Por Sus Alas [sin editar]

0 - Una última misión.

     En algún remoto lugar del multiverso, la chica pelirroja se encontraba frente a una especie de portal mágico, dispuesta a enfrentarse a aquel otro mundo y lograr la paz multidimensional, aunque su vida fuese el precio a pagar por ello. Un hombre alto, de gran musculatura, repasaba los detalles de la misión:
     —Viajarás a un universo similar al nuestro, por lo que no será casualidad que encuentres personas a las que ya conoces. Evita cualquier contacto con ellos, principalmente porque no sabrán de tu existencia. Solo Jev debe verte y comunicarse contigo —La chica recibió de parte de él una muñequera mágica de color verde metalizado. Sus miradas se cruzaron, mostrando que ambos tenían los mismos miedos y preocupaciones—. Por favor, Emma, no seas cercana a Jev, ¿está bien? Borraremos su memoria luego de finalizada la misión. Sin excepciones.
     La joven asintió, para luego dirigir su vista a los colores azulados con tintes verdes del portal. Dio un paso, casi temblando del terror que tenía. De pronto, Frederick se asomó por detrás para abrazarla.
     —Tranquila, pequeña alada, tienes la fuerza suficiente para lograrlo. Piensa en que luego no te asignarán más misiones como esta, y tendremos mucho tiempo para pasarlo juntos, ¿sí?
     Ella sonrió, aunque algunas dudas seguían rondando en su mente, pero, si era cierto lo que él decía, tendría que hacer un último esfuerzo por ellos.
     Después de deshacer el abrazo, Emma cerró los ojos y caminó en dirección al portal, dejándose llevar por el mismo. En tanto, Frederick salía de la habitación sin mirar atrás, porque era consciente que verla partir dolería aún más. Pensó en que el tiempo pasaría con mayor velocidad si no se centraba en la espera de su hermana de corazón —ya que su vínculo familiar no es sanguíneo—, por lo que intentó distraerse del tema, desviando su mente a la lista de responsabilidades pendientes que tenía dentro de la base.
     —¡Señor Mayer! —interrumpió sus pensamientos una voz femenina. El aludido giró buscando la procedencia del llamado y descubrió una niña, de no más de 12 o 13 años, que apenas le llegaba a la cintura. Reconoció la pequeña placa que llevaba en el bolsillo izquierdo de su camiseta tipo polo, por lo que dedujo el objetivo de la chiquilla.
     —La directora quiere verme, ¿cierto?
     —Sí, señor Mayer, la señora directora pide su asistencia en la sala de conferencias principal. Se encuentra descontenta por su actitud infantil de evitarla y me pidió escoltarlo hasta la puerta de dicha habitación.
     Él, intentando no reír por la situación, prefirió seguirle la corriente a la niña y ser acompañado hasta el punto de reunión. Mientras caminaba por los pasillos blanquecinos de la base, su mente volvió a sentir miedo por la pelirroja, por todo el estrés que podría sufrir ella durante la misión, y que, tal vez, no estaba lista para ver aquel universo tan similar, pero al mismo tiempo tan distinto al que conocía. De pronto, una punzada en el pecho le dio el presentimiento de que los problemas de Emma aumentarían en la otra Tierra. ¿Podría ella, junto al Jev del otro universo, completar la peligrosa misión que se le había asignado? Si era sincero, no se sentía muy seguro al respecto.



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En el texto hay: misterio y accion, multiverso, amistad y humor

Editado: 02.04.2020

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