Por Siempre Tú

Capítulo 19

Siempre que laboraba en el horario diurno, Daniela, acostumbraba a pasar por casa de Óscar para darle una vuelta a Gabriela. La mujer ya estaba por culminar su tratamiento oncológico, y quería conversar con ella respecto a lo que seguía. Afortunadamente, estaba respondiendo de manera positiva a la quimioterapia, pese a eso, debía seguir ciertas instrucciones para retomar su vida de la mejor manera. 

Ese tipo de procedimientos, dejaba efectos secundarios que bien podía desaparecer en semanas o meses, pero había casos en los que dichos efectos, podían durar más tiempo. Por ello, debía asistir cada cierto tiempo a consulta médica, donde le ofrecerían la atención y seguimiento, para determinar si el cáncer ha regresado.

Ahora, debía basar su vida en una alimentación saludable, al igual que mantener una rutina de ejercicios que la ayudara a recuperar su condición física, ya que, al pasar mucho tiempo en cama durante el tratamiento, perdió resistencia y fuerza muscular. Una dieta sana y el ejercicio, la ayudaría a fortalecer sus músculos y combatir el cansancio, además de combatir el sentimiento de depresión, que algunas veces podía surgir, luego de verse sometido a este tipo de tratamientos.

No obstante, confiaba en que Gabriela saldría airosa de esa situación. Era una guerrera, una mujer positiva que no se dejaba amilanar por nada. Nunca la oyó quejarse o renegar de lo que le había tocado vivir, al contrario, siempre se mostraba sonriente y dispuesta a acatar cada una de las órdenes médicas.

Daniela sentía, que poco a poco, todo estaba llegando a su lugar. Gabriela se recuperaba satisfactoriamente, los niños y demás familiares habían aceptado sin problema su relación amorosa, y Óscar estaba en proceso de comprar, en el mismo urbanismo donde vivían, una casa para Vero y su madre. El simple hecho de saber que la venezolana dejaría de vivir bajo el mismo techo que su Lobo, la hacía feliz. No habían vuelto a tocar el tema de vivir juntos, pero sabía que no tardarían en hacerlo. Eran más los días que dormían juntos, que separados. Cada día que pasaba, les costaba más estar lejos del otro.

Entró a la casa de Óscar y fue directo a la habitación de Gabriela. Ese día, Marcela estaba ocupada con un evento en el Molino Rojo, por lo que, estaba sola con la niña. Justo cuando iba a abrir el pomo de la puerta, escuchó su nombre, y sin poder evitarlo, acercó su oreja para escuchar lo que decían.   

—¿Po que Daniela no se viene a vivi con nosotos y ya? —cuestionó Verónica.

—Princesa, entiende que esta es la casa de papi, y papi quiere vivir aquí con Daniela, y no es correcto que yo siga bajo el mismo techo, además, estaremos cerca de ellos. La otra casa queda a un par de calles de aquí.

—Pedo yo no quiedo idme a vivi a ota casa —refunfuñó la niña—. Quiedo vivi con mi papito.

—Amor, al vivir tan cerca de papá, podrás venir a compartir con él todas las veces que gustes.

—No es lo mismo —se cruzó de brazos— Poque mejo no edes tú la novia de mi papá. Así no nos tenemos que id.

—¡Vero! —la reprendió su madre— Ya te expliqué que no veo a tu padre de esa manera, para mí es un amigo y nada más. Además, sé que tú quieres mucho a Daniela y te gusta que sea la novia de tu papá, ¿o me equivoco?

—Sí, pedo si pod su culpa no voy a viví más con mi papá ya no la quiedo.

—Cariño, entiende que papá te va a amar de la misma manera a pesar de no vivir juntos, y ya te dije que podrás ir a dormir a su casa siempre que puedas.

—¿Lo pometes?

—¡Te lo prometo! Ahora ven y dame un abrazo.

Escuchar a Verónica decir esas palabras la descolocó por completo. Pensaba que la niña estaba de acuerdo con su relación, pero ya veía que no era así. Lo peor de todo, era que en parte la niña tenía razón, pasó los primeros años de su vida sin la presencia de su padre, y ahora que lo tenía, lo menos que quería era separarse de él.

Ella no tenía ningún problema en que Vero viviera con ellos. Le tenía mucho cariño a la niña, y esta se llevaba muy bien con Daniel, se atrevería a decir que se querían como hermanos, pero eso no era posible, de irse a vivir con ellos, dejaría de lado a Gabriela, y eso no estaba bien. Que difícil situación.

Que diferente eran las cosas de su lado. Daniel había crecido con padres separados y entendía que habían tiempos para compartir con uno y con el otro, y que eso no mermaba el cariño que pudieran sentir por él. Aunque Juan era un padre bastante ausente, el niño lo quería y lo aceptaba como era.

¿Qué debía hacer? Lo menos que quería era causarle un trauma a la niña. Quizás lo mejor era posponer sus planes de una vida en pareja. Al menos, hasta que la cría estuviese más grande y no se viera tan afectada por vivir separada de su padre.

Ella había crecido lejos de Salvador, y sabía lo mucho que podía afectar la parte psicológica. En su caso, creció con baja autoestima y sintiéndose poca cosa para el sexo masculino y lo menos que quería era que le pasara algo similar a Vero. Sabía que este no era el mismo caso, su padre se vio obligado a alejarse de ellos, mientras que Óscar haría todo lo que estuviese en sus manos para demostrarle a la niña lo mucho que la quería, y que seguía siendo su prioridad. De igual manera, prefería no arriesgarse, lo mejor era esperar, quizás alejarse por un tiempo y darles ese espacio padre e hija que tanto necesitaban.




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