Por Siempre Tú

Capítulo 9

 Los días seguían pasando y todo se complicaba, aún más, para Daniela. Óscar no había dejado de insistir en hablar con ella pidiéndole, cada que podía, una oportunidad de explicarse. Algo que de cierta manera, la hacía sentir un poco mejor, dado que él seguía luchando por ella, pero aún no se sentía lista para dejarlo hablar. La decepcionó su manera de afrontar esa situación, porque la apartó, la dejó de lado en un momento crucial e importante en su vida. Si él no era capaz de confiar en ella para eso, entonces, sus sentimientos no eran tan fuertes como creía.

Se suponía que el amor de pareja, era el sentimiento compartido entre dos personas que se respetan, valoran y entregan lo mejor de sí mismos en función del bienestar y equilibrio de su relación, y eso era algo que en esta oportunidad había fallado. Sentía que le había faltado el respeto al ocultarle información y que no la había valorado, porque no habían confiado en su capacidad de comprender la situación y hacer lo posible por mantener a flote su relación.

Dejando un poco de lado todo el dolor y decepción que sentía, se sumió en su rutina diaria, la cual consistía en ir del trabajo a su casa y de su casa al trabajo. Pidiéndole ayuda a su hermano Maxi, con los entrenamientos de fútbol a los que debía asistir Daniel, mientras que se refugiaba en el hospital para alejarse de Óscar. Le había pedido no pasar por su casa hasta nuevo aviso, logrando mantenerlo alejado, al menos de manera física, ya que constantemente recibía llamadas y mensajes de su parte.

En ese momento, dejó el hospital, luego de una larga jornada laboral, estaba agotada,  necesitaba relajarse, y la mejor manera de hacerlo era con una buena taza de café. Afortunadamente, su café favorito, El café de Menchú, quedaba a unas cuadras de su lugar de trabajo. Llevaba años frecuentando aquel lugar, desde que pertenecía a Menchú, una mujer amable y conversadora, que terminó siendo amiga de la mamá de su cuñada Anisa. Su hermano, al ver que la vieja amiga de la familia Tadele, tenía el café en venta, lo compró con la intención de que su suegra y esposa lo trabajaran. La morena, decidió conservar su nombre original, en honor a la amiga de su madre, que sin pedir nada a cambio le tendió la mano cuando más lo necesitó.

Llegó al café y con la mirada, repasó todo el lugar en busca de su cuñada, habían quedado en reunirse allí para conversar. Llevaban tiempo sin encontrarse a solas, siempre estaban rodeadas de su hermano y familia. Necesitaba con urgencia a una amiga y eso era Anisa para ella, una amiga, una hermana. Desde que su cuñada llegó a la vida de Álvaro, congeniaron de tal forma, que rápidamente, la sintió como parte de su familia.

—Hola a todas— saludó a las mujeres Tadele, que se encontraban detrás del mostrador de la cafetería.

—Hola Dani —saludaron unísono Manuela y Anisa dándole un par de grandes sonrisas.

—¿Cómo estuvo tu noche? —preguntó Manuela observando las facciones de su rostro que denotaban el cansancio de la larga noche.

—Algo movida —suspiró— por eso necesito una taza del mejor café del mundo.

—Vayan a sentarse —señaló la mujer mayor una de las mesas— les enviaré sus café y algo para que desayunes mi niña.

—Eres la mejor mamá Manuela —alabó a la suegra de su hermano.

Las dos chicas se sentaron en la mesa más alejada de la estancia, cerca de un gran ventanal que dejaba ver el gran ajetreo de la ciudad.

—¿Qué tal llevas lo de Óscar? ¿Cómo te sientes con ello? —preguntó la morena, queriendo saber cómo la estaba pasando con todo lo de su novio. Sabía por Óscar, que ella aun no le había dado la oportunidad de explicarle cómo ocurrieron las cosas y quería ayudarlos, era absurdo que un amor tan bonito se perdiera solo por no darse la oportunidad de hablar.   

—La verdad, nada bien —confesó por primera vez en voz alta sus sentimientos—. Me siento desfallecer, no sé cómo he podido lograr vivir mi día a día.

Anisa tomó su mano por encima de la mesa y la presionó intentando darle fuerza con ese gesto, mientras que una mesera dejaba sus cafés y un par de sándwiches para acompañarlos.

—El día que lo vi en el hospital, después de un mes sin saber de él, sentí un mar de emociones. Estaba feliz de verle y enfadada por su inexplicable ausencia. Sin embargo tenía la esperanza de que pudiéramos salir de esta. Pero, jamás imaginé lo que vendría a continuación —continuó—. Es padre, joder.  Es padre y no me lo dijo, me lo ocultó, me dejó de lado y eso no sé si se lo pueda perdonar. Si la nena no hubiese tenido una emergencia, yo seguiría sin saberlo.

—Sé que no está nada fácil su situación. Él no hizo bien en irse así, debió comunicarte desde un principio lo que le estaba pasando, pero...

—Claro que no hizo bien —la interrumpió—. No confió en mí, ¿dónde está el supuesto amor que me tiene? Si no es capaz de confiar en mí, entonces no me ama.

—No seas extremista —la regañó. Ella conocía la verdad de la historia, su amigo daría la vida por Daniela, simplemente no supo cómo manejar la situación—. Si de algo estoy segura, es que, ese cabeza hueca te ama.

—Pues yo no estoy tan segura —susurró limpiando una lágrima rebelde que se había escapado.

—Te estás ahogando en un vaso de agua —exclamó con un tono conciliador—. Solo, escucha lo que tiene que decirte.




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