Por Sus Alas [sin editar]

13 - Sorpresas Y Más Sorpresas.

Primero de abril.

     Estando sentado en la cama, reviso nuevamente la hora en mi teléfono; treinta minutos pasada de la medianoche y ella aún no ha venido para el entrenamiento diario. Es entonces cuando, con cierto nerviosismo, decido llamarla a través de la muñequera. Intento varias veces, pero Emma no se digna en contestar. Le pueden haber pasado mil cosas, sin embargo mi mente supone las más oscuras y tenebrosas, esas que alguien, en su sano juicio, tomaría como última opción. Respiro profundo buscando otra solución, la cual llega al fin minutos después.
     —Cortana, teletransportación a Base De Entrenamiento Secundario.
     —Teletransportación iniciada. 
     Lleno de oxígeno mis pulmones para luego cerrar los ojos. Me dejo llevar por ese mínimo dolor que, acostumbrado a sentir, produce la teletransportación.

     Quedo perplejo ante la primera imagen que me encuentro en el centro de la base. Como si alguien le hiciera ver luz solar a un vampiro, Emma se agacha y esconde el rostro con sus brazos. El cabello ondulado, brillante como comercial de champú, está totalmente opaco y enmarañado peor que mi cabellera al despertar cada mañana.
     —Hoy no —dice con un hilo de voz.
     Doy un paso en su dirección, pero se aleja.
     —Hoy no —repite.
     De pronto giro hacia donde se encuentra la misma pizarra del último entrenamiento, la cual tiene más de cincuenta palabras que comienzan con "un sa". Algunas están tachadas con diferente color, otras tienen signos de interrogación a los lados y también hay tres que están encerradas en un intento de rectángulo.
     —¿Por qué, Emma? —pregunto, observando con mayor atención lo escrito en la pizarra—. ¿Por qué te obsesiona esto? —me volteo hacia ella y busco que sus ojos se crucen con los míos—: ¿podrías, por favor, decirme si has comido o dormido en estas últimas veinticuatro horas? Aunque tu aspecto actual me da una clara respuesta sobre ello.

     La pelirroja deja ver sus ojos, hinchados y ojerosos, entre las manos que cubren ahora el resto de su rostro. Me acerco a ella con cuidado, esperando su reacción a medida que la distancia entre nosotros es cada vez menor. Sin decirnos nada nos sentamos, uno frente al otro, con las piernas cruzadas.
     —Ahora dime, ¿te sueles quedar aquí a vivir el resto del día, cuando no puedo entrenar?
     Niega con la cabeza.
     —Suelo estar en una casa, cerca de donde vivís —responde avergonzada, como si hubiese dado algún tipo de información de la cual no se siente orgullosa. Por esta razón decido cambiar el tema de conversación.
     —No te preocupes, esta noche puedes suspender el entrenamiento hasta que estés descansada y lista para continuar, ¿sí? —le dedico una sonrisa que devuelve casi al instante.
     Comenzamos a hablar de cosas al azar, conociéndonos un poco más y aprendiendo las diferencias entre su universo y el mío.
     —¿Sabés por qué estoy obsesionada con el acertijo? —dice señalando la pizarra y yo niego, atónito ante tan repentina pregunta—. Es porque no quiero cometer el mismo error de la última vez, cuando fue la batalla de hadas contra faireers. No sé si alguna vez te lo conté, pero al parecer mi magia interior no fue la máxima...o al menos la necesaria para derrotar a Katarina, por lo que ella pudo escapar y crear una venganza contra mí; al principio se quiso llevar a mi tía, persona que me cuidó siempre, pero por suerte pudimos evitarlo. Lo que jamás esperé fue que, de todas las personas dentro de mi vida, se llevara a Jev —Ella mira sin ver algún punto detrás de mí, como si en su mente se proyectaran imágenes de lo ocurrido y cosas que, por algún motivo, ha preferido no detallar. Mi hipótesis parece confirmarse cuando lágrimas cristalinas brotan de sus perdidos ojos cafés.
     Trato de buscar alguno de los recuerdos que tengo del otro Jev, esperando así poder ir más allá y alcanzar al menos un poco lo que ella está pensando. Sin embargo lo único que logro visualizar con nitidez son un par de alas azules de mariposa, con un diseño similar al de las monarca. De lo que no estoy seguro es si la chica que las porta es Emma o no, ya que puedo notar colores azulados y luego un rojo intenso, recordándome mucho al cabello de la mencionada.
     —Jev... ¿Jev, me escuchás? —me quita de mis pensamientos.
     —Claro, puedo oírte... ¿Ocurre algo?
     —Te estaba tratando de decir que nos tenemos que ir, porque ya pasó el tiempo que solemos usar para entrenar y eso...
     Me limito a asentir para darle mi opinión al respecto.

 

Otra vez estoy en el bosque frondoso corriendo. Me siento exhausto y mis piernas piden clemencia. En la mano llevo una espada liviana, la cual no creo pueda servir de bastón en el momento preciso que mi parte inferior no resista las punzadas de dolor.
     —¿Vanina? ¿Vanina, dónde estás? —grito a la nada. Por alguna razón mi llamado rebota en los árboles, creando así una especie de eco en el lugar.
La desesperación dentro de mí crece al igual que el ambiente lúgubre a mi alrededor, me pregunto una y otra vez dónde rayos se encuentra la chica rubia. Es entonces cuando un presentimiento malo aparece.
¡Vanina, soy yo! ¿Dónde estás? —intento de nuevo, tratando de no perder las esperanzas.
Pero es cuando mis piernas se aflojan y caen rendidas en el suelo abarrotado de césped, junto al resto de mi cuerpo exhausto.



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En el texto hay: misterio y accion, multiverso, amistad y humor

Editado: 02.04.2020

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