Por Siempre Y Para Siempre Tu

CAPITULO 11

DEAN

Miraba embobado el mensaje que mi princesa me envió y sentía que había hecho lo correcto en pedirle que fuera mi novia, sé que ella me quiere sin miedos y sin condiciones.

Por primera vez me siento muy feliz de estar junto a una mujer que lo vale todo y más. Aun no puedo creer que las cosas sucedieron como pensé que sucederían.

Cuando llegué a la oficina Andrew me llamo a su despacho.

─Buenos días tío ─dije Dean estrechándole la mano.

─Buenos días muchacho. Te llamé para decirte que me siento muy feliz que estés con mi hija, cuídala y hazla muy feliz. Sabes que es mi tesoro.

─Usted sabe que yo amo a su hija y no lo voy a decepcionar─. Respondí mirándolo fijamente a los ojos para que tuviera la certeza de que mis palabras eran ciertas.

─Confío en ti, mi hijo. Ahora hablando de negocios, pronto nos visitara la arquitecta Mónica Lee de Chicago. Vamos a trabajar en un gran proyecto y ella viene a ver algunas propuestas que le debemos presentar, tú y Owen trabajaran directamente con ella.

─Como usted diga─, usted sabe que somos los mejores.

Al momento que entré a mi oficina, vi mi escritorio, estaba lleno de muchos papeles y planos por revisar.

─Ese es el precio que tienes que pagar por irte de mini vacaciones ─dijo entre risas Owen.

─No te burles, creo que en un mes aun tendré papeles ─Rió a carcajadas.

─Estoy muy feliz que seas novio de mi hermana, merecen ser felices.

─Gracias bro. La voy hacer muy feliz. ¡Ah! Me alegra mucho que al fin te decidieras a pedirle matrimonio a mi hermana. Ella muere de amor por ti.  

Nos pasamos el día resolviendo temas pendientes y trabajando en la propuesta del nuevo cliente. Entrando la noche salí corriendo para mi cita con la mujer de mi vida. Llegue con tiempo de darme una ducha rápida.

Escuché el timbre sonar, corrí para abrir. Me vestí unos vaqueros negros y una camisa mangas cortas verde oscuro.

Ahí estaba mi hermosa princesa, vestía un lindo y diminuto vestido color limoncillo que le quedaba como si lo confeccionaron en su cuerpo. Le di un rico y cálido beso de bienvenida.

─¿Cómo estas mi amor? ─pregunté mientras la conducía a la cocina.

Shamara estaba distraída, como perdida en sus pensamientos y no me prestaba atención.

─Hermosa te pregunté ¿cómo estás? y no me has respondido ─dije despertándola de sus pensamientos.

─Estoy bien cariño, solo estoy conociendo tu espacio ─murmuró.

Shamara caminó hacia mí para darme un fuerte abrazo.

─Quiero sentirme entre tus brazos, sentir tu rico aroma─, dijo muy cariñosa.

La solté dirigiéndola a los taburetes del desayunador.

─Siéntate por favor ─sugerí, me dirigí a mi mini bar donde tenía muchas botellas de vinos y whisky. Tomé una botella haciéndole señas que la iba a destapar, busqué dos copas que saqué de los gabinetes, destapé el vino rosa sirviéndolo en las copas.

─Toma ─dije pasándole su copa ─brindemos por nosotros ─le dije chocando nuestras copas.

─Sabe rico ─musitó

─Es un Chateau Petrus del año 2005, me lo regalo un cliente a modo de agradecimiento por un trabajo que les hicimos.

─¡Vaya! buen regalo, tu cliente tiene buen gusto ─Me brindo una tierna sonrisa.

─Ven ─Le tomé de las manos y la conduje por un pasillo hasta llegar a mi habitación.

─Tienes un apartamento muy bonito y bien decorado ¿Quién lo decoro? ─preguntó con mucho interés.

─Mi madre lo hizo, tú sabes que a ella le apasiona la decoración.

Shamara me dio una leve sonrisa sabiendo como es mi madre.

La atraje hacia mí, tomándola entre mis brazos y besándola como solo yo podía hacerlo, la senté en la cama, se bajé para quitarle los zapatos para luego desabrochar el cierre de su corto vestido.

La volví a besar apasionadamente enterrando mis dedos en su cabello, desasiendo el moño que tenía ─Hueles tan rico ─susurré mordiendo y lamiendo su oreja derecha, haciendo su cuerpo estremecer.

La tenia tendida en la cama en ropa interior de encajes negro, le tomé sus dos manos y las levanté por encima de su cabeza haciéndoles presión, mordiendo sus labios.

Ella no se podía mover porque estaba debajo de mi con las manos agarradas, trató de moverse, pero no se lo permití.

─Tranquila hermosa, vas a recibir placer ─susurré ─Se sonrojó de solo pensar en que le iba hacer…

─Dame un minuto ─dije parándome rápido.

─¿A dónde vas? ─me gritó

Un minuto después volví con un platón lleno de fresas, uvas y miel.

─Vaya sorpresa ─dijo─, tomó su copa con el rico vino y bebió un sorbo.

Me senté a su lado con el platón de frutas y sin camisa.




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