Por Siempre Y Para Siempre Tu

CAPITULO 23

23

SHAMARA

Después de pasarme el resto del día encerrada y sin querer comer nada tuve que levantarme de la cama, ya que mi padre y Owen estaban en la puerta tocando insistentemente.

Cuando mi padre me vio con ese aspecto desaliñado y con los ojos hinchados de tanto llorar, me abrazó muy fuerte porque sabía que me había peleado con Dean. Me sentía con el corazón destrozado y sin poder pronunciar palabra, solo recibí el afecto de mi padre.

Owen tomándome de las manos y atrayéndome hacia él ─Enana… ¿te peleaste con Dean? ─preguntó

Levanté la mirada hacia Owen asintiendo con la cabeza, él la tomo entre sus brazos para abrazarla, le pasaba la mano por el cabello lentamente.

─No te preocupe por eso, ya verás que pronto arreglan todo; ustedes se quieren ─dijo con voz consoladora.

Mi padre se movió hacia mi mirándome con precaución.

─Mi niña sabes que Dean te quiere y cualquier problema que tengan se va a resolver, por favor entra a ducharte para que bajes con nosotros a cenar.

Media hora después estábamos en el restaurante del hotel. Me sentía sin ganas de estar ahí o de comer nada, tenía el estómago cerrado. Escuchaba a mi padre hablando de negocios con Owen muy entretenidos y yo me encontraba fuera de lugar.

Luego de haber cenado fuimos al bar a tomar unas copas intentando levantarme el ánimo. Después de estar por media hora charlando de temas triviales el ambiente se sentía más relajado y gracias a eso reía de los chistes de mi hermano hasta que lo vi, caminaba hacia nosotros.

─Buenas noches ─dijo una voz ronca detrás de mí, me quedé de piedra, no quería verlo y menos tan cerca de mí. 

Dean se veía triste, sus bellos ojos estaban apagados, llevaba unos vaqueros azules, un polo blanco y uno tenis Nike, pero aun así no perdía su encanto de hombre sexi y seguro de sí mismo, esa seguridad que desprendía por doquier cosa que a mí me volvía loca. Nuestras miradas chocaron haciendo que me estremeciera y el alcohol no ayudaba mucho porque yo solo pensaba en besar esa boca que tanto me gustaba.

Dean no dejaba de mirarme, se veía tan bella con ese vestido azul cielo que mostraban sus bellas piernas y esos zapatos blancos altos que la hacían ver más atractiva.

Yo no quería y no podía pronunciar palabra, mi padre llamó a Dean para que se alejaran de nosotros para poder hablar.

Llevaba mi trago de margarita a la boca, y el muy estúpido de Dean me la quitó y cuando intenté decirle algo el troglodita me tomo entre sus brazos colocándome en un hombro.

─Nos vemos luego ─dijo mientras caminaba hacia los ascensores y yo le gritaba como una loca que me bajara.

Subimos a la habitación de Dean, luego que entramos éste me depositó sobre la cama con cuidado; yo estaba molesta y al mismo tiempo nerviosa, mi corazón lo sentía en la boca y no sabía que hacer… lo miré fijamente por un breve momento que fue eterno para ambos, no hice ninguna reacción que hiciera pensar a Dean que yo lo iba a perdonar.

Me levanté de la cama y caminé en dirección a Dean, tenía los ojos aguados, amenazando con llorar, me pasé las manos por la cara y solté todo el aire contenido.

─Siempre pensé que tú eras el amor de mi vida y que pasaríamos nuestras vidas juntos… un hasta que la muerte nos separe; pero nunca pensé que fueras capaz de faltarme… nada de lo que tu hagas o digas hará que yo cambie mi decisión de alejarme de ti.

Dean la miraba sorprendido por sus palabras, él no creyó que ella lo iba a dejar de forma definitiva, apostó a que su amor fuera más fuerte que ese mal entendido y en ese instante entendió que no valía la pena que dijera o hiciera nada, el tiempo se encargaría de poner todo en su lugar.

Dean se acercó a mi tomando con las manos mi cara, dándome un beso fugas, con los ojos aguados solo pudo decir con voz entrecortada.

─Siempre te voy amar, mi princesa…

Con la cara llena de lágrimas me fui hacia mi habitación con la intensión de regresar a mi casa porque no tenía sentido seguir en ese lugar. Me iba con el corazón roto y el alma destrozada, esperanzada de que el tiempo pueda sanar todas mis heridas que queman.

 

 

 




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