Por Sus Alas [sin editar]

14,5 - Pasados Tenues.

 El ambiente era más terrorífico con cada día que pasaban dentro de la celda, a Vanina no le importaba realmente que esto fuese así, es más, le agradaba el estilo sombrío y mal iluminado del lugar. Fingía escuchar el sermón de Jev y deseaba, desde lo más profundo de su inexistente alma, que el Jev del otro universo apareciera para callarlo un rato. Es que el chico de cabello castaño claro no se había percatado siquiera de la habilidad de supervivencia que ella tenía, pues claro, ¿cómo podría prestar atención si creía que, como su hermano le había contado, ella era solamente una niña? Oh, ¡cómo extrañaba a su hermano! Habían pasado tres años de su muerte, tres años desde que el alma de la rubia se fue junto con él. Henry, su hermano mayor, había muerto mientras luchaba en la gran batalla de los faireers. Y todo por defender a esa estúpida pelirroja, Emma, que se hacía la damisela en apuros para que todos la rescataran. Emma no debía conocer las palabras "sacrificio" e "independencia" en aquel entonces... y probablemente hasta ahora tampoco lo sabría.
     Sin embargo, la peor tortura para Vanina debía ser soportar a Jev hablar maravillas sobre su amada durante horas, cuando por alguna de esas casualidades ellos entablaban algún tipo de conversación. Y ahora, en este momento, el chico estaba parado frente a ella esperando una respuesta.
     —¿Me has estado escuchando, Vanina?
     —No —respondió con sinceridad—. Ni lo voy a hacer nunca porque no tenés autoridad sobre mí, niñito mimado.
     —Vanina, ya discutimos esto... —comenzó  intentando razonar, aunque una parte de él sabía que no funcionaría. Jamás funcionaba, ¿por qué esta vez sería diferente?
     —Ya te dije: no me hables. Que hayas conocido a mi hermano no te da derecho a protegerme como él lo hacía.
     —Pero él querría que...
     —¡Pero él está muerto! ¿No entendés eso, Jev? ¡Murió! ¡Henry murió hace tres años! Ya no hay nada que hacer.
     Vanina se había levantado y no estaba segura desde cuándo. Aunque él era casi una cabeza más alto, la chica de cabellera rubia le estampó la mano en su rostro con toda la furia que salió de su interior. Entonces, dejando a Jev totalmente pasmado, se dirigió a una de las incómodas camas de hierro y se acostó en posición fetal, comenzando a llorar sin que el otro la escuchara.
     En tanto el muchacho de ojos chocolate no podía moverse de lo atónito que se encontraba. Desde que él compartía celda con Vanina ella jamás había revelado nada sobre sus sentimientos, nada más le brillaban los ojos al saber que él podía conectarse con su otro yo, aunque ahora no estaba seguro si era cierto o no lo que solía ver; tal vez fue imaginación suya, tantas cosas al mismo tiempo lo estaban volviendo loco. Entonces soltó un suspiro de cansancio, esos que suelen hacer las madres cuando ya no saben qué opción darle a sus hijos para satisfacerlos.
     —Lo siento, Vanina —dijo sin dirigir su mirada a donde estaba—. Jamás mencionaste cómo te sentías. Y no, no soy tu hermano, pues no tengo la experiencia suficiente para entender qué se siente proteger a uno de los tuyos acerca de un mundo tan complicado como el de los faireers. Aún así quiero que tengas claro que, para lo que desees, estaré siempre a tu disposición. Siempre.

 



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En el texto hay: misterio y accion, multiverso, amistad y humor

Editado: 02.04.2020

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