Por Siempre Tú

Capítulo 15

Álvaro necesitó de unos segundos para poder procesar las palabras pronunciadas por su amigo. ¿Qué había querido decir con eso? ¿Cómo que estaba enamorado de su hermana? Eso no era posible, ellos se odiaban, no se toleraban y lo demostraban siempre que coincidían, ¿desde cuándo eso cambió?

—¡A mi oficina, ahora! —exclamó molesto.

Óscar, Daniela y Anisa, obedecieron, y en silencio, se encaminaron a la oficina del Avellaneda. Una vez dentro, este cerró la puerta y sin darles tregua, musitó:

—Quiero saberlo todo. ¿Desde cuándo? ¿Cómo? ¿Dónde?

Óscar, fue quien tuvo el valor de hablar.

—Desde que la conocí. Siempre me gustó, pero no fue hasta aquella fiesta de Halloween, que comprendí lo que realmente sentía por ella.   

Daniela se limitó a sentarse en el sofá, con las manos sobre su rostro, el momento que tanto temió, había llegado. Su cuñada tomó asiento a su lado para darle un poco de apoyo moral.

—¿Y por qué nunca me lo dijiste? ¿Están juntos desde ese entonces? No estoy entendiendo —comentó frustrado. Si lo que su amigo decía era cierto, ¿cómo era posible que su hermana se enredara con el padre de Daniel?

—En ese momento lo intentamos —respondió Óscar—, pero no funcionó. Luego Dani se casó y no fue hasta hace un año que decidimos volver a intentarlo.

—¿Me estás diciendo que tienen un año viéndose en mis narices sin que me diera cuenta? —gritó.

No soportaba las mentiras, se sentía burlado, su amigo y su hermana, le habían tomado el pelo. Recordó las veces que los encontró en situaciones sospechosas, en las diferentes reuniones familiares que hacían en su casa. ¿Cómo no se dio cuenta?

—No lo tomes a mal amigo —pidió el castaño, lo menos que quería era enemistarse con Álvaro—. Nuestra intención era esperar el momento oportuno para hacerlo público.

—¿Y en un año no encontraron un puñetero momento para hacerlo? Nos vimos centenares de veces —les reclamó— ¿Y en el pasado? Me dices que te gusta mi hermana desde la fiesta de Halloween, y joder, eso fue en la universidad. ¿Por qué no me lo dijiste en ese entonces?

Daniela, que seguía molesta con Óscar por lo ocurrido durante el almuerzo, comentó:

—No lo dijo porque es un cobarde, no quiso  hacer público lo que sentíamos y por eso no funcionó nuestra relación.

Óscar no podía creer lo que su caperucita estaba diciendo, conocía a Álvaro y sabía que no tomaría bien lo que acababa de decir.

—¿Eso quiere decir que no tomaste en serio a mi hermana? —se acercó al castaño y lo tomó por el cuello.

—Claro que sí —se defendió—. Si en ese momento no lo dije, fue porque tenía miedo de perder tu amistad. Tenía miedo de perder a la familia que me había dado la vida, por eso no lo dije —expresó arrepentido.

Álvaro al notar la sinceridad de sus palabras, lo soltó. Era normal que Óscar pensara que tomaría mal la noticia, en ese entonces, era demasiado sobreprotector con Daniela.

—Eso te lo puedo entender. Pero en este último año, ¿Qué les ha impedido hacer pública su relación? No lo entiendo. Ambos son adultos y…

Óscar no lo dejó terminar.

—En esta oportunidad, quien no ha querido que se sepa lo nuestro, es Daniela —le dio una mirada fulminante a su chica.

—A mí no me culpes, yo solo quería estar segura de que esta vez no te echarías para atrás —se defendió la castaña.

—Por dios, ya dejen de pelearse —pidió Álvaro, llevándose la mano al entrecejo— ¿Siempre son así?

—Obvio. Tu hermana es una Avellaneda y con ustedes todo es así —se mofó Óscar, provocando que Anisa soltara una carcajada.

—Torpona ¿Por qué no te veo sorprendida por esta noticia? —inquirió Álvaro.

La morena le dio la mejor de sus sonrisas y respondió:

—Porque ya lo sabía. Prácticamente lo supe cuando los conocí, pero lo confirme una noche que los vi besándose aquí en el bar. La verdad no entiendo como nunca te diste cuenta.

—¿Y por qué no me lo dijiste?

Anisa se levantó del sofá y se acercó a su esposo. Pasando los brazos alrededor de su cuello, musitó:

—No me correspondía a mi hacerlo —Álvaro arrugó la frente. No le gustaba para nada que su esposa le hubiera mentido—. Y no me hagas caras, tú hubieses hecho lo mismo.

Álvaro sonrió, su mujer lo conocía muy bien, él, habría actuado de la misma manera, respetando los deseos de la pareja de enamorados.

—Tienes razón —dejó un casto beso en sus labios—. Pero hay algo que aun no entiendo —se giró a donde estaba su amigo—. Si todos estos años has estado enamorado de Daniela, entonces, ¿ella es la mujer misteriosa?

—Por supuesto que sí.  Ella —dijo sentándose al lado de su chica y pasando un brazo sobre su hombro—, es mi mujer misteriosa —le dio una mirada cargada de amor, consiguiendo que Daniela pusiera los ojos en blanco. Aun no lo había disculpado y estaba tonto si creía que lo perdonaría tan fácilmente.  

—Bien. Aclarado ese punto —Álvaro tomó asiento en el otro sofá que estaba disponible, quedando frente a los enamorados, llevando a la morena en su regazo —. Quiero que me digas ¿Cuáles son tus intenciones con mi hermana?




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