no podía hacer nada más que solo abrazarla, he intentado decirle palabras que pudieran calmarla.

Las Cosas empeoraron cuando de repente mi esposa soltó un grito de dolor y me dijo que le dolía mucho el vientre.

Después de decir esto se desvaneció en mis brazos y yo muy asustado comencé a gritar.

—Sara, mi amor despierta que tienes mi vida despierta Sara, por favor abre los ojos.

—ay, no puede ser hijo mío, mi niña está sangrando, por favor, un doctor, alguien que venga a atender a mi hija, por favor.

Luego de que mi madre dijo esto, los paramédicos que estaban con la señora Mariana se acercaron a mi esposa, la revisaron y dijeron.

—señor Montero, tenemos que llevarnos urgentemente a la señora, pues, le debemos practicar una cesárea de emergencia, porque si no lo hacemos ella y los bebés van a morir, pues, su esposa tiene una hemorragia.

-hagan lo que tengan qué hacer, pero por favor salven a mi familia.

-claro que si señor Montero aremos todo lo posible por mantenerla estable para que llegue bien al hospital.

Después de decir esto, los paramédicos inmediatamente subieron a una camilla a mi esposa y rápidamente emprendieron camino para el hospital.

Yo subí a la ambulancia con mi esposa, quien no despertaba y tampoco dejaba de sangrar.




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