Por Siempre Y Para Siempre Tu

CAPITULO 51

DEAN

Ya era pasada la media noche cuando Shamara volvió abrir sus ojos después de dos largos meses que nosotros vivíamos una agonía al verla postrada en esa cama sin dar ningún signo de mejoría.

Llegué con el doctor que por suerte estaba de turno esa noche, yo rebosante de alegría porque al fin la mujer que tanto amaba había despertado.

El doctor la examinaba muy exhaustivamente. Le tomó la presión, luego le reviso los ojos con un foquito indicándole que siguiera la luz. Le hizo algunas preguntas de rutina para luego confirmarle que estaba bien y que la tendría en observación.

Mientras el doctor hablaba con Shamara, aproveché para llamar a su familia. Ellos necesitaban saber la buena noticia y aunque era ya muy tarde sabría que a primera hora estarían todos acá, también ella necesitará mucho apoyo cuando sepa de la mala noticia de la muerte de nuestro bebe.

Instintivamente Shamara llevo sus manos a su vientre cerrando momentáneamente sus ojos buscando sentir al bebe, pero no obtuvo respuesta, se sentía bacía.

─Doctor, ¿qué le paso a mi bebe? ─preguntó llena de miedo en sus ojos.

El doctor intuyendo lo que iba a suceder me miró de forma como si me pidiera autorización para contarle a Shamara la pérdida de nuestro bebé.

─Shamara, quiero que estés tranquila y me prometas que vas a estar bien. Ella sin comprender a que se refería el doctor asintió, lo miraba y luego me miraba, yo no podía dejar de observarla con ojos de tristeza─.  Lamento mucho ser portador de malas noticias, pero por los fuertes golpes que recibiste tu bebe no lo soporto.

Shamara al escuchar sus palabras le salió un grito de desesperación

─ ¡No! Mi bebe no.… no puede ser ─gritaba exasperada.

El doctor al verla desesperada gritando desconsolada llamó a una enfermera para que le administrara un calmante.

Al verla como estaba, llena de dolor y sufriendo corrí a sentarme en la cama para tomarle la mano y poder consolarla, hacerla sentir protegida, que ella supiera que no estaba sola, pero Shamara no lo permitió, movió su mano para que yo no la tocara.

─ ¡Quiero que te vayas! ─gritó ¡es tu culpa que mi bebe muriera! ─Volvió a gritarme. Cerro sus ojos entre jipíos dejándose vencer por el efecto del calmante.

No podía soportar que ella me culpara de la muerte de nuestro bebé, lleno de tristeza y al mismo tiempo de enojo e impotencia porque sabía que si Mariela no hubiera inventado tantas mentiras Shamara y yo estuviéramos felizmente casados y esperando la llegada del bebe.

─Es normal que ella reaccionara de esa forma ─Me comentó el doctor poniéndome una mano en el hombro como señal de consuelo y se retiró dejándome lleno de culpas y dolor por lo sucedido.

Yo le había jurado que nadie se iba a volver a meter en nuestra relación, menos que ella volvería a sufrir por las calumnias y mentiras de otra mujer, pero no pude protegerla. Yo nunca pensé que Mariela podía actuar en mi contra si éramos amigos y siempre fui muy sincero con ella, nunca la engañe o le hable mentiras, no era mí estilo y menos que orquestar una historia tan creída y cruel con el simple hecho de hacerle daño a la mujer que amo con locura.

Si ese accidente no hubiera ocurrido estaríamos ahora disfrutando de nuestro amor, de los momentos placentero que pasábamos juntos y más que nada de ese bebe que ya no existe, pero que nos recordaría como la mentira de una persona puede destruir la felicidad de otras.

Temprano al siguiente día llegaron la familia de ambos. Cuando me vieron sentado en una silla con los ojos apagados e hinchados supusieron que Shamara ya sabía la verdad del bebe.    

─ ¿Cómo está ella? ─preguntó angustiada Savanna mientras me consolaba pasándome las manos por la cabeza.

─Ella está mal, cuando supo lo del bebé comenzó a gritar histérica. Me culpa a mí por la muerte de nuestro hijo. El doctor le suministro un calmante y se quedó dormida─.  Levanté la cabeza mirando a Savanna con tristeza─.  Tía, ella no me va a perdonar. Me alejo, no quiso que yo la consolara ─decía con la voz entrecortada.

─Ya se le pasara, mi niño. Tienes que entenderla, es duro estar en su lugar. Perder a un hijo es lo más grande para una madre.

Sabía que me iba hacer difícil convencerla de mi inocencia, pero más porque por ese hecho se apagó la vida de nuestro bebé. No quise abandonar el hospital hasta que Shamara hablara conmigo, parecía un alma en pena mientras que mis padres abogaban por mi porque sabían que era inocente.

Mientras estuvo en el hospital no me permitió verla, entonces decidí no seguir insistiendo y darle su espacio; ella necesitaba asimilar las cosas.

Ya había pasado cuatro meses, ella estaba en casa de sus padres. No salía de su habitación, no reía como antes y el brillo que siempre tenía estaba apagado.

Yo iba a casa para intentar que ella cediera y me recibiera, pero nunca pasaba, entonces decidí otra vez poner tierra de por medio, necesitaba también sanar e intentar comprenderla dándole espacio. Tenía mucho trabajo atrasado; le había dejado toda la responsabilidad a Owen que debe estar como loco con tantas cosas, pero antes necesitaba pasar unos días en la playa.

Llamé a Owen para que supiera que me pasaría una semana más fuera de la empresa y que volvería con las pilas puestas para ponerme al corriente, necesitaba esas pequeñas vacaciones.




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