Por Siempre Tú

Capítulo 21

Luego de pasar horas conversando con su madre, a Daniela se le ocurrió una idea. Le demostraría a Óscar, no solo que lo amaba, sino que estaba dispuesta a darlo todo por él. Ya no tenía dudas, quería pasar el resto de su vida al lado de su Lobo Feroz, y lo haría desde ese momento.

Hizo unas cuantas llamadas, y cuando lo tuvo todo listo, fue por lo que le hacía falta para sorprender a su chico. No podía creer lo que estaba a punto de hacer, pero estaba tan decidida, que por primera vez en su vida no se detendría a pensar en las consecuencias. Era momento de vivir, sin miedos, sin ataduras. Si fue capaz de superar tantas cosas, seguramente podría, con lo que fuera que le tuviera deparado el destino.

Al final de la tarde, se encontró con Anisa en el Molino Rojo. La morena la estaba esperando con todas las cosas que ella le había encargado. Juntas, terminarían de ultimar detalles.

—¿Tienes todo lo que te pedí? —preguntó la castaña.

—Por supuesto. Aquí está todo lo que me pediste —respondió señalando las bolsas que estaban esparcidas por la oficina de Óscar.

—¿Cuánto tiempo tenemos para prepararlo todo?

—Un par de horas. Hablé con Álvaro hace unos minutos y le pedí que nos avisara cuando ya vinieran en camino.

La morena le había pedido a su chico que les ayudara a mantener a Óscar fuera del bar durante un buen rato. Lo conocían muy bien, y sabían, que al estar peleado con Daniela iría directo al bar a desahogar sus penas en el alcohol.

—Perfecto. Entonces, manos a la obra.

Durante una hora, se abocaron a la decoración de la oficina. Daniela quería recrear la fiesta de Halloween, donde ella y Óscar estuvieron a punto de darse el primer beso. La fiesta, donde su historia de amor comenzó. Aunque no pasó nada esa noche, allí se dieron cuenta de la gran atracción que había entre ellos. Claro que ella lo amaba desde mucho antes, pero para su Lobo, ese fue el día que la reconoció como mujer, no como la hermanita de su mejor amigo.

—¿Crees que así está bien? —Anisa estaba terminando de colocar unas decoraciones.

—¡Me encanta!

Anisa notó que su cuñada estaba muy nerviosa. Las manos le temblaban y tenía la mirada dispersa. Daniela podía tener una imagen de mujer dura, pero en el fondo, era una mujer sensible, y llena de inseguridades como cualquier otra. En el último año, había sido testigo de cómo trabajó incansablemente para ser una mejor persona, para superar sus miedos y seguir adelante pese a lo vivido. Por eso, estaba orgullosa de ella y consideraba que era hora de que se terminara de soltar y luchara por aquello que tanto quería.

—¿Todo bien? ¿No estarás dudando de lo que vas a hacer? —indagó.

Sabía lo mucho que le había costado a Daniela dar ese paso. Por fin, había decidido seguir adelante y esperaba no se arrepintiera en el último minuto. Su amor por Óscar era verdadero, pero siempre que la atacaban las dudas y las inseguridades, terminaba reaccionando de la peor manera, y no quería que ni ella, ni su amigo, siguieran lastimándose. Era momento de llevar su relación al siguiente nivel.

—No es eso. Es solo que temo que me diga que no —suspiró—. Tenías que verlo, estaba muy cabreado. No sé si me de otra oportunidad.

—Deja de pensar estupideces —la regañó la morena—. Obvio que te dará otra oportunidad, de lo contrario no te habría dado un ultimátum. Mejor terminemos de ordenar esto para que comencemos a arreglarte —le sugirió—. Ambos merecen ser felices y eso es justo lo que serán a partir de este día.

—Tienes razón. Todo saldrá bien. Ya quiero ver su cara cuando entre a la oficina —dijo emocionada.

—Yo también. Lástima que no podré hacerlo, pero ya me contarás. Solo trata de hacer la propuesta antes de comenzar a follar —sonrió al recordar, como su Príncipe Oscuro, le pidió matrimonio mientras le hacía el amor.

—Obvio. No puedo repetir lo que hizo mi hermano —soltó una carcajada.

Entre risas, y anécdotas de sus respectivas parejas, Anisa terminó de ayudarla a decorar el lugar, y posteriormente, la ayudó a maquillarse y vestirse. Por suerte, la oficina de Óscar, al igual que la de Álvaro, tenía baño privado, y allí Daniela pudo asearse y alistarse sin problema alguno.

Mientras los minutos pasaban, la ansiedad de Daniela aumentaba. Lo que estaba a punto de hacer, marcaría un antes y un después en su relación. Solo esperaba que todo saliera según lo planeado, por los momentos no tenía un plan B. Así que, si o si, debía tener el resultado esperado, o mejor dicho, la respuesta esperada.

El sonido del teléfono de su cuñada, la sacó de sus pensamientos. Anisa le mostró lo que indicaba la pantalla del celular, y al ver el nombre de su hermano, supo que ya iban camino al bar. El momento había llegado.

Anisa contestó la llamada y tras confirmar lo que ambas suponían, le hizo señas a Daniela para que tomara el teléfono, Álvaro quería hablar con ella.

 —Enana, ¿ya tienes todo listo? Traté de contenerlo por un rato más, pero está muy cabreado y le urgía ir al bar por un trago. Calculo que estaremos allí en unos diez minutos.

—Tranquilo. Afortunadamente terminamos a tiempo.

Álvaro le había preguntado aquello, solo para poder iniciar la conversación. Lo que realmente le quería decir, era otra cosa.




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